EL OTRO LADO DEL DOLOR
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 17/07/2018 08:18:58
Autora Tania Paupitz
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Traducción de Teresa
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LA OTRA CARA DEL DOLOR
Impresiona ver cómo el dolor tiene la capacidad de acercar las personas unas a otras.
Recuerdo que cuando éramos pequeños, ponerse enfermo tenía su lado positivo, especialmente porque las otras personas, principalmente los familiares más cercanos, nos trataban con cariño y atención diferenciada.
Si estábamos pasando por un problema grave de salud, nuestra madre era la primera a desdoblarse en atención, cuidando de que nada nos faltase. No raramente podíamos percibir los leves suspiros de preocupación, las conversaciones en voz baja, la mirada tierna y cariñosa, y los cuidados básicos con nuestra alimentación y bienestar.
Este sentimiento de compasión empática desencadena el amor hacia el otro y la seguridad de que nunca estaremos solos; pues sabemos que, independientemente de la situación, siempre habremos de contar con apoyo, ya sea de un amigo querido, una pareja, un hijo.
¿Por qué será que sucede así? ¿No estaría ahí una rara oportunidad para que revisemos nuestra postura en relación a nuestra forma de pensar, sentir y proceder para con nuestras relaciones?
Cuando la aflicción llega, especialmente frente a una pérdida o una enfermedad, no raramente puede pillarnos desprevenidos, pues nunca pensamos que determinada situación pueda pasarnos a nosotros.
Quedamos literalmente más cerca unos de otros, especialmente porque sabemos que siendo la vida un breve tránsito, hemos de ir poco a poco ejercitando la práctica del desapego: de la familia, de los bienes materiales, y de todo aquello que de alguna forma nos prende al mundo material.
Llegamos de manos vacías y partimos sin nada, a excepción de aquello que hemos conquistado en el ámbito interno, especialmente lo relativo a nuestra evolución como seres humanos.
Al final, acabamos por reconocer y comprender que a menudo las tribulaciones son bendiciones, que descienden sobre nosotros en forma de dolores y sufrimientos precisamente para ponernos a prueba, pues Dios nunca da más carga de la que podemos llevar.
Siendo los dolores y aflicciones cosas pasajeras, tienen únicamente la finalidad de corregir nuestra trayectoria, llevándonos a hacer una reflexión más profunda sobre nosotros mismos, constituyendo casi siempre remedios saludables para las imperfecciones de nuestra alma inmortal.