El otro solo está ante ti para reflejar tus propias dificultades
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 30/08/2009 10:56:43
por El Morya Luz da Consciência - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
¿Existe algo más limitador y doloroso para nosotros que perder tiempo con la venganza? Cuando pronunciamos la palabra “venganza”, ella vibra en nuestros oídos como algo sórdido y preferimos ocultarnos tras la máscara del justiciero. Yo no quiero vengarme, solo quiero justicia. Solo quiero lo que es mi derecho. O bien, yo solo quiero que mi ofensor sienta y reconozca mi dolor.
Si estás pasando por algo parecido, reflexiona: ¿Qué es lo que de veras quieres? Observa tu vida y procura percibir qué es más importante: ¿castigar al que te ha ofendido, rescatar tu autoestima, curarte, en fin, recuperar tu vida?
Cuando ponemos más tiempo y energía en castigar a alguien que en recuperar y hacer avanzar la propia vida, acabamos siendo los mayores perjudicados. Pensamientos repetitivos acaban por convertirse en obsesivos y dominan nuestra mente, trayéndonos angustia y retrasando proyectos que podrían mejorar nuestra calidad de vida.
Permanecemos presos dentro de nuestra propia mente, y eso retrasa el desarrollo, y además puede nublar la comprensión de los acontecimientos. En cualquier tipo de relación hay un 50% de responsabilidad por cada una de las partes, y la obsesión, la insistencia en no perdonar, en no aceptar y en pretender justicia, te quita la oportunidad de observar la misma situación de forma neutra, considerando también tu propia inadecuación, pues en todas las formas de relación el otro solo permanece ante ti como un espejo que refleja tus propias dificultades.
Tus sentimientos con relación al otro solo reflejan tus sentimientos con relación a ti mismo. Hemos sido estimulados a sobrestimar la importancia del otro en nuestra vida. En un momento lo colocamos en un pedestal y lo adoramos, y en otro momento, lo odiamos y queremos verlo muy lejos de nuestra vida. Aquí vale la regla enseñada por Jesús: “Ama al prójimo como a ti mismo”. Como no nos amamos, se hace difícil amar al otro.
Nuestra mayor dificultad es tratar a nuestro semejante como igual.
De esa forma, superar el dolor y perdonar al otro solo nos ayuda a perdonarnos a nosotros mismos.
Cuando nos sorprendemos condenando a alguien, podemos tener la seguridad de que es a nosotros mismos a quien acusamos. En realidad, lo más importante es que el perdón sea iniciativa nuestra. No importa si el otro lo aceptará o no, porque estará procediendo a favor o contra sí mismo.
No podemos convertir nuestra paz, salud y bienestar en responsabilidad del otro y viceversa.
Hemos de observar nuestros límites si queremos continuar evolucionando. Aprisionar al otro con venganza, o hacer justicia con las propias manos es ponernos grilletes a nosotros mismos.
La energía quedará retenida y estancada, y no hará tanto daño al otro como a nosotros mismos.
Gasta tu tiempo y energía en salvarte a ti mismo de las ataduras, sean éstas cuales fueren, que no te permiten tener placer en la vida y ser feliz en el ahora. Si tiempo es dinero, el pensamiento es energía, y, por lo tanto, cuando lo gasto innecesariamente, es como el dinero tirado, desperdiciado.
Controla, incluso adiestra tus pensamientos, permite que ellos sean constructivos, principalmente para ti mismo. Y, si te ayudas a ti, ciertamente estarás ayudando al medio externo, al planeta que tan necesitado está de reciclar el aire que respira.
Sé ecológicamente correcto, piensa con lucidez, con discernimiento, ten solamente buenos pensamientos y ayuda a recuperar el aura del planeta.
Vera Godoy