El Otro Camino del Psicoanálisis
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 25/01/2015 11:28:10
por Carmem FARAGE - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
El mundo ha cambiado desde el adviento del psicoanálisis. Desde que Freud nos dejó esa herencia, hemos visto aceleradas, prodigiosas y profundas transformaciones en todas las áreas y dimensiones: sociales, económicas, culturales, éticas, espirituales, psicológicas, científicas.
El proceso de transformación es inherente a la condición de la humanidad, y en estos 30 años de práctica he podido vivir las transformaciones, también en el psicoanálisis, que ha venido sufriendo alteraciones en su teoría, su técnica y en su aplicabilidad práctica.
Recuerdo, cuando de mi formación, que los analistas ortodoxos torcían la nariz cuando sabían de algún “analista” que atendía menos de tres veces por semana. Decían sin titubear: “Eso no es psicoanálisis”.
Si bien en aquella época yo haya estado de acuerdo con muchos pensamientos radicales, hoy me considero ecléctica, reconociendo en mí los requisitos necesarios para considerar que practico lo que llamamos hoy psicoanálisis contemporáneo. Digo esto apoyándome en el hecho de tener una formación pluralista, con base en diversas vertientes teóricas y técnicas, sin obedecer ciegamente a cualquiera de ellas.
Hoy me siento en el derecho de refutar lecturas que no me dicen nada, de forma que poco a poco he venido creando mi propia identidad, con libertad para asumir mi estilo personal.
Estoy de acuerdo con Bion cuando dice que un analista debe quedar insatisfecho con su propio psicoanálisis para que pueda ampliar sus conocimientos y sus capacidades de comprender y vincularse con el paciente. Veo que muchos psicoanalistas hoy son así. Conocedores de una red de teorías, coherentes y complementarias que embasan y permean el escenario terapéutico.
Las revisiones se hacen necesarias. Antiguamente, el buen analista era medido por el silencio que producía en “escena”. Actualmente, ya no resta duda de que se trata de un método anacrónico, con un rancio de superficialidad que denota cierta dificultad del analista para mantener un contacto afectivo.
Los psicoanalistas de hoy son menos herméticos, facilitando la empatía y abriéndose al otro en una via de doble sentido.
El psicoanálisis ha estado, durante mucho tiempo, encastillado en una torre de marfil, guardando las distancias con las otras ciencias, incluso con la psiquiatría, atrayendo hacia sí una posición no muy simpática.
En una visión más holística del individuo, el psicoanálisis se depara con las vicisitudes de las transformaciones del mundo, creando nuevos paradigmas para sí, en una visión sistémica de la vida.
De esta forma, se depara con la angustia existencial del individuo moderno que, a diferencia de la época freudiana, está confuso y perdido en cuanto a la identidad, es decir, quién es, cómo debe ser, para qué y para quién vive. La creciente necesidad de buscar el éxito social lo pone en constante sobresalto. Tener que cumplir las expectativas externas exacerba la carga sobre sus hombros, llevándolo a cuestionar su existencia. También la globalización, que sustrae las diferencias individuales, crea crisis de identidad.
Ante una época mestiza, globalizada, pluralista, se agregan nuevos conocimientos al psicoanálisis, que facilitan las necesidades actuales de crecimiento interior.
Desde que he conocido las técnicas de abordaje del inconsciente a través de la regresión de memoria, he adoptado este instrumento en mi clínica diaria.
En los primordios del psicoanálisis, Freud intentó el método de la hipnosis inducida a fin de posibilitar las catarsis de los traumas reprimidos. Se desengañó con ese método, pues no era buen hipnotizador, y lo sustituyó por la asociación libre.
El descubrimiento reciente es que, sin utilizar la inducción hipnótica, podemos aun así ordenar al inconsciente que se revele, empleando una técnica de alteración del estado de consciencia, sin que, pese a ello, el paciente esté hipnotizado. Basta una relajación corporal con una orden verbal por parte del terapeuta.
Volviendo al punto inicial de Freud, podemos hacer el levantamiento arqueológico y retornar a la fuente de los síntomas, empleando, no la inducción, sino la asociación libre en estado alterado de consciencia. Pedimos que se diga todo cuanto viene a la mente y decodificamos las imágenes e ideas que surgen, a través del análisis.
Asociando la decodificación, actuaremos con las interpretaciones conscientes y consiguiente actualización y elaboración de los significados del contenido producido.
El resultado será el conocimiento profundo de sí mismo, y los cambios inmediatos a este reconocimiento se producirán.
Más recientemente, la filosofía de la física cuántica se ha abierto para nosotros y, en un adviento transformador, podemos hoy preguntar quiénes somos nosotros, y la respuesta vendrá.
Uniendo las tres técnicas: asociación libre, regresión de memoria y alteración del estado de consciencia alcanzando otras capas cuánticas de la realidad interna y externa, ha nacido la Terapia Lumni, ¡que explora el ser como nunca antes se ha podido hacer!