Enfermedades del Siglo XXI - Anorexia
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 17/03/2016 15:58:14
Autor Lenia Queiroz - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
No existe nada más destructivo para una mujer que la anorexia nerviosa. Destructivo en el sentido literal, avasallador, destruye el cuerpo y la mente a veces de forma irreversible. Es un trastorno alimentario en el cual la búsqueda insana de la delgadez lleva a una rígida y enfermiza dieta alimentaria. Tan devastadora que el individuo rechaza cualquier tipo de alimentos, llegando a conducirlo al fracaso múltiple de los órganos, o sea, muere de hambre. Es más frecuente en adolescentes, quienes, fascinadas por la dictadura de la delgadez, se auto-flagelan en busca del tan soñado cuerpo ideal. Pero ¿os habéis preguntado de dónde viene la imagen del “cuerpo ideal”? Yo creo en el poder de las imágenes subliminales. Este recurso ha sido muy utilizado por profesionales de la publicidad en el pasado, cuando la foto de un producto aparecía en una pequeña fracción de segundo en una película, sin que el consumidor lo percibiese. Bastaba que aquella imagen quedase archivada en el inconsciente para que en el consumidor quedase el deseo de poseerlo. Este recurso se ha prohibido, porque impedía al consumidor ejercer su derecho de elección. Pero, pensad bien, ¿no es utilizado hoy día este recurso de forma más explícita? Presta atención a todo lo que se pone en circulación por los medios.
Mujeres maravillosas, con cuerpos perfectos a menudo fruto del photoshop, de intervenciones quirúrgicas y rigurosos tratamientos de belleza, que venden cervezas, coches, productos de belleza, en fin, todo cuanto forma parte de nuestro universo. Además de esto, en películas y novelas, la pareja de protagonistas son siempre los cachas, los guaperas, los tipos perfectos; el bandido sí, puede ser feo y gordo, el actor principal, no. O incluso en las películas hollywoodianas, el gordito es siempre el payaso, el comediante, nunca el galán. No deja de ser un mensaje subliminal, ¿estáis de acuerdo?
Ese canon tiránico de belleza deja secuelas tan devastadoras en nuestra sociedad, como el mayor tirano de todos los tiempos haya podido dejarlas en la historia de la humanidad. La imagen de mujeres y hombres judíos, que sólo eran piel y hueso en los campos de concentración, poco difieren de las mujeres anoréxicas de hoy. La diferencia estriba en que en el nazismo, con el ideal enfermizo de purificar la raza humana, la violencia era de fuera hacia dentro, y para llegar al canon de belleza dictado hoy, la violencia es de dentro a fuera.
Por eso, padres y madres de adolescentes, prestad atención a vuestros hijos. No es fácil de notar, porque el adolescente puede pasar meses y hasta años con anorexia sin que nadie se dé cuenta. Una señal probable es el alejamiento de la familia, irritaciones continuas, preocupación excesiva con el peso y la imagen, empiezan a usar ropas anchas para disimular la delgadez, nunca tienen hambre, entre otras.
El trabajo con la autoestima y la auto-imagen es esencial en estos casos. Incluso en casa, mucha conversación y demostraciones de cuán exagerados son esos cánones de belleza, dan muy buenos resultados. La aceptación del propio cuerpo es fundamental para la salud psíquica y física de nosotras, las mujeres. Está claro que la preocupación por una alimentación sana es muy bienvenida, al igual que los ejercicios físicos regulares, pero siempre dentro de la normalidad. Nada de exageraciones, en ninguna circunstancia, ya que la exageración siempre es nociva. Y para terminar, me gustaría resaltar la importancia de las relaciones familiares. Nosotros los padres tenemos que salir de nuestro nivel de “educadores” y tener una relación de intercambio con nuestros hijos. Hay que evitar el dictado de normas, la imposición de pensamientos y opiniones. Hemos de dejar un espacio para oírlos a ellos también. Educar no consiste en una relación en que uno dicta la norma y el otro obedece. La principal arma de la educación es el diálogo, pero mirad bien, hay una diferencia enorme entre mantener una conversación y dialogar. Dialogar es intercambiar experiencias, mostrar la emoción, dejar que tu hijo sepa acerca de tus miedos, aflicciones y conflictos. Mostrar tu lado más frágil no es señal de flaqueza, sino de humanidad. Sólo así él entenderá que sus ansiedades y conflictos son inherentes a todos los seres humanos, y podrá encararlos de forma madura y natural.
¡Un beso y hasta la próxima!
