El simple deseo de olvidar no va a borrar los acontecimientos emocionales registrados
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 07/05/2013 10:47:32
por Eliana Kruschewsky - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Según Einstein, estamos compuestos por cuatro dimensiones de energía: energía mental, emocional, espiritual y física. Cada una de estas dimensiones posee una frecuencia vibracional. La frecuencia vibracional define los aspectos positivos y negativos que estén interfiriendo en tales energías. Nuestra mente absorbe informaciones externas, estímulos provenientes de lo que oímos, vemos, entendemos. Dependiendo del estímulo, creamos sentimientos, a través de nuestras emociones. Tales sentimientos se alojan, vibracionalmente, en nuestro consciente, como si fuesen un virus, haciendo que siempre que recordemos el hecho mental, accionemos sentimientos referentes que hemos alojado. Con el tiempo, tales sentimientos y emociones van condensándose, hasta el punto de que, aparte de las sensaciones psíquicas, aparecen síntomas físicos perceptibles.
Obsérvese que hablamos de sentimientos y todos sabemos que la simple voluntad de olvidar no va a borrar tales acontecimientos emocionales registrados, ello porque nuestra voluntad – que es mental – no tiene condiciones vibracionales para excluir lo que ella ha creado en el alma: sentimientos de baja vibración. Por eso una amargura, una indignación, una ira, una venganza, un miedo, no se borran de nuestra alma sólo con la fuerza de la mente; y aquí entra la limpieza emocional, que es una limpieza profunda de todo lo que nuestra alma ha registrado. Debemos liberarnos de tales registros que están en el alma, pues no están en la mente. Para ello hemos de buscar ayudas que se enfoquen en el alma.
Los beneficios de una limpieza emocional son amplios. Ya hemos oído hablar de enfermedades somatizadas o crónicas. Como terapeuta, no entiendo que nada sea enfermedad, y mucho menos crónica. Parto del principio de que un acontecimiento emocional negativo registrado en el alma es un foco de energía de baja vibración que bloquea nuestra energía emocional y, como consecuencia, podremos padecer las más diversas “enfermedades” que la medicina tradicional denomina crónicas o incurables. Tales focos de energía de baja vibración, o negativas, deben ser disueltas para obtener salud, tanto emocional como física. Louise Hay, autora del libro “Cura tu vida”, demuestra claramente cómo surge emocionalmente cada enfermedad, en nuestra energía física, considerando el estado emocional. Entonces, si deseas curarte de una simple bursitis, la limpieza emocional va a ayudarte mucho más eficazmente que unas infiltraciones de corticoides.
Todos los habitantes de este planeta estamos aquí para aprender a lidiar con nuestra energía emocional. Religiones, doctrinas, literaturas, indican que el equilibrio está en la administración de nuestras emociones. Luego, puesto que somos vulnerables emocionalmente, sugiero que de tres en tres meses lleves a cabo una limpieza emocional para evitar somatizaciones emocionales y disolver posibles focos de energía, antes de que ésta se condense en lo físico y se configure en una dolencia sintomática y diagnosticada.
El llanto es una forma de expurgo del alma. Expurgo es una limpieza energética. Luego, el llanto es una forma de vaciar una sensación molesta en el alma, es como si fuese una válvula de escape que necesita soltar un poco de presión para soportar la situación. El llanto alivia, pero no limpia las emociones. Todo lo que está guardado en el alma, queda allí registrado; y nosotros solos no seremos capaces de librarnos de un sentimiento agonizante, pues sería como pisar arenas movedizas, por lo cual es preciso buscar ayuda.
Hoy día hay varias técnicas, prácticas, procedimientos, ejercicios, métodos para hacer una limpieza emocional. Como terapeuta, ayudo a mis pacientes haciendo una evaluación radiestésica. Es una práctica que pesquisa en el campo vibracional de personas y ambientes. Práctica muy utilizada en Europa y que yo empleo aquí en el Brasil con el objetivo de detectar focos de energías de baja vibración, no sólo la energía emocional, sino además la energía mental y la física. Por medio de esta pesquisa radiestésica podemos identificar el origen de tales focos de energías y averiguar la forma de disolverlos, indicando prácticas de la medicina complementaria y tratamientos radiónicos. Como complemento, doy asesoría terapéutica para hacer un seguimiento de los resultados y ayudar a la persona a reacondicionar sus pensamientos y sentimientos.
Desde hace doce años he venido notando una búsqueda muy intensa de prácticas que alivien el alma, pero en los últimos tres años percibo que las gentes están como perdidas, sin rumbo, desesperadas, sin saber qué pensar o sentir, desanimadas. Y esto me preocupa, pues si no buscan ayuda para llevar a cabo una limpieza emocional, pueden volverse dependientes de medicamentos químicos para poder soportar el vivir; y a esto no puedo llamarle vida. Vemos en la TV, en las calles, en el trabajo, en las familias, muchos estímulos que pueden resultar en focos de energías de baja vibración, es como si fuese un virus que invade el alma de las personas; una limpieza emocional profunda evitaría consecuencias enfermizas futuras.
No soy adepta de la culpa. No creo en la culpa en el otro y en nosotros, pero sí creo en el auto-conocimiento. Creo en que tenemos cómo elegir situaciones buenas o malas, creo en que todo cuanto vivimos es una opción nuestra, pues siempre tenemos la posibilidad de elegir. Si elijo una opción, luego este es el camino acertado, aunque las consecuencias no sean las esperadas, sino el resultado es un aprendizaje. Si he aprendido, a través de un auto-conocimiento, que sentir enojo me traerá problemas en el hígado y en la vesícula, entonces ¿por qué he de repetir este error? Si he aprendido que guardar un resentimiento y negar el perdón a alguien me traerá células con neoplasias, entonces ¿por qué continuaré inflexible ante el otro, corriendo el riesgo de tener una metástasis?
La fe es una condición esencial para mantenernos en equilibrio e inmunes a las interferencias de energías de baja vibración; no obstante, una vez “infectados” por tales energías, tenemos que buscar ayuda. Somos portadores del destello divino que alimenta energética y espiritualmente nuestro cuerpo físico. Creyendo o no, teniendo fe o no, hay una sincronía entre este destello divino y Dios, entre nuestro yo-interior y nuestro Yo-superior. Nos basta con mantener una sintonía sin interferencias entre estos dos “yo”. La fe es contraria al miedo, pues el miedo nos aleja de la fe y, alejándonos de la fe, reducimos nuestra sintonía con nuestro yo-superior. La fe es una sintonía que fortalece nuestra sincronía, y con ello aumenta nuestra luz interior, librándonos de muchas interferencias negativas en nuestra mente, y por consiguiente en nuestra energía emocional, manteniendo sana nuestra alma.Sólo puedo decir que al entregar todo en manos de Dios, como hace la mayoría, y cruzarnos de brazos, la dolencia no se marcha, el dinero no aparece en la cuenta, un empleo no va a llamar a la puerta, una relación no se va a volver armoniosa, en fin. Lo que quiero dejar de mensaje aquí es que todo en la vida sucede con la ayuda de muchas cosas y de mucha gente, pero, principalmente, de tres energías: energía divina (Dios); energías ayudadoras (terapeutas, médicos, psicólogos, otros…). Pero sin tu energía, sin tu voluntad, sin tu actitud de buscar ayuda, de ponerte en movimiento para cambiar las situaciones y, principalmente, sin estar a tu favor y promover una reforma interior, nada va a cambiar.
