Guga, niño y héroe
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 13/01/2022 14:15:33
por Wilson Francisco - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
"Hoy he descubierto cuán difícil es ser yo misma. Soy mujer, compleja, y lamento no haber sido aceptada en mi forma de ser".
Este relato lo hace una clienta:
"Fui creada a imagen y semejanza de Dios, sé que soy un destello de la luz divina. Ahora soy humana, como tantas personas que viven en el planeta Tierra.
Cuando era pequeña tenía sueños, sonreía con facilidad; recuerdo que oía de mi madre una frase: '¿Por qué eres feliz? Vives sonriendo, ¿parece que quieres conquistar el mundo?'
El tono de su voz era de crítica y desaprobación, horrible.
Las críticas, con el tiempo se convirtieron en regañinas, recibía pellizcos, porque sonreía con facilidad".
Ser madre no es tan simple. ¿Cómo lidiar con su camino y tener que amparar y orientar a otra criatura? Hay influencias de todo tipo, tanto de la propia infancia, sus conceptos y miedos, como interferencias espirituales, de antepasados o incluso vidas pasadas.
Ella continúa: "Percibo hoy el daño que esto me ha hecho, pues he guardado en mi mente y cuerpo las frases y actitudes de represión".
Todo esto ha formado una atmósfera de desconfianza e inseguridad en ella, jovencita, y después como mujer, y toda el aura de luz divina casi se ha deshecho. Paradójicamente, la mujer/madre que dio a luz se deja llevar por miedos y prejuicios y casi apaga la luz que ella misma ha generado.
Ella confiesa: "No es una crítica a mi madre, sino a mí, por haber permitido tantos comandos contrarios a mi voluntad personal, hasta el punto de haberme vuelto insegura e infeliz. He creado un capullo que podría haber sido la oportunidad para convertirme en una mariposa, pero no me he libertado, he quedado aprisionada".
Digo siempre, parafraseando al escritor francés Jean Paul Sartre: yo no me ocupo con lo que hacen contigo. Me ocupo, sí, con lo que haces tú con lo que a ti te han hecho. O sea, si alguien, algún día, te abandonó, evita vivir tu vida pensando que todos van a abandonarte. La madre repudió la alegría de la hija, pero ésta no debería haber permitido que esas actitudes se hubiesen convertido en referencia para sus relaciones futuras.
Mientras escribo, en la Globo se está emitiendo una entrevista con Guga, el mayor tenista brasileño. Él cuenta, con emoción, su infancia difícil y destaca, con palabras de cariño y gratitud, la presencia en su vida de su madre, la compañera de todas las horas, que lo estimulaba en las derrotas y victorias. Dice: "ella veía en mí a un ser extraordinario que yo mismo no percibía plenamente; creí en la visión de ella y seguí con coraje y alegría mi jornada. En la retaguardia, yo sentía la fuerza que se irradiaba de mi padre envolviendo mi cuerpo y mi mente. Y allá en mi casa, prisionero de la deficiencia mental, estaba mi hermano, superando los pronósticos médicos que asignaban para él una vida de sólo seis años. Y él venció, viviendo hasta los 28 años, siempre expresando en el brillo de los ojos y en los limitados movimientos de sus manos, su alegría, como mi fan número uno".
Mi clienta sigue su declaración. "Yo hoy soy triste y al mismo tiempo feliz, pues todavía tengo dentro de mí aquella sonrisa".
El sueño no se deshizo, la alegría de vivir permanece. Puede que ella no tenga el brillo de Guga, a fin de cuentas cada cual tiene su propio camino. Pero ella superó las adversidades. Hoy es una Asistente Social expresiva y comienza una jornada exuberante como Taróloga. La chispa no se ha apagado.
Hace un llamamiento: "Amigos, quiero pedir, humildemente, no destruyáis los sueños ni aprisionéis la esencia de una criatura que Dios coloca en vuestra vida, dejadla surgir y desarrollarse. Ella es un ser divino, con talentos, que podrán ser desarrollados a través de vuestro amor y comprensión. Evitad la crítica que destruye o aprisiona. Aceptad la sonrisa de un niño y sus sueños".