El miedo a los cambios
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 15/07/2010 13:18:49
por Maria Silvia Orlovas - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
¿Por qué se tiene tanto miedo a los cambios? ¿Será por temor al fracaso? ¿Y por qué sería el asociar la incertidumbre del futuro a algo negativo?
He atendido a muchas personas en mi local, en São Paulo, que tenían este miedo al futuro. No siempre las gentes saben de qué tienen miedo y no siempre vienen quejándose específicamente de ese miedo. La mayoría de las veces están tristes, o se sienten prisioneras sin lograr que se produzca algo nuevo en sus vidas.
Con tales quejas atendí, la semana pasada, a Lucimara. Guapa mujer de más de cincuenta años, con la piel bien cuidada y la apariencia de 40 años, estaba a un paso de la depresión. Su queja era no saber qué hacer de su vida, así justificaba su no-acción. Estaba parada y su energía también estaba estancada. En una expectativa natural, ella buscaba averiguar si había alguna energía intrusa, o alguien le había hecho algún trabajo para que su vida no se moviese. Pero no había nada de eso. Tan pronto como hube entrado en sintonía con su vibración, apareció la traba, y es que ella estaba presa a sí misma. Con los hijos crecidos, uno casado y el otro estudiando fuera de Brasil, ella sentía el síndrome del nido vacío, y le daba miedo depararse consigo misma.
Graduada en Derecho, sin haber nunca ejercido la profesión, siempre dando apoyo a su marido, ya no sabía si podría ser capaz de hacer algo distinto de su vida, y no deseaba equivocarse. Criada en una familia muy exigente, había asumido esa característica como propia y no se permitía el fallo, pese a aceptarlo en los demás.
Dueña de un pensamiento muy racional, también se hacía un lío porque cuando ponderaba y pensaba acerca del resultado de sus iniciativas, enseguida llegaba a la conclusión de que ni siquiera valía la pena intentarlo. Con eso había ido cerrando sus puertas, creando más y más obstáculos. Tanto miedo tenía a lidiar con cosas nuevas que ni siquiera deseaba revisar sus historias de esta vida. Como venía de un medio humilde, tenía una serie de complejos en su autoestima, que disimulaba prendiéndose a cosas materiales que, hasta entonces, le habían aportado alegría, pero ya no se satisfacía con lo que el dinero podía comprar.
Lucimara sufría debido a sí misma. La prisión estaba dentro de su mundo y no en las situaciones externas y, por increíble que parezca, la curación estaba en ella; precisamente por eso debería ser fácil, pero no lo era. Tenía que darse impulso a sí misma, pero se le hacía muy difícil.
Casos como el suyo, desgraciadamente, son frecuentes… Las personas quieren el remedio, la cura, pero muchas veces tienen miedo a cambiar, a revisar sus apuestas y a crear una desarmonía, a desajustar el ritmo del matrimonio. Pero no siempre los cambios traen dolor.
Amigo lector, el cambio interno es como reformar una casa; cuando quitamos las cosas de su sitio y rompemos las paredes, lo hacemos por saber que los aires se renovarán y que, con ello, tendremos más espacio, más luz. El impulso para creer en la vida muchas veces se encuentra en el trabajo espiritual. Por eso, encuentra tu lugar, tu práctica, dedícate a ello, pues lo nuevo puede ser bueno. Muy bueno.
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