El Mito del Centauro
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 14/07/2014 08:53:32
por Paulo Tavarez - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
En la Mitología Griega existe la figura prominente del centauro: un ser con el torso y la cabeza humanos y el cuerpo de un caballo. El centauro es una clásica representación mitológica del ser humano, sometido a los decretos de sus propios instintos. Es el bicho-hombre que vive todavía como esclavo de las sensaciones inferiores y preso a los impulsos animales del propio cuerpo.
Nótese en el centauro que es precisamente más abajo del tórax donde se inicia el proceso de metamorfosis, denunciando que en esa región hay un cambio brusco en la condición humana, como si alertase sobre aquello que debemos trasmutar en nuestra propia naturaleza, pues todavía no somos plenamente ‘humanos’.
Es precisamente en esa región inferior del cuerpo donde están nuestros puntos flacos, principalmente aquellos que nos someten a la esclavitud de los sentidos. Todo esto, claro está, porque estamos enviciados en ciertas sensaciones y vivimos con el objetivo de saciar los impulsos más primitivos del alma.
Esa región, por tanto, es la factoría del cuerpo. Una región donde se producen los recursos energéticos indispensables para la economía perfecta del campo fisiológico. Las descargas energéticas que ocurren a través del sexo, por ejemplo, son extremadamente placenteras, lo mismo que los placeres de la gula y de la bebida, por eso existe el torpor que nos hace buscar más y más el placer. Todos esos vicios responden por el despilfarro de recursos que podrían ser mejor distribuidos a través de nuestros canales energéticos hacia otros plexos importantes del organismo.
Vivimos concentrados en la parte animal de ese centauro, activando incesantemente los plexos inferiores en detrimento de los superiores. Cada centro de fuerza superior responde por el desarrollo de facultades específicas del ser en evolución; por tanto, tendríamos un progreso expresivo si pudiésemos ofrecer un mayor suplido energético a las partes superiores, por ejemplo: en el plexo cardíaco, manifestaríamos mejor los sentimientos, en el plexo laríngeo mejoraríamos nuestra expresión y confianza en nosotros mismos, en el plexo frontal desarrollaríamos el raciocinio y la memoria; o en el coronario, expandiríamos nuestras capacidades extracorpóreas.
Desgraciadamente producimos y desperdiciamos energías poderosas, exclusivamente para nuestra satisfacción; y así vivimos totalmente entorpecidos y estacionados.
¿Debemos renunciar al sexo, a los placeres de una buena mesa o de un buen vino? ¡No, amigos míos! Únicamente hay que buscar el equilibrio. Somos seres divinos pero también somos bichos. No podemos vivir únicamente gobernados por nuestra naturaleza animal, pero tampoco podemos amputarla, aún somos humanos. Es necesario buscar un desarrollo integral en toda esa estructura ontológica, distribuyendo de forma adecuada todo ese manantial, y esto es lo que podemos aprender con el mito.
Entre los Centauros encontramos al que es conocido como Quirón, un semidiós muy respetado por su conocimiento y por haber entrenado a grandes héroes de la antigüedad. Quirón, después de renunciar a la propia libertad para ayudar a Prometeo, acabó haciéndose con el respeto de Zeus, que lo homenajeó con la Constelación de Sagitario.
La figura de Quirón en la constelación, apuntando su flecha hacia arriba, muestra el esfuerzo humano en busca de la ascensión, expresa una flagrante voluntad de liberarse de su lado primitivo.
Tenemos mucho que aprender con todo esto, no somos capaces siquiera de vencer nuestras limitaciones y queremos considerarnos especiales hasta el punto de querer cambiar el mundo.
La saga de todo héroe, con todos sus retos y dificultades, únicamente representa nuestras luchas.
Es preciso modificar la propia naturaleza para poder aspirar a una condición más iluminada, por eso no creo en pseudo-iluminados que no han vencido ni siquiera sus propias inclinaciones reprobables.
