Espiritualidad: foco en la competición interior
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 27/12/2010 16:48:20
por Bruno J. Gimenes - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Desarrollar la espiritualidad no es solo abrirnos a uno nuevo, sino cerrar las puertas a un mundo de cosas negativas que tenemos a nuestro alrededor todo el tiempo. Los medios de comunicación contaminados, las malas noticias, las costumbres negativas, las posturas de víctima, las constantes protestas, las drogas, el alcohol, los vicios en general y la destrucción del Planeta.
Los pasos prácticos para convertirse en una persona espiritualizada se dan inicialmente por eliminación de cosas pequeñas en nuestra vida, que, aunque no nos demos cuenta, son tan nocivas. El mal humor, la ironía, la falta de paciencia y de gratitud son algunas de esas cosas.
La necesidad de espiritualizarnos no es solo desarrollar un aprendizaje consciencial, visto que nuestra esencia original es angelical y pura. La realidad es que desarrollar la espiritualidad es descontaminar el espíritu de las cargas tóxicas del psiquismo denso y nefasto, creado por los propios hombres mediante sus desvíos, ilusiones, deseos materiales futilidades y vanidades.
La espiritualidad está presente en la pureza del espíritu, que, en la realidad terrestre, se olvida de su Yo verdadero; y, para que vuelva a recordarlo, acaba por enfrentarse a adversidades originadas en el propio medio físico, ya que muy probablemente, solo a través de esa vía el hombre consigue comunicarse consigo mismo. Esto es triste, porque muestra cuán invadida está la naturaleza angelical de cada ser por los equívocos del plano material, de los pensamientos infortunados y de la mente mezquina del universo inferior.
Nosotros hacemos nuestro propio infierno, al igual que nuestro propio paraíso, y ello independientemente de ambientes externos, está todo dentro de nuestra propia conciencia.
Toda la malla energética de ese organismo enfermo y afectado que es el planeta Tierra necesita un movimiento de regeneración, que se verifica a través de cada célula que ha de trabajar en favor del cuerpo. Si esto no ocurre, se originan las enfermedades. Adivina ¿quiénes son las células?
Cada ser vivo de este planeta es una célula de ese gran organismo, y por decirlo así, podemos concluir que nuestro planeta está padeciendo cáncer en el cerebro, en el corazón, en el estómago. Estamos permitiendo que esa dolencia se extienda en función de la negligencia consciencial que estamos practicando disciplinadamente desde hace siglos y siglos. Ya ni siquiera sabemos a ciencia cierta qué es lo acertado y qué es lo erróneo. Estamos dejando que la marea lleve el barco a donde quieran las olas.
Cuántas cosas ocurren que harían a cualquiera llorar de tristeza por el dolor ajeno, pero preferimos preocuparnos tan solo por nuestros problemas. Cuánto materialismo, cuánta destrucción, cuántos tráficos: de drogas, armas, animales, niños, órganos humanos y tantos otros. Estamos destruyendo nuestra posibilidad de ser mejores. Estamos consumiendo la capacidad de amar y de practicar la caridad. Aún así, las personas preguntan para qué espiritualizarse.
Espiritualizarse es ante todo descontaminarse de cualquier acto o pensamiento anticristiano, antinatural. Es mucho más que hacer así o asá, verdaderamente está enfocado en no producir internamente las densidades, drenando las inferioridades y convirtiéndonos en focos de luz frente a esa oscuridad en que vivimos. Luego, si transformamos nuestras actitudes, con gestos simples, nos convertiremos, como mínimo, en varios candelabros encendidos con lindas velas, y así ya podremos entrever lo que hay un poco más adelante.
Es importante percibir que espiritualizarse no es una loable tarea merecedora de múltiples aplausos, ¡es una obligación y una necesidad emergente! Esa es la herramienta que va a liberar al Hombre de la condición de esclavo de sí mismo. Porque tanto ricos como pobres, niños o ancianos, blancos o negros, por la naturaleza del universo van a sufrir un día, van a desarrollar enfermedades y enfrentarse a graves crisis, porque eso forma parte del mecanismo pedagógico del gran arquitecto del universo, que se sirve de situaciones inusitadas para acercarnos a nuestra real misión en la Tierra, la evolución, el crecimiento y la armonía en todos los aspectos.
Pues bien, mira a cualquier persona y verifica si ésta no ha sufrido ya un día. Percibe que todos se enfrentan a la vida, cada cual a su modo. En cambio, en el sufrimiento de la enfermedad, de las crisis y dolores del alma y del cuerpo, la forma de proceder marca toda la diferencia. Y eso gracias a los estados conscienciales de cada ser.
Espiritualizarnos es aprender definitivamente a crear luz internamente, estando colmados, completos y, sobre todo, capacitados para ayudar con mucha propiedad a quien lo necesita. Estamos tan distantes de nuestra esencia espiritual que no sabemos siquiera ayudar al prójimo, aun deseándolo. No tenemos sabiduría para practicar la caridad. Somos definitivamente lisiados en ese apartado. Tenemos tanto por aprender…
Ante tanta ignorancia, no vemos siquiera un palmo delante de nosotros y aún tenemos el ego de considerarnos sabihondos. ¡Es para reírse de disgusto por cuán limitados somos!
Las respuestas deben ser encontradas dentro de cada ser, pues, cuando aprendemos a abrirnos y a conectarnos con lo Divino, pasamos a nutrir lo divino dentro de cada célula, y por eso podemos tener las respuestas internamente también, sin necesidad de Gurúes (solamente de facilitadores) de esta dimensión. Es preciso vivir un momento de unicidad y no de dualidad. Hemos de encender esa llama que hay dentro de cada uno, aprender a buscar constantemente el silencio de una oración y la paz de la meditación.
Definitivamente las respuestas no se encuentran en las otras personas, sino en la intimidad espiritual de aquel que cuestiona. Dios está en cada individuo, así como cada uno está en Dios, y hay que profundizar en eso.
Hablar menos, actuar y, cuando hablemos, pulir y endulzar las palabras para que propaguen el bien y la paz. Hemos de poblar nuestras ideas con vibraciones de la mejor calidad, lo cual jamás lograremos mientras los noticieros, los periódicos e internet estén publicando, todo el tiempo, tanta discordia y dolor. No lograremos jamás sintonizar nuestras ideas en los más elevados patrones energéticos escuchando músicas densas, apelativas y con sentido moral totalmente desvirtuado.Es importante dirigir mucho más el foco hacia la competición interior de querer ser una persona mejor cada día, que tratar de ser mejor que el prójimo en nuestras típicas competiciones y batallas del día a día como seres humanos. Esta ha de ser la única y real competición en que participemos y principalmente, en que salgamos vencedores. Es importante quitar el foco de los pensamientos sobre problemas, transfiriéndolos a la comprensión de la verdadera causa de la existencia y, definitivamente, encontrar y realizar nuestra misión del alma, que es el propósito mayor de cada persona que aquí vive. Solo existe una única misión para cada ser en este plano: aquella que Dios quiere…
Es importante tender la mano a fin de que el universo nos tienda la suya, es importante amar más, para ser más amados. Si comprendemos esas leyes naturales, todo se hará más sencillo.