El propósito de la vida
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 02/08/2010 11:04:51
por Bruno J. Gimenes - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
El propósito de la vida – vivir – es obtener experiencia en cada situación. Es sentir, crear referencias entre lo acertado y lo equivocado para nosotros mismos. Es desarrollarnos, transformarnos, ponernos en marcha, crecer y evolucionar en todos los aspectos día tras día.
La evolución de nuestra conciencia ha revelado que los seres humanos están en una búsqueda intensa de referencias que les lleven a crear un camino propio de entendimiento, de crecimiento y de éxito personal.
La mente humana, todavía poco explorada en lo que se refiere a su potencial máximo, ya comienza a obtener un nivel de aceleración más evolucionado, más objetivo, y pasa a vislumbrar nuevas posibilidades, a romper conceptos congelados durante muchas generaciones y a renovar paradigmas que han estado como intocables mucho tiempo.
Cuando vivimos para aprender, buscamos, en cada experiencia, informaciones y referencias que puedan crear un camino de conducta, de actitudes y de carácter para esculpir nuestra personalidad de la mejor manera posible.
Las decisiones que hemos tomado en nuestro pasado son las directrices sobre quiénes somos y dónde estamos en el momento y lugar presentes.
La naturaleza ofrece todos los indicios de que estamos entrando en una nueva época, más clara, iluminada, desarrollada y avanzada. Una prueba de esto son los niños de la actualidad. Pequeñas personas, en lo que se refiere al físico, pero grandes expresiones de evolución en cuanto aludimos a la sabiduría y lucidez almacenadas en sus almas y mentes brillantes.
La victoria de la humanidad sobre muchos prejuicios, muchas dictaduras, estructuras rígidas y otras dificultades de expresión que han existido, también pone de manifiesto que estamos viviendo un momento especial en nuestras jornadas. Un momento de libertad.
No obstante, de la libertad de acción, de expresión y de elección también resultan serios problemas. Los seres humanos libertos en sus expresiones se convierten en esclavos de sus decisiones y de sus apegos materiales. Como consecuencia, todas las personas, consciente o inconscientemente, buscan una referencia, un camino a seguir, una directriz, una luz.
La búsqueda de auto-conocimiento está en evidencia. Todos los pueblos y todas las razas, en todo el mundo, están buscando eso, si bien sutilmente o de forma tímida y sin pretensiones. La humanidad nos da todos los signos de un cambio intenso en su universo de principios y valores. Al fin y al cabo, ya es más que hora de revisar nuestros conceptos.
El caso es que toda la población universal está viviendo en este planeta con un objetivo común: la evolución. Evolucionar significa eliminar los aspectos negativos de nuestra conducta, de la personalidad, de actitudes, sentimientos, creencias y actos. Evolucionar es mejorar a cada instante. Pulimentar, a cada momento, nuestro universo interior, para que el externo pueda sentir el reflejo y mejorar también.
Así, esta época en que vivimos puede considerarse especial, de libertad de expresión, en que los seres humanos, además de poder actuar más libremente, también pueden beneficiarse con el universo de conquistas que vienen sumando a lo largo de la historia: las tecnologías punteras, la información, la educación, la medicina, la era digital. Sin embargo, algo que merece una reflexión es lo siguiente: ¿Por qué la población mundial actualmente es merecedora de eso? ¿Por qué, después de guerras insanas, de injusticias crueles, de irracionalidades traumáticas, de enfermedades avasalladoras, de pestes, de sufrimientos vividos en la historia de nuestros antepasados, somos nosotros los elegidos para disfrutar, en el presente y en el futuro próximo, de las conquistas arduamente obtenidas en la historia de la humanidad?
Considero que esas preguntas son cuando menos intrigantes, porque, sobre todo, nos instigan a cuestionarnos quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos, por qué estamos aquí y ahora.
Varias estructuras religiosas del mundo están sufriendo fuertes crisis, pues ya no logran contestar a esas preguntas. Sus estructuras inmovilizadas, escayoladas y dogmáticas ya no son capaces de suplir los anhelos e interrogantes de sus adeptos, quienes, durante siglos y siglos, han estado aprisionados a un mundo superficial y aburrido de tantos paradigmas.
No importa realmente qué sea Dios para cada una de las civilizaciones en el mundo. Tampoco la forma de conectarnos a Él. Lo que realmente importa es que estemos todos conectados y en armonía con su voluntad, que, a lo que todo indica, debe ser la de que vernos a todos evolucionar y crecer en todos los aspectos.
Esa cuestión tiene el objetivo de que cada uno de nosotros pueda buscar su verdad interior, única, pulida, esencial y capaz de hablar el lenguaje del alma, que es la esencia divina contenida en cada ser vivo.
Estamos estancados por nuestras decisiones, que nos han vuelto más encerrados y sometidos. Por eso, ha llegado ya la hora de soltarnos de las armadillas que impiden a nuestra mente proyectar una realidad más bonita y evolucionada. Lo que no percibimos es que todo se produce de forma natural. Todo está impregnado en nuestra alma, en nuestra mente, en nuestro Yo Interior, al que poco accedemos en nuestro día a día.
Nuestra obligación es cuestionarnos las riendas que vienen conduciendo y tañen nuestra vida. ¿Vamos en la dirección correcta? ¿Qué dirección es la que tenemos que seguir? Solo hay un camino: el del crecimiento, el éxito personal y la evolución, que es el propósito de que estemos encarnados aquí en la Tierra.
Lo que escapa a nuestros ojos es el hecho de que tenemos internamente, registrada en nuestra esencia, en nuestra mente superior, la misión de nuestra alma, o sea, nuestro propósito mayor. Todo nuestro cuerpo y nuestra mente han sido moldeados y configurados para esa misión. Como si fuésemos la continuación de todo cuanto ha sido creado y conquistado en favor de esa evolución, y como si nuestra meta ahora fuese dar continuidad a ello.
Y considerando ese enfoque, de que estamos moldeados para un objetivo mayor, pero aún inconsciente, nuestra búsqueda debe ser traer a consciencia esa meta mayor, lo cual hará que todo sea más fácil.
Por eso, solo hay una forma de que el ser humano sea plenamente feliz: y es encontrando su camino, su propósito mayor o bien la misión de su alma aquí en la Tierra. Pues, cuando lo encuentre, todas sus células, sus emociones, sus sentimientos y su espíritu estarán en pleno equilibrio, ya que han sido proyectados para eso, o mejor, para evolucionar y para ser felices como parte de un todo, de un universo que recibirá el reflejo de su grado máximo de energía divina obtenido como un beneficio para todos los que aquí habitan.
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