EMANCIPACIÓN DEL ALMA: sueño, sueños, viaje astral y sonambulismo I
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 04/10/2015 11:26:29
por Maísa Intelisano - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
"No somos seres humanos teniendo una experiencia espiritual. Somos seres espirituales teniendo una experiencia humana." - Pierre Teilhard de Chardin
Con ese concepto en mente se hace más fácil comprender todo lo que la mayoría de las tradiciones espiritualistas explica respecto del sueño y de los sueños.
Aun estando ligado a un cuerpo físico denso y pesado, el espíritu jamás pierde su característica principal: es siempre un espíritu. La condición de encarnado es pasajera y cambia varias veces durante su evolución espiritual. La condición verdadera, definitiva y permanente es sólo la espiritual. La física o humana es sólo temporal y circunstancial. Así, aun estando encarnado, el espíritu mantiene sus capacidades espirituales, si bien limitadas y parcialmente adormecidas en función de estar ligado a un cuerpo físico.
El sueño no es otra cosa que un retorno temporal y parcial al mundo espiritual. Cuando el cuerpo físico adormece y su actividad metabólica disminuye bastante a causa del sueño, el espíritu se ve casi automáticamente arrojado fuera del cuerpo físico, pudiendo moverse libremente sin el peso de ese cuerpo. Como se trata de un espíritu encarnado, hay un nexo que lo mantiene ligado a su cuerpo, nexo ese conocido como cordón de plata por las tradiciones espiritualistas orientales.
Durante el sueño, la actividad cerebral disminuye bastante, haciendo que el individuo entre en estados alterados de consciencia, los cuales propician que el espíritu se suelte del cuerpo físico. Durante ese desligamiento temporal del espíritu, también conocido como proyección de la consciencia o viaje astral, el espíritu puede desplazarse con relativa facilidad en el mundo astral, recuperando inclusive gran parte de sus capacidades psíquicas, tales como la clarividencia, la clariaudiencia, la precognición, etc.
Como el espíritu no se encuentra limitado por el peso y la densidad del cuerpo físico, sus sentidos se amplían, pudiendo comprender y percibir mejor todo lo que sucede a su alrededor. De ese modo, no sólo las cosas materiales adquieren nueva perspectiva para él, sino que además las propias dimensiones espacio-tiempo dejan de existir, permitiéndole ver escenas del pasado y/o de otros lugares del mundo o del universo, y asimismo presentir, con cierta exactitud, acontecimientos futuros.
Durante esos paseos espirituales, el espíritu puede desarrollar varias actividades que reflejan en género y calidad las características morales, intelectuales y espirituales del individuo.
Así, durante el sueño del cuerpo físico un espíritu puede encontrar a otros espíritus, desencarnados o encarnados, que también se hallan en horas de sueño y desprendidos de su cuerpo físico; puede participar en cursos, conferencias, trabajos y eventos en el plano astral; puede actuar en asistencias, socorros y orientaciones de todo tipo, etc. Pero puede, también, conforme a sus propias preferencias, ser víctima de orgías, sesiones de consumo de drogas, asaltos energéticos, riñas, discusiones, ataques, etc. Todo dependerá únicamente de la ley de las afinidades, que garantiza que atraemos situaciones, personas y acontecimientos que tienen afinidad con nuestras propias creaciones interiores.
Vemos así que muchos de nuestros sueños y pesadillas son en realidad un recuerdo fragmentado y distorsionado de acontecimientos vividos en el mundo espiritual durante el desprendimiento natural del sueño común de todos los días. Pese a que esos recuerdos parezcan inconexos y absurdos, muchos de ellos son bastante verdaderos y si no se entienden conscientemente, pueden ser comprendidos inconscientemente, y ser provechosos o dañinos para el espíritu en su vida material, dependiendo de su contenido y de la carga emocional y energética que hayan proporcionado.
No obstante, no todos los recuerdos que traemos de nuestro sueño están relacionadas con nuestras experiencias de emancipación espiritual. Existe también lo que se denomina sueño fisiológico, que se caracteriza por la creación mental de situaciones e imágenes relacionadas con preocupaciones o asuntos cotidianos, profundamente enraizados en la mente del encarnado durante su estado de vigilia. En esos casos el cerebro se encuentra tan sobrecargado con los propios pensamientos y preocupaciones que crea todo un contexto donde esos mismos asuntos puedan continuar siendo vividos.
Ese tipo de sueños nada tiene que ver con los paseos espirituales. A decir verdad, en estos casos el espíritu las más de las veces ni siquiera se aleja de su cuerpo. Se adormece también y fluctúa algo más arriba del lugar donde el cuerpo físico está descansando, y permanece así largo tiempo.