El Condimento de la Vida
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 06/07/2014 09:37:18
por Maria Cristina Tanajura - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Cuando veo a una pareja de ancianos por algún lugar caminando juntos, tomados de las manos, uno ayudando al otro, me siento muy emocionada… Desde muy joven era así. En el fondo, es algo que me gustaría haber vivido y que, por muchos motivos, no he conseguido hasta hoy.
Me parece una victoria que dos seres humanos logren construir una relación de muchos años basada en el respeto mutuo, en la aceptación de diferencias, en la paciencia, en la amistad que ha venido creciendo más y más con el tiempo, en fin, en un compartir saludable basado y sustentado por el amor verdadero, tan difícil de expresarse en este plano en que estamos.
Ya me ha ocurrido ir hasta una de esas parejas para darles la enhorabuena y decir cuán feliz me hacía verles, ¡demostrando que es posible, que sí puede ser! ¡Cada vez estoy más segura de que el cariño, la amabilidad y el amor son los condimentos de la vida! Podemos conquistar muchas cosas en esta nuestra andadura, pero si no hemos cultivado el amor, nos descubriremos muy pobres, muy vacíos y solitarios.
Afortunados son aquellos que logran encontrar un compañero que es realmente amigo, amante, colaborador en sus realizaciones, aquel que vibra con su triunfo y les da fuerza en sus derrotas.
Hoy tenemos la libertad de separarnos de quien no es capaz de ser nada de eso para nosotros, lo cual ya es un gran progreso – pienso yo – ¡pues, enfrentando todas las dificultades de un divorcio, estamos diciéndonos a nosotros mismos y al mundo que creemos en la existencia de un amor verdadero! Sí, porque si no fuese por eso, no trataríamos de cambiar. Viviríamos sin tener que enfrentarnos a toda la problemática resultante de una separación.
¡Creer en el amor ya es un gran progreso para todos nosotros! Hubo un tiempo en que se vivía en pareja únicamente para resolver problemas materiales y se soportaba todo por no perder las ventajas de una unión considerada provechosa. Y la mujer, principalmente, estaba obligada a aceptarlo todo sin protestar. Hoy día aún se ve algo de eso, pero mucho menos. Buscamos amar y ser amados. Sabemos que eso nos hará felices y trabajamos para lograr una relación duradera y armoniosa con la persona que la Vida ha puesto en nuestro camino.
Sin embargo, los que creemos en la reencarnación tenemos claro que no siempre la persona que surge es alguien con este potencial, sino un antiguo acreedor que se acerca a nosotros para que restauremos una relación vivida con anterioridad, y de forma dolorosa, sin tantos aciertos y con muchos errores. Como Jesús nos enseñó a “Amar al prójimo como a sí mismo”, tenemos ahí la oportunidad de ejercitar la tolerancia, el perdón, la perseverancia… Pero es preciso que este movimiento sea de los dos. Si sólo una de las partes lo intenta y el otro no hace nada, acaba convirtiéndose en una pareja inviable, sin respeto, sin calidad, destructiva. Valió el esfuerzo para el que lo hizo, y, a menudo, para éste la deuda queda saldada. La conciencia de aquel que se consideraba equivocado en otras vivencias, por la tentativa de transformar la relación a través del amor, queda en paz y él puede de ahí en adelante continuar su camino más leve, listo para nuevas lecciones y oportunidades.
En las psicografías del Maestro, dictadas a través de Eva Pierrakos, para mí ha quedado bien claro que “Vivir es relacionarse”… Es en el encuentro o en el desencuentro donde aprendemos, crecemos. Sufrimos también, pero no importa, pues si este es el camino para nuestra transformación, habrá valido la pena.
Que todas las parejas que viven de forma armoniosa, en este inmenso Universo, agradezcan a sí mismas la oportunidad maravillosa de intercambiar experiencias de una vida, de auxiliarse mutuamente, de tocarse con cariño, ¡de amarse! Y sepan además que el hecho de existir renueva la esperanza de aquellos que no han logrado todavía vivencial tal premio, pues así es como yo considero una vida en pareja, pautada en la confianza y en el amor.
Acostumbro a decir que si fuese un hada madrina, con infinitos poderes, ¡saldría a volar por el mundo, uniendo a los que buscan amar y ser amados! ¡Sería tan bueno si eso fuese posible siempre! Miles de luces alegres se encenderían por todos los rincones, destruyendo las tinieblas y suavizando la vida.
¡Amor – condimento de la vida! ¡Que cada día haya más encuentros verdaderos y que los desencuentros aún necesarios sean tan sólo peldaños para que esta meta llegue a ser alcanzada, un día, por todos nosotros!