Ellos distribuyen drogas, nosotros damos dulces!
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 08/04/2020 11:34:27
Autor Wilson Francisco - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Mi fallecida madre era devota de Cosme y Damián. Cuando llegaba el día de celebrar su fiesta, ella hacía una bandeja de dulces y los distribuía entre los niños que encontraba por el camino.
Un año ella me pidió ayuda para preparar los dulces y acepté participar. Ella y yo estuvimos muy felices por la oportunidad de preparar juntos aquella bandeja de dulces.
Sin embargo cuando mi padre y mis hermanas se enteraron de nuestro proyecto, exigieron participar en él y yo tuve que buscar la manera de que todos colaborasen para los dulces de Cosme y Damián.
Pensaba cómo distribuir las tareas para que todos participasen y no hallaba la manera de compaginar todos los esfuerzos. Pero me parece que Cosme y Damián me ayudaron e inspiraron, pues de un momento para otro me vino a la mente la solución, en cuanto a la organización de las tareas.
Delegué en mi madre y mis hermanas la tarea de comprar las cosas necesarias: caramelos, piruletas, confites de maní, pequeños juguetes, bolsas de plástico para los dulces. Cuando dispusimos de todo ello, fijé una fecha para reunirnos y preparar los dulces.
El día fijado, preparé una verdadera cadena de montaje para empaquetar los dulces. Cada uno tenía una función, cada uno colocaría un tipo de dulce en la bolsita. Así, todos contribuirían en los dulces de Cosme y Damián y se sentirían felices.
Cuando terminamos de empaquetar, teníamos un carrito de la compra lleno.
Todos estábamos felices por haber ayudado en aquel evento y mi madre era la más feliz, pues lo que ella había planeado que fuese una humilde bandeja de golosinas, se había convertido en un carrito lleno de dulces, ¡ciertamente un maravilloso obsequio!
El día de Cosme y Damián, mi madre tomó el carrito de la compra y dijo que se iba a distribuir las bolsitas de dulces por las calles. De hecho, ella salió y volvió al cabo de unas tres horas, en un estado de plena felicidad.
Nos contó que además de buscar a los niños para darles los dulces, también los repartió entre los mendigos y los sin-techo que encontró por el camino.
Los mendigos le dieron las gracias con lágrimas en los ojos, pues "nadie se acordaba de ellos para darles alguna cosa" - dijo uno.
Cada uno de nosotros se sintió feliz por haber participado en la confección de las bolsitas de dulces, pero Cosme y Damián reservaron para mi madre la participación más bonita, ser su mensajera para con los desafortunados".
Esta historia verdadera me fue relatada por un paciente. Hoy tiene más de cuarenta años y guarda en la memoria esa reliquia, un recuerdo precioso.
La depresión y otros sinsabores casi le hicieron la vida imposible. Yo lo acompaño, en una nueva jornada, le doy incentivo a fin de que emplee la escoba de la voluntad para limpiar su mente. En ese camino, él necesita adiestrar su cuerpo, conducirlo hacia otras metas, reprogramar movimientos, elaborar diferentes impulsos.
Actualmente sigue un curso en la FEESP, está aprendiendo algo sobre reforma interior. Lo estimulo, aquí en el proceso de reprogramación mental, a llevar a cabo el formateo de nuevos hábitos, a dotar de inteligencia su cuerpo, para que él, Espíritu, pueda manifestarse en la vida con más desenvoltura.
Y el recuerdo de esa historia, tan dulce y profunda, es un paso expresivo que él da para "reformar" su cerebro.
Ante el acoso que las amarguras y las acciones invasivas de Espíritus intentan realizar en su mente, ¡él apalanca su interior en esa linda historia!
Los traficantes y los agentes del Mal distribuyen o inducen a niños y jóvenes a las drogas. Mi cliente, su madre y familiares ofrecen dulces.
¡Los niños y jóvenes en las Escuelas, los pobres de la calle están felices! Se acerca el día de Cosme y Damián. ¿Qué tal hacer tu cesto de dulces?
El nombre de mi cliente, lo guardo en el corazón. ¡Vosotros guardad en vuestras almas esa historia de Amor!