Entusiasmo
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 29/04/2012 12:12:05
por Helena Gerenstadt - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Ralph Waldo Emerson escribió cierta vez: “Nada importante puede conseguirse sin entusiasmo”.
En el Gran Tabernáculo Mormón de Salt Lake City, un orador invitado debía hablar, según el programa, durante cuarenta y cinco minutos. Habló más de dos horas. Al terminar, diez mil hombres y mujeres lo aplaudieron de pie durante cinco minutos.
¿Qué pudo haber dicho el orador para despertar tal reacción? Lo que dijo no fue ni remotamente tan importante como la manera en que lo dijo. La multitud quedó arrebatada por el entusiasmo del orador, y, con toda probabilidad ya no recordaba muchos de los detalles sobre lo que éste había dicho.
Louis Victor Eytinge cumplía prisión perpetua en la penitenciaría estatal de Arizona. No tenía amigos, ni abogado, ni dinero. Pero tenía, desde luego, entusiasmo, del cual se sirvió con tanta eficacia que, al final, le aportó la libertad.
Eytinge escribió a la Remington Typewriter Company contando sus tribulaciones y rogando a la compañía que le vendiese a crédito una máquina de escribir. La compañía hizo algo mejor. Le regaló la máquina.
Él empezó por escribir a empresas, solicitándoles sus prospectos de ventas – que reescribió y devolvió. La revisión del texto fue tan buena que en no mucho tiempo ya tenía dinero suficiente, proveniente de donativos, para contratar a un abogado. Lo cierto es que era tan competente en su trabajo que llamó la atención en una gran agencia de publicidad de Nueva York, la cual, con la ayuda de un abogado, consiguió el perdón para él. Al salir por los portalones de la penitenciaría, fue recibido por el presidente de la agencia, que lo saludó con las siguientes palabras:
- Bueno Eytinge, tu entusiasmo se ha demostrado más fuerte que los barrotes de hierro de esta cárcel.
La agencia tenía un empleo para él.
La repetición constante no deslustra el viejo adagio que dice que “nada es tan contagioso como el entusiasmo”. El entusiasmo es la onda de radio a través de la cual transmites a los demás tu personalidad. Es más poderoso que la lógica, la razón o la retórica para lograr que tus ideas sean aceptadas y para atraer a otras personas a tus puntos de vista.
Un jefe de ventas de gran éxito dice que el entusiasmo es el rasgo aislado más importante del buen vendedor – con tanto que sea sincero y evidente. Cuando estreches la mano de alguien, pon algo extra en el apretón, algo que haga a la otra persona pensar que te sientes realmente feliz al verla – dice.
Una palabra de cautela: nada es tan falso como el falso entusiasmo – la exhibición excesivamente enérgica, aplastante, que todos pueden reconocer y de la cual todos desconfían.
Un ejemplo de cómo el entusiasmo puede llevar al triunfo viene dado por la carrera y la vida de Jennings Randolph. Después de graduarse en el Salem College, en Virginia Occidental, Randolpy entró en política y llevó a cabo una campaña tan convincente que fue elegido con gran ventaja, venciendo a un adversario de más edad y con más experiencia. Gracias a su buen hacer para influenciar a los colegas de la Cámara, el presidente Franklin Delano Roosevelt le propuso comandar la legislación especial de tiempos de guerra en la Cámara de los Diputados.
En un concurso público de popularidad, llevado a cabo por un grupo de profesores de Washington, Roosevelt y Randolph fueron votados unánimemente como las personalidades más fascinantes del gobierno de aquella época – pese a que Randolph sobrepasase al presidente en ese particular, gracias a la capacidad de influir sobre las personas con su entusiasmo sin límites. Tras catorce años en el Congreso, Randolph decidió aceptar una de las muchas propuestas que le hacía la industria privada.
Se hizo asistente del presidente de la Capital Airlines, por la época en que la compañía operaba en números rojos. En dos años, gracias a su energía sin igual, él había ayudado a la Capital Airlines a superar a todas las demás compañías aéreas en rentabilidad.
Hablando acerca de la personalidad encantadora de Randolph, dijo el presidente de la Capital Airlines:
- Él más que merece el sueldo que gana, no solo por el trabajo real que hace, sino, y sobre todo, por el entusiasmo que inspira en todos los demás miembros de la empresa.
Nadie nace entusiasta. Se trata de una cualidad adquirida. Y podemos adquirirla nosotros también. Recordemos que, prácticamente en todos los contactos con otras personas, nosotros intentamos, en cierto sentido, venderles algo. Eso es verdad en todas las relaciones, menos en las más banales. En primer lugar, convéncete del valor de tu idea, de tu producto, de tu servicio – o de ti mismo. Examínalos críticamente – y examínate a ti también. Descubre los defectos en todo cuanto estés intentando vender y corrígelos de inmediato. Convéncete enteramente de la perfección de tu producto o idea.
Armado con esa convicción, cultiva el hábito de pensar en positivo, vigorosa y enérgicamente, y descubrirás el entusiasmo devolviéndose en sí y por sí mismo – con el sonido convincente de la sinceridad auténtica ayudándote a proyectarlo hacia los demás.
Del libro: Un año para enriquecer – Napoleon Hill – Editora Record.
CARTA DE LA PROSPERIDAD
Tengo conciencia de la abundancia en mi vida y la agradezco.
Todo aquello que necesito viene a mí con facilidad, armonía y equilibrio.
El Universo cariñoso me provee y me nutre.
Y a través de estas personas me da energía para continuar.
El amor me da el coraje para decidir por el bien.
El bien está en nuestros corazones y es la energía que hace que todo prospere…
La prosperidad solo se consigue por medio de la paciencia y la sabiduría que nos dan los caminos que hay que recorrer.
Y así el camino hacia la prosperidad se vuelve iluminado, con las bendiciones del saber divino e infinito.
Haciendo que las personas dejen de ser unitarias para juntas ser unidad.
Formando el Todo, una Gran Conciencia.
La gran conciencia trae el verdadero sentido de la vida, de nuestra existencia.
De ser generosos para que sobrevenga la abundancia.
Somos prósperos en todos los campos de la vida, o sea, material y espiritual.
Felices en conciencia, podemos prosperar equilibradamente, en todas las ciencias.
Del corazón a la conciencia. De la luz a la vida, de la ternura al Amor Mayor. ¡Somos Uno!