¿Estamos en una encrucijada?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 12/10/2008 10:57:47
por Wilson Francisco - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
“Hemos pasado, tras varias experiencias existenciales, de la animalidad a la humanización y hoy atravesamos un período en que ha llegado el momento de romper el silencio. La raza humana se encuentra en una encrucijada: subyugarse a la vida material o buscar la conquista del mundo espiritual”, nos enseña Lama Govinda, en el Libro Tibetano de los Muertos.
Esta sentencia, proferida por ese gran maestro, da una idea exacta y profunda de lo que nosotros, seres humanos, hemos de realizar ahora. Ciertos descubrimientos científicos, entre ellos la liberación del uso de las células-madre, señala la posibilidad de extinguir las enfermedades del cuerpo humano. Cómo podrá sobrevivir la religión, que fundamenta sus actividades sobre el sufrimiento de la criatura humana, sin la enfermedad, que tanto desfibra e intimida a la humanidad.
Por otro lado, el ser humano ya no teme a Dios, nuestros hijos crecen, en esta época, sin tener en su atmósfera la presencia del “Padre nuestro que está en el Cielo”. Y yo pregunto: ¿Le será posible, hoy, a una madre, traer a una hija o a un hijo, junto a sí al lado de la cama, para antes de dormir, doblar sus rodillas, juntar sus manos y hacer una oración?... Casi imposible, pues ellos, nuestros críos, están allá en sus habitaciones, con Internet o con los videojuegos, o han salido de juerga…
En mi actividad en el Projeto Mutação (Proyecto Transformación), he visto que se repite en la historia de las personas, en la infancia o en la juventud, la circunstancia del acoso sexual. Por tanto, lo que se da hoy día no es sólo privilegio de nuestro tiempo. De cuando en cuando, tengo ganas de decirles a los religiosos que dirijan su atención a este proceso, tan difícil, tan peligroso, que amenaza a la humanidad. Y ahora, los medios de comunicación han descubierto ese filón, ganando divisas y una fortuna, con la divulgación de los casos de pedofilia.
Digo esto porque no se ve la iniciativa de impedir que esa enfermedad que incendia la vida de la humanidad se extienda e invada nuestras casas. O será que alguien en algún lugar está haciendo algo. Sinceramente, es poco, divulgar, clamar a los cielos, acusar a los criminales. El camino que se ha de recorrer para la eliminación de esa plaga que asola el Planeta es la conciencia sobre el Amor, sobre el Respeto y el Perdón.
Estamos en el amanecer de la comprensión de nuestro lugar en el Universo y del extraordinario poder de flexibilidad y trascendencia de que somos capaces. Los descubrimientos científicos están lanzando un desafío; somos herederos de una tremenda virtuosidad revolucionaria. Entonces ¿por qué tanta escasez de compasión y solidaridad en las relaciones humanas?
Una clienta ha estado conmigo llevando en su equipaje emocional traumas, deseos de acabar con su vida, resentimientos profundos contra la madre y el padre. Hemos llevado a cabo algunos procesos, conversado, buscado entendimiento y caminos. Siempre procuro dejar bien claro que nuestros padres, como seres esenciales, elegidos por Dios y por nosotros para permitirnos la venida a la Tierra son muy importantes y deben ser amados intensamente. Pero el hombre y la mujer que nos han criado no siempre son personas justas, definidas, compasivas. Ellos tienen defectos, naturalmente.
Dice ella: “Te escribo para hablarte sobre esta semana, me encuentro bastante más calma e interiormente, más silenciosa, ya no estoy en ebullición como estaba, es como si algo dentro de mí se hubiese aquietado, también estoy casi lista para hacer el ejercicio de enterrar algunas cosas del pasado, pero no me doy prisa, todo sucederá en el momento propicio ¿no es cierto? Han ocurrido algunas cosas que me han hecho percibir este cambio; este fin de semana no he discutido ni una sola vez con mi madre y durante la semana tampoco, y esto no ocurría; lo más corriente era que discutiésemos, me parece que estoy siendo más paciente. Ayer yo estaba trabajando y, de repente, empecé a sentirme afligida y con una angustia muy fuerte, tuve que telefonear a mi madre y pedirle que no atendiese a ningún extraño; me fue difícil controlarme, ya no sentía ese tipo de cosa tan fuerte, pero después de esta crisis y de haber hecho una oración y conversado con el alma de ella, conseguí recuperar la calma y pasé el resto del día bien. Si fuese en otra época, esto no ocurriría, yo permanecería todo el día mal, dando vueltas a este sentimiento. Si ha sido un presentimiento o no, no lo sé, pero hice lo posible, advertí a mi madre y oré para que Dios tuviese cuenta de mi madre y de mi casa. Otro suceso interesante, desde el viernes mi calle está completamente sin luz y el martes tuve clase de español y llegué más tarde, ya sabes, tenía mucho miedo, pero esta vez ni siquiera pensé en la calle oscura, esto también ha cambiado, pues si fuese antes probablemente yo ni siquiera hubiera ido a clase o no lograría prestarle atención.
Estoy exigiéndome menos, es como si yo estuviese siendo más tolerante conmigo misma, esto para mí es una cosa nueva.
Y lo que más me está gustando, he empezado a conversar con Dios nuevamente, simplemente como un amigo, sin imponer condiciones, quiero creer nuevamente que Él sabe el momento propicio. Ya he escrito bastante, pero es que esta semana realmente me siento diferente, ya que no he pensado ni una sola vez que no quería continuar viviendo o con la angustia que sentía siempre. Me encuentro leve y quiero compartir esto contigo.”
Ella está en lo cierto, Dios sabe el momento propicio y yo, aquí en mis pensamientos, creo que este puede ser el momento propicio de todos nosotros, en cuanto sociedad, para que tomemos las riendas de la vida y así rehacer nuestros caminos y actitudes. Tener el coraje de confesar que uno ha equivocado el camino, pensarlo bien y volver al camino acertado, buscando a Dios. Él no está disperso, lejos de ti, no.
Somos nosotros quienes nos enredamos en otras situaciones que nos han distanciado de Dios, no importa qué configuración te hagas de Él. Puede ser un Dios antropomórfico, en la figura de un viejo con barbas largas, o el gran arquitecto del Universo, Alá, Jehová, lo que quiera que sea, pero lo importante es que tengas a Dios en tu corazón y creas que él puede intervenir por ti, por tus hijos y por tu vida. Y seguramente, con esas actitudes, podremos recomponer nuestras vidas, hacernos más pacientes, menos implicados en las dificultades del mundo, para percibir a las personas que están a nuestro lado y la presencia de Dios.
Mira a tu lado, percibe que existe una multitud caminando y muchas criaturas aguardando a que digas alguna cosa, a que oigas una historia, te hagas presente en la vida. Tú puedes, porque Dios está en ti.