El miedo como agente de control
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 04/08/2013 13:20:45
por Teresa Cristina Pascotto - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Antes de leer este texto, sugiero que abras tu mente y tu corazón, con humildad, y sólo lee, sal de la mente.
En el inicio de los tiempos, la humanidad vivía una realidad de utopía, era un tiempo en que todos tenían una profunda conexión con la Fuente y en completa manifestación del Yo Superior. Todos tenían dones y poderes de luz desarrollados y todo era luz y amor. Más adelante, la humanidad empezó su “caída en la dualidad”, y, al principio, aún mantenía el poder de sus capacidades y dones.
En la dualidad, el “virus de la ira” empezó a propagarse, contagiando a todos y llevándoles a sentirse amenazados los unos por los otros. Todos aún tenían poderes y nadie tenía miedo a nadie, esto hacía que comenzasen una “guerra” en las disputas por el poder, en la cual sus más potentes armas eran precisamente sus dones. No había límites, cuanto más se enojaban más poderosos se hacían para atacar a los otros.
Fue entonces que la energía del miedo tuvo que ser “creada/infiltrada” como un antivirus, para limitar y controlar el virus de la ira que se extendía cada vez más. Con miedo de los poderes, los unos de los otros, cada cual empezó, al menos, a considerar y a “respetar a los enemigos”, y ya no podían salir intentando sobreponerse a los otros de forma tan destructiva y autodestructiva, pues empezaban a darse cuenta de que los otros también crecían en su odio y pasaron a temer manifestarse tan agresivamente, pues sabían que serían contraatacados.
Pero el “antivirus” empezó a adquirir mucho poder, entrañándose en los seres humanos. Antes, sin miedo, salían atacando y defendiéndose, pero al menos buscaban lo que querían; pero cuando el miedo fue creciendo y extendiéndose, éste se convirtió en un poderoso virus, contaminando intensamente a todos. Así, de locos que se enfrentaban sin ningún miedo, pasaron a trabarse de miedo en varias circunstancias, hasta el punto de ya no defenderse. La humanidad ha ido cayendo más y más en la dualidad.
Así, el miedo se hizo dueño del ser humano. La fiera de la ira y del odio ha quedado prisionera dentro de nosotros y el miedo ha pasado a ser nuestro emperador, determinando todo en nuestra vida. La fiera fue negada y solo ha salido a la superficie en situaciones de extrema amenaza cuando, en un lapso de tiempo, la fiera encontraba una brecha para salir y manifestarse, defendiéndose o atacando; pero luego del exceso cometido, inevitablemente, sentían miedo del contraataque y de la exposición de la fiera y enseguida la disimulaban y reprimían nuevamente. Así hasta los días actuales, todos reprimen y niegan sus fieras, porque es “feo y peligroso” mostrar su “faz del mal”.
Con el paso del tiempo el ser humano progresó y se desarrolló, adquiriendo más discernimiento para lidiar con todos los aspectos destructivos contenidos en su inconsciente. En el momento presente, mucha energía cósmica de Luz y Verdad está manifestándose en el Planeta, retirando los velos de la ilusión e iluminando nuestro inconsciente, haciéndonos contemplar todo aquello que hemos ocultado y creado en la dualidad. Con toda esa Luz, la fuerza del Amor Crístico está intensificándose en nosotros, y naturalmente el Amor viene disipando el miedo.
Estamos viviendo un momento en que hemos empezado a perder el miedo, no de una sola vez, pues no soportaríamos toda la fuerza de nuestro ser expresándose sin miedo. Éste va disipándose poco a poco y cuando vamos perdiendo el miedo, naturalmente, nuestra fiera de la ira empieza a libertarse… La fiera de la ira, cuando asumida y aceptada por nosotros, puede convertirse en nuestra aliada para quitarnos del hoyo del desánimo, de la falta de voluntad y del pánico en que el monstruo del miedo nos ha metido. Si todos tenemos el valor de asumir nuestra fiera peligrosa y vengativa, con mucha conciencia y responsabilidad, nosotros mismos podremos educarla y convertirla en una fuerza que nos asienta en la vida. Esto no quiere decir que debemos salir por ahí enrabiados, atacando a todos y buscando lo que consideramos nuestro por derecho y que se nos ha quitado; sólo debemos sentir la fuerza de nuestra fiera rabiosa que nos ayuda a perder el miedo y a tener el valor de asentarnos en la vida, para tratar de realizar todo aquello que nuestra alma anhela. Con miedo, encogidos como niños en pánico en un rincón oscuro, nada somos. Con odio y deseo de venganza, continuaremos a instigar a los demás a sentir ira contra nosotros y a atacarnos, perpetuando así los eternos ciclos de venganza que la humanidad ha vivido ya innumerables veces.
Aceptar, acoger, asumir y educar nuestra fiera de la ira hará que ella se “equilibre” lo suficiente como para ser comandada por nuestro Yo Superior, para defenderse y situarse con más propiedad en la vida, a fin de hacer lo que sea preciso.
Aún estamos inmersos en la dualidad; la tan soñada Era de Oro, el retorno a aquel estado original, de belleza y amor, será rescatado poco a poco; el ser humano se ha vuelto muy destructivo y necesitará, con honradez, coraje y responsabilidad, conocer cada faceta de su lado oscuro, sin juzgamiento, pero amorosamente, para que cada aspecto negativo de nuestro inconsciente sea reconvertido a su estado original de luz y amor. Si cada cual hacemos nuestra parte, asumiendo y aceptando nuestro lado destructivo, crearemos una fuerza que, por resonancia, ayudará a aquellos que están más en la ignorancia y en la violencia a ser tocados en sus corazones y a armarse de valor para empezar a frenar los impulsos más destructivos de sus “bestias-fieras del odio”. Si todos somos uno, somos todos responsables los unos por los otros. Cada uno de nosotros ha elegido, a lo largo de muchas eras, vivir en cada encarnación, varias condiciones posibles para el ser humano.
Cada aspecto de la dualidad, desde el amor más sublime hasta la capacidad de matar, existe dentro de todos nosotros; la diferencia consiste en que en determinada encarnación elegimos cuáles aspectos vamos a utilizar con más intensidad, todos ya hemos vivido historias donde causamos víctimas y otras en las que las víctimas fuimos nosotros. No hay cómo negar esa realidad, así, en este presente momento, las energías de ira, rabia, odio y deseo de venganza, están siendo “más intensamente manifestadas por unos” que por otros, sin embargo, todos nosotros portamos esos mismos aspectos latentes en nosotros. Son “cantidades de energías” que son distribuidas, donde cada uno decide cuáles energías “negativas y positivas” va a llevar en sí para determinada encarnación. ¡Todo tiene sentido divino!Es fácil decir que “somos todos uno” cuando se trata del amor, todos quieren participar de esa energía, todos se consideran “luces amorosas”. Pero cuando se trata del “somos todos uno” también en los aspectos destructivos, muchos esquivan sus responsabilidades, tratando siempre de indicar el mal en los otros, en una tentativa de purificarse y eximirse de sus responsabilidades. Hay una gran Planificación para toda la humanidad y todos participan igualmente en ese Plan; por tanto, no hay el “buenecito y el villano”, cada cual elige animosamente qué energía manifestará, es más fácil venir con energías de amor que con las de odio. Los que eligen manifestar sus fieras llenas de odio son los más amorosos de los seres, que han venido al planeta exponiéndose a nuestro juzgamiento a fin de que podamos, a través de ellos, vislumbrar lo que ocultamos en nosotros y no tenemos el valor de exponer.
Sin miedo, el ser humano sacará a la superficie la fuerza de su fiera de la ira, en unos ella será peligrosísima, en otros ella será más blanda, pero todos tendrán que dar cuenta de su fiera…
