Gratitud a mi sendero de espinas
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 26/06/2014 10:39:54
por Alex Possato - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Mirando la foto de mi último encuentro con alumnos de constelaciones familiares, empecé a recordar tantas bendiciones como han venido sucediendo en estos últimos tres años. Tantos milagros que presencié, tanta gente tocada por el poder de estar en paz con sus raíces familiares… tantos dolores vistos, tantos dolores curados…
Recuerdo que este proceso empezó hace algunos años, cuando yo las bebía todas, con un vacío inmenso dentro de mí, viendo la única cosa que me parecía importante, desmoronarse: mi propia familia. Y yo, perdido entre tantas búsquedas y tan pocos hallazgos. Con mi talento prisionero dentro de un sistema de miedo, carencia y sufrimiento. Rogué a los cielos, clamé a los infiernos: ¡Dios, muéstrate, si es que existes! ¡Sácame de este martirio! ¡Ya no aguanto más! Ya hice de todo y nada funcionó... reconozco mi total impotencia para hacerme feliz. Me entrego a lo que quiera venir…
Vino el divorcio, sí. Perdí mucho dinero. Todo. Sin embargo, cuando la taza está vacía, es cuando se puede llenar… y por vehículo de mi ex esposa recibí el regalo de aprender la constelación familiar. Fui curándome, paso a paso, lágrima a lágrima. Retomé el camino del auxilio al prójimo, olvidado en algún rincón de la vida. De pronto, mi maestro espiritual se manifestó, me tomó de la mano, me amparó y me condujo. Encontré amigos, en un momento en que creía estar solo y desamparado. Fui fortaleciéndome, y pronto llegaron personas que demostraron confiar en mi trabajo. Más que eso: personas que pedían insistentemente que las sanase a ellas... Precisamente yo, un tipo que no conseguía sanar siquiera mis infantiles neuras…
Y poco a poco fui comprendiendo el proceso. Alguien que ha estado hundido en el vicio, puede tratar los vicios de otros. Un loco comprende las locuras de otras personas. Un débil sabe muy bien lo que es intentar y no tener fuerzas para hacerlo. Alguien sin fe comprende el escepticismo y la racionalidad que intentan sostener una vida de mentiras y engaños. Quien finge, comprende bien las máscaras. Y quien se curó, conoce el camino. Sabe cuánto se tarda en liberarse de los fardos y ataduras. Y posee paciencia infinita, para permitir que el otro camine, y alcance su propio resultado, sin expectativas de llegar a algún lugar, pues a decir verdad, no hay ningún lugar al que llegar. Fui todo eso. Soy todo eso. Y además un montón de facetas que pululan por ahí, mostrándose cada dos por tres, frente a los desafíos de una vida, que no tienen fin. Continúo andando. Pero por primera vez, puedo decir: ¡Estoy agradecido! Inmensamente agradecido. Eternamente agradecido.