¡El silencio que mata!
por Rosemeire Zago em STUM WORLDAtualizado em 06/10/2016 09:09:33
Traducción de Teresa
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En el artículo anterior escribí sobre la relación del suicidio con los abusos en la infancia, ya fuesen físicos, emocionales y/o sexuales. Pero ahora quiero reflexionar un poco más sobre el título, pues el silencio mata no sólo por el suicidio, también por los más diversos síntomas que se desarrollan a lo largo de la vida de quien fue víctima de abuso y tuvo que, forzosamente, mantenerse en silencio; porque cuando no tenemos quien nos ayude, somos obligados a reprimir la verdad. Verdad que lastima y nos va matando por dentro durante toda una vida, o hasta romper el silencio.
Vamos a pensar en el niño, que aun sufriendo algún tipo de violencia, se mantiene callado, pues no tiene estructura emocional para defenderse y buscar ayuda. El niño tampoco posee plena comprensión de la situación, y el abuso puede no ser visto como tal. Y cuando el abuso es sexual, el pequeño se ve constantemente amenazado, con frases tales como: si lo cuentas, nadie va a creerte, si lo cuentas voy a matar a tu madre, si lo cuentas vas a destruir a la familia, y así las amenazas son muchas. El niño cree todo lo que el adulto le dice, ¡y entonces calla!
El miedo a esas amenazas oídas a tan temprana edad puede permanecer inconsciente (porque su origen no fue tratado o siquiera descubierto), y aún de adulto podrá tener mucha dificultad para hablar sobre lo ocurrido, como si hubiese sido condicionado a permanecer en silencio; esto puede acompañar a la persona durante toda su vida y determinar todos sus comportamientos y decisiones.
Aún en los días de hoy muchos creen que al llegar a adulto no se va a acordar de lo que le sucedió en los primeros años de vida, pero quizá lo que esas personas no sepan es que cuanto más pronto sea cometido algún abuso, más grave será el daño. Y por mucho que no se acuerden, ya que a menudo el olvido se produce como forma de defensa del inconsciente, el cuerpo lo registra todo, y los recuerdos de los abusos pueden salir en los sueños o en síntomas físicos, como igualmente en forma de repetición de ese patrón, en cualquier momento de la vida. O sea, no es preciso que el trauma se recuerde conscientemente para hacerse presente, pues con toda seguridad se hará, con sus consecuencias.
Por tanto, si recuerdas o sospechas que has sufrido algún tipo de abuso, principalmente sexual, enfrenta tu vergüenza, miedo, culpa, ¡y busca ayuda! Recuerda que el niño siempre es víctima y, por tanto, no tiene culpa de absolutamente nada de lo que ocurrió. Para tu recuperación es importante hablar, ser escuchada, validar y tomar en serio todo lo que sentiste y todavía sientes. Un profesional con experiencia en traumas de infancia podrá marcar la gran diferencia. Sí, mucha experiencia, porque desgraciadamente la mayoría de los profesionales no tienen esa preparación y pueden acabar por causar un nuevo trauma a quienes acuden a ellos.
En fin, el proceso de curación comienza cuando el adulto que fue víctima de abuso en la niñez decide romper el silencio del sufrimiento. Siempre vale recordar una cita de Alice Miller: no son los traumas de infancia lo que nos hacen enfermos, y sí la incapacidad de expresarlos. Y la presencia de un testigo conocedor es indispensable para este proceso. No te quedes sola en silencio con tu dolor, permítete romper con ese silencio que te aprisiona y te hace sufrir.