ESPECIAL STUM: La llamada Cósmica del STUM
por Sergio Scabia em STUM WORLDAtualizado em 27/05/2010 14:50:08
Traducción de Teresa - [email protected]
Este Sitio surgió de una meditación profunda…
En un cielo oscuro había en el aire sólo una bola enorme, dorada, en permanente movimiento, mostrando toda su impresionante belleza y fuerza. Imposible describirla con palabras, pues no se trataba solamente de algo majestuoso, sino que sentía claramente que de ella emanaba una energía poderosa, increíble. Sabía intuitivamente que estaba contemplando el Todo, que todo cuanto existía emanaba de allí, la Fuente de la vida.
Me sentía en estado de gracia; estaba en una posición privilegiada, era un observador atento de cada detalle de esta esfera que hacía movimientos deslumbrantes en su superficie, exhibiendo tonos y matices nunca antes vistos, que me dejaban boquiabierto.
La contemplación de tamaña maravilla me saciaba el alma, me daba aliento y me transmitía solamente serenidad, paz y armonía totales. Pensé conmigo que estaba viendo a Dios.
Cuando de repente empezó algo que no podía esperar; de la bola salió un pequeño punto de luz, que dejaba un rastro nítido tras de sí; venía acercándose por mi lado izquierdo. Era un crío de pocos años, que al pasar por mí abrió una linda sonrisa. Me sentí incómodo, pues reconocí en él algo intrigante: se trataba de un individuo que me había engañado en los negocios. Pero no fue posible pensar mucho, visto que un nuevo punto de luz se acercaba, esta vez por mi lado derecho… siempre un crío sonriendo: era un chaval que se había casado con una persona a quien yo había amado…
No podía faltar aquel desafecto que me había lastimado seriamente en una partida de baloncesto… y otros llegaron, prácticamente todos aquellos a quienes yo hubiera preferido nunca más ver delante de mí. Fue cuando la meditación resonó con una voz pastosa, amorosa, como la de un padre que conforta a su hijo pequeño que se ha asustado con algo que ha visto. Era la voz del “papa bueno”, el Papa de los pobres, Juan XXIII, que antes de convertirse en Pontífice de la Iglesia Católica había sido Cardenal de Venecia, a pocos kilómetros de la ciudad donde nací.
Las palabras, en portugués, repetían, como si se tratase de un mantra: Somos Todos Um, Somos Todos Um, Somos Todos Um… (Somos Todos Uno…)
Y aquella bola se transformó rápidamente, se acható, cambió de color y en su superficie aparecieron líneas como marcando los meridianos y paralelos del mapamundi. Sin embargo seguía siendo El Todo, y a mis ojos se convirtió en el Universo. Una línea vertical negra, definitiva, dividía el hemisferio izquierdo del derecho; la información que recibía era que se trataba de la línea del tiempo. Del ahora, del eterno ahora. Todo didáctico, incluso simple de comprender.
Seguidamente “El Universo” o mejor, sus líneas de meridianos empezaron a desplazarse de izquierda a derecha. Al detenerse, después de un movimiento por veces prolongado y acompañado con los colores del arco iris, salía una pantalla de la línea negra y en ella podía ver los puntos principales de una vida pasada. Sin fallo. ¡Aquel fraile benedictino que escribía a mano gruesos libros sagrados en un monasterio del norte de Italia era yo mismo! Y la cosa no se quedó ahí, otras vidas fueron abiertas de par en par, alguna bastante guay y otras no tanto.
Y entonces ocurrió algo que no podría esperar. “El Universo”, de repente, empezó a moverse de derecha a izquierda. Cuando los meridianos se detuvieron, el rastro con los colores del arco iris se disolvió y la tela se abrió; accedí a algo racionalmente imposible de creer: una vida futura. Siempre con aquella “banda sonora conectada”, como tratando de esculpir, de tallar en mi mente, de forma definitiva, aquel mantra sagrado, Somos Todos Um…
En instantes, la transformación inversa se produjo y la majestuosa bola dorada resplandeció nuevamente…
Fue cuando, en recorrido inverso, envejecidos, calvos o de cabellos blancos, todos cuantos habían pasado por mí, sonriendo nuevamente al mirarme, siguiendo aquel cordón de energía, de luz, empezaron a retornar al punto de origen. Uno a uno se sumergían en la Fuente, como pequeños cometas y a cada retorno algo bellísimo ocurría: la esfera se hacía aún más bella, luminosa, brillante. ¡Es increíble como algo tan bello podía ponerse todavía más lindo!
De repente, tras el retorno de todos los “desafectos”, ocurrió algo muy intenso, inesperado. De simple observador, que boquiabierto y confortablemente asistía sentado en el sofá a un film de ficción científica, surgió un nuevo punto de luz desplazándose, esta vez, en dirección a mí.
En pocos instantes percibí que aquella niñito era yo mismo, acercándose velozmente con amplia sonrisa y los ojos centelleando, el rostro manifestando una alegría incontenida.
Así él/yo nos convertimos en algo único, una sola vida, una felicidad verdadera, completa. Y el rastro de luz esta vez me atrajo con fuerza hacia la bola de luz dorada… Bastante sorprendido, pero sin miedo alguno, me perdí, me disolví en aquella luz dorada y pura que lo es todo y todo lo contiene. Dejo a la imaginación de cada cual la sensación de amor infinito, de Unidad, de bienaventuranza.
Ciertamente, muchos lectores han pasado por experiencias parecidas, algo que casi siempre proporciona un viraje permanente en su vida. Es todo muy real, consciente… un verdadero regalo de los cielos.
Tardé mucho en retornar a la conciencia despierta, pues no quería ciertamente salir de allí… Poco a poco, en la penumbra del cuarto (en torno a las siete de la noche de un día de semana), volví a recordar quién era, dónde vivía, y que aún quería ir a jugar al baloncesto al Ibirapuera. En reloj de aquí de la Tierra, todos aquellos acontecimientos, aquellas vidas pasadas, y la futura, el convertirme en Uno, el sumergirme en la luz, habían parado el tiempo. ¡Creed en mi palabra, no fueron más de cinco minutos!
Y el logotipo del Sitio intentó humildemente transformar en imagen, recordar, este episodio, que ahora también es tuyo… basta que sepamos silenciar la mente, manteniéndola abierta a lo nuevo, a lo que parece imposible y demasiado distante para ser verdad. Siento que muchos conseguirán visualizar o vivenciar lo que estoy narrando, y sé que la percepción será libertadora, definitiva.
¡El Universo conspira y nos invita a encontrarlo, a visitarlo ahora mismo! Sí, ahora. Ya no va sin tiempo. Todos pueden, no fui yo solo en recibir estas informaciones; basta volver a ser aquel crío curioso, sin prejuicios, sin miedo a nada, y con absoluta seguridad, de mente y corazón abiertos, podremos ir más allá, mucho más allá. Nada como tener estas experiencias directamente, en primera persona.Recuerdo que pedí perdón a todos los otros viajeros que encontré en el espacio. Fueron fax, e-mail, llamadas telefónicas, y fue algo especial, al percibir que yo podía modificar todo cambiando mis conceptos, mi manera de ver. Finalmente la “Vidanueva” -primer nombre del Stum-, pasó a formar sentido y a transformar para siempre cada momento de la existencia.
Sí, la Unidad liberta, transforma, ilumina cada célula de nuestro cuerpo y el mundo a nuestro alrededor.
Somos Uno solo… ¡Tú eres el otro yo!
Agradezco aquí a los queridos y pacientes Guías y además a todo el grupo que permite que este Sitio exista: Rodolfo, Sandra, Teresa, Marcos, Anderson, Lidiane… ¡y Tú!
Sí, somos uno solo. Yo soy el otro Tú.