El Comprador de Cangrejos
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 12/04/2009 08:41:18
por Wilson Francisco - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
En un homenaje hecho a Luiz Vieira, en el programa Raul Gil, sobrino suyo, relata un acontecimiento importante: estaban los dos viajando por una carretera de playa; él le pidió a su tío que le contase historias de su vida, y él contaba y encantaba, como un pajarillo que entona su cántico con la seguridad de que su sonido revolotea por el Universo, acariciando oídos y almas. De repente, Luiz Vieira detiene el coche y, solo, se acerca a un niño que vendía cangrejos. Los compra todos, el chaval se queda con la boca abierta, los ojillos brillando de alegría, el dinero arrugado en sus manitas débiles, el corazón palpitando fuertemente.
De vuelta al coche, el sobrino pregunta: ¿por qué? Y Luiz explica que pocas personas saben lo que siente un crío, cuando se está a la orilla de la carretera, soñando que en algún momento un coche se pare y alguien venga a comprarle todos sus cangrejos. El niño tuvo su sueño realizado, tal como él había realizado todos sus sueños como poeta y cantante.
Ese quizá sea también el sueño de cantantes y artistas, aguardando a que el público vaya a las tiendas a adquirir los CDs o que todos se dirijan al teatro, para asistir a las piezas que ellos representan con mucha alegría y competencia.
Todos tenemos en la vida nuestros sueños y llevamos en las manos y en el alma los cangrejos que deseamos vender para la supervivencia de nuestro cuerpo y alma. Observa el semblante de esa criatura que pasa a tu lado, en el metro, en el tráfico, en casa, cada una tiene una mercadería, productos de la mejor calidad, según su concepción, que insiste en exponer, con el anhelo de que alguien se interese, o tú.
Esa clienta mía es una mujer como tantas otras, traía una historia que se repite cada día. Ella tenía un sueño y muchas buenas ofertas de su alma. En vez de permanecer a la orilla de la carretera, como el niño, prefirió ir a la ciudad grande. Dice ella: “Mi padre no dejaba a ninguna de las hijas tener novio. Cuando terminé la facultad en una ciudad del interior, decidí que me vendría a São Paulo a trabajar, pues en el interior no tendría oportunidad de dar clases. Era muy difícil en aquella época. Mi padre no quería que yo viniese, pero después acabó aceptándolo. En São Paulo tampoco he tenido novios. Parecía que nadie se interesaba por mí, pese a ser guapa, educada y culta. Ese era el producto que ella ofrecía para realizar sus sueños.
He tenido algunos ligues, pero siempre de poca duración. Acabé aceptando como novio a mi fallecido marido, por su gran insistencia. Fue el único que me ha pedido relaciones, nos hicimos novios y nos casamos. Poco antes de casarnos, él ya empezaba a dar la idea de que yo no sería feliz como me gustaría, pero estaba enamorada y nos casamos. Quien tuvo durante el noviazgo la idea de casarse fue él. Creo que pensó que mi padre era un hacendado, ese era el bien que él buscaba.
Nos casamos y empezó mi tortura. Él no me valoraba como persona. Yo aguantaba. Llegaron las hijas, y yo en la rutina de trabajo, casa y familia, iba siguiendo, hasta que él decidió dejarme. Ha sido difícil, pero lo he superado todo con el tiempo y me he fortalecido. Después de que él me dejó, yo tenía miedo de que algún hombre en mi compañía pudiese perjudicar a mis hijas pequeñas y esperé a que creciesen para empezar a pensar en mí. Con ello pasaron 16 años y sigo sin un compañero.
Me gustaría saber por qué me quedado así sola, por qué no he conseguido un hombre bueno para que sea mi compañero. No soy tan exigente. Solo quiero a alguien compatible conmigo. Acaso sea esta mi mayor tristeza. Para no pensar tanto, procuro llenar mi tiempo, leer mucho, trabajar, practicar deporte, viajar, hacer cosas con las cuales me siento feliz. Pero sé que falta algo... Quién sabe tú puedas ayudarme a comprender esta vida mía.”
Es difícil, sí, encontrar en esta vida un comprador de todos nuestros cangrejos. Miramos el semblante de la criatura que está a nuestro lado y no consigue ver nuestra alma, sentir nuestro dolor. Y está allí, precisamente ante nosotros y a veces conviviendo día y noche con nosotros.
En el semáforo, el niño va hasta el vehículo y pregunta: tía, ¿quieres comprar caramelos? El cristal sube y allá dentro del coche la voz intrigada dice: no soy tía ni tampoco quiero comprar nada. Está bien, nadie está obligado a sentir y atender las apelaciones de las almas.
Quizá solo vayamos a cambiar de opinión cuando nos encontremos en una situación semejante. Como se dice, desde que el mundo es mundo: cuando el agua llega al... es cuando se aprenden las cosas.
Me ha emocionado la historia de Luiz Vieira. Me encanto con los recuerdos de sus canciones. Menino Passarinho, que es un poema de belleza impar, demuestra lo que va en el alma de ese poeta e intérprete de la música brasileña.
Y su actitud, a la orilla de la carretera, puede ser una referencia importante para que podamos establecer nuevos paradigmas en nuestras vidas. Observa bien qué producto tienes en tu alma para ofrecer al mundo. Dale bastante brillo a lo que posees, “vende” siempre por buen precio. Evita deshacerte de lo que es tuyo.
Hay personas que pasan la vida entera ocultando sus bienes, para hacer felices a otros. Pura equivocación.
Hazte feliz a ti, encántate con tus talentos y cuando encuentres a alguien en la vida, apuéstalo todo, haz el amor por completo, evita tener miedo de ser feliz y de causar felicidad, por donde pases. La vida es pasajera, lo que resta solo son tus conquistas, tus bienes de alma. Los bienes materiales se van para debajo de la tierra. A la hora de la despedida, solo te llevarás tu alma.