Espiritualidad - evolución espiritual consciente
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 21/04/2013 11:01:32
por Marcos Porto - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Para nosotros, los seres humanos, la vida ha evolucionado a partir de formas básicas hacia otras mucho más complejas.
Juntamente con la evolución física, también se ha ido verificando otro tipo de evolución, la de la mente.
La vida se ha hecho más y más inteligente y consciente en el Universo. Esta fuerza de evolución es la fuerza motriz de la vida, que es, en el Universo, el hecho opuesto a la fuerza del estancamiento, o sea, la situación en que no hay crecimiento.
¿Hacemos, entonces, una reflexión sobre ese tema?
Evolución, en el sentido en que aquí se emplea, significa crecimiento.
Cuando estamos activos, trabajando contra la ausencia de movimientos, proactivos con la fuerza de la evolución, estamos realmente viviendo.
Espiritual significa todo lo relacionado con el Espíritu y el Alma. Al emplear esta palabra queremos decir nuestra evolución de Alma.
Podremos ejercer influencia sobre la evolución espiritual. Nosotros, los seres humanos, estaremos ahora dispuestos a evolucionar espiritualmente, de modo a elevarnos por encima del predominio de nuestros cinco sentidos y de la mente racional, y convertirnos en verdaderos seres humanos espirituales. ¿Forma sentido?
Albert Einstein (1879-1955) científico físico que desarrolló la teoría general de la relatividad, uno de los pilares de la Física moderna, nos dice: “Me parece más cierto que el camino para la evolución espiritual de la humanidad, en busca de la espiritualidad genuina, no está en el miedo a la vida, en el miedo a la muerte o incluso en una fe ciega, sino en la superación del conocimiento racional”.
La iluminación espiritual evolucionaria se ha venido considerando como el propósito de vida de cada uno de nosotros.
Ser conscientes significa estar reflexivos, o sea, buscar cuidadosamente nuestro crecimiento espiritual.
La evolución espiritual consciente no siempre ocurre a la par y al mismo ritmo de la evolución física.
Las informaciones que nos llegan diariamente relatan que nosotros los humanos hemos venido creciendo de forma desordenada, hasta el punto de estar al borde de destruir el planeta y a nosotros mismos juntamente con él.
Siendo así, la única forma de preservarnos a nosotros y al planeta es modificar nuestra forma de vivir, auto-transformándonos.
Tenemos que dejar este modo de vida tan materialista, y buscar en la introspección nuestra evolución espiritual consciente, o sea, mediante el examen que hacemos de nuestros propios pensamientos, sentimientos y actos.
La introspección consiste en formularnos mentalmente algunas preguntas acerca de nosotros mismos y de nuestra vida espiritual: “¿Soy digno del Amor de Dios? ¿Me siento esencialmente bueno, o me temo que soy malo?” “¿He estado en calma o agitado en mi día a día?” Y así sucesivamente.
Esas preguntas son ejemplos que ponen nuestra mente a reflexionar acerca de cómo nos sentimos, pensamos y actuamos durante el día.
Sin embargo, es fácil contestarlas superficialmente, sin alcanzar ninguna profundidad, ¿no os parece?
Si nuestra introspección no está atenta al proceso, se convertirá en una simple lista de verificación. ¿Correcto?
En su mejor forma, nuestra introspección revelará el funcionamiento sutil de nuestra conciencia, evidenciando creencias y actitudes que a menudo se han dejado en el inconsciente y nos bloquean.
Si advertimos cualquier carga emocional sobre los acontecimientos o acciones del día, podremos querer ir más lejos con las próximas preguntas: “¿Cuánto me he estado juzgando, a los demás, y al mundo en general?” “¿Qué emociones surgen en mí, de los acontecimientos y o de mis juicios?”
Esas preguntas sirven para separar los hechos, juicios y emociones, y nos ayudarán a vislumbrar más claramente lo que está sucediendo en nuestra conciencia. ¡Hay que quedarse en el hecho, no en las emociones!
Si miramos con cuidado, veremos que lo que solemos considerar como hechos, podrían ser juicios y emociones agregados a los acontecimientos.
Los hechos son neutros, y los juicios resultan de los hechos, filtrados a través de nuestras creencias, conscientes o inconscientes, tanto sobre nosotros mismos como sobre los demás.
Esta mezcla de hechos, juicios y creencias puede causar en nosotros una reacción emocional, pero el proceso es a menudo muy rápido, hasta el punto de parecer instantáneo.
Prestemos especial atención a nuestros juicios sobre los demás.
El Maestro Jesús, en su Divina Sabiduría, se anticipa cuando dice: “No juzguéis y no seréis juzgados. Porque con el juicio con que juzgareis seréis juzgados, y con la medida con que midiereis se os medirá”. (Mateo 7:1-2)
La experiencia viene revelando que a menudo nos proyectamos hacia los demás sin percibirlo. Los otros son espejos de nosotros mismos. Los juicios que tenemos sobre los demás son juicios que tenemos sobre nosotros.
Mirando el bien en los demás, estaremos reconociendo el efecto del bien en nosotros mismos. Si sólo vemos lo negativo, realmente estaremos viendo únicamente un reflejo de nuestros fallos. ¿Está claro?
En vez de pensar en las emociones como positivas o negativas, observémoslas como informaciones útiles sobre nosotros mismos.
Si somos conocedores de la emoción, entonces podemos expresarla de forma asertiva, y así, liberarla.
Las más de las veces, un cambio en la manera de observar una circunstancia o acontecimiento, podrá calmar nuestra emoción.
Demos gracias por todo lo que hacemos por profundizar nuestra espiritualidad.
Ningún esfuerzo es perdido.
Dediquemos nuestros esfuerzos al Ser Mayor Creador Dios como ofrenda, y dejemos que los resultados de nuestra evolución espiritual consciente nos vengan por medio de Sus Manos.
Volveremos a la cuestión.
