¿Has pasado ya por el pánico de la sobrevivencia?
por Silvia Malamud em STUM WORLDAtualizado em 08/04/2020 11:35:17
Traducción de Teresa
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Todas las mañanas al despertarme pensaba que todo podría cambiar a mejor si corrigiese algo equivocado en mí, en mis conductas y en mis comportamientos. Aunque no tuviese claro qué era lo equivocado, me parecía que quizá siendo más complaciente o más buenecita, quién sabe, puede que él estuviese de mejor humor, y ciertamente no se pondría tan enfadado ni tan ofendido de un momento para otro. Pero nada de lo que yo hacía daba resultado y las historias siempre acababan por repetirse. Fueron años de sufrimiento.
Si bien al comienzo tuviese la plena seguridad de que estaba correcta y de que no había hecho nada equivocado, al final y después de tanta verborrea suya, llegaba a dudar de mí misma y de mis convicciones, olvidando incluso mis verdades y mis más sagrados valores. Las veces en que yo estaba en mis mayores desesperaciones, cuando absolutamente todo lo que yo decía no tenía eco alguno en él, cuando me veía totalmente desamparada e incomprendida, además de acusada injustamente, en tales fatídicos momentos él aún amenazaba con dejarme. Daba por terminada la conversación diciendo que se sentía muy dolido y cansado de mí, advirtiéndome de que era yo quien siempre creaba los mayores problemas en su vida. Sintiéndome culpable y ya sin noción de mí misma, con el sentido de mi razón y de todo lo que puede ser computado como raciocinio lógico a punto de perderse, siempre acababa cediendo, y como consecuencia, arrepintiéndome de lo que supuestamente había hecho. Hasta que nuevamente, en un grito silencioso de esperanza, trazaba en mi mente nuevas metas de conducta imaginando que las cosas podían mejorar, aunque ya no supiese decir siquiera por qué motivo habíamos reñido.
Mi vida sólo empieza a cambiar a mejor en el postrer momento, cuando horrorizada, percibí que sería imposible que él cambiase el comportamiento abusivo que tenía para conmigo; a partir de ahí he podido dar los primeros pasos para la separación. Parece que sólo cuando caemos en una desesperación mayor y llegamos al fondo del pozo, surge una fuerza como llegada de un volcán adormecido indicándonos que sí, que todo puede y debe ser diferente. Que estamos vivos y que la vida urge pidiendo paso para existir en su plenitud. ¡Hora de cambio drástico y definitivo! ¿Quién no habrá pasado por eso? En esos lapsos de tiempo es cuando el instinto de sobrevivencia habla más fuerte y nos sentimos incorruptibles en la decisión de no más sucumbir a lo que nos hace daño. Aparentemente de un momento para otro, lo que poco a poco se delineaba en nuestras mentes como algo quizá dañino, se ve extremadamente claro y sin dejar lugar a dudas. ¿Quién no habrá pasado por esa especie de pánico por la sobrevivencia?
Este es tan sólo un recorte de los infinitos escenarios que pueden evocar tales urgencias en nombre de la vida. Un alerta para que hagamos caso a los avisos interiores que siempre tenemos cuando algo no va bien. Que podamos evitar llegar a ese nivel de estrés emocional que se produce cuando sobrepasamos más de la cuenta nuestros límites personales. Por eso, ¡cuánto más despiertos, mejor!