¿Has pensado ya en tu próxima vida?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 31/01/2015 09:17:42
por Flávio Bastos - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
"Comprender a todos y auxiliar, bendiciendo y construyendo siempre y guardar, sobre todo, la certeza de que el servicio y el amor deben edificar los márgenes de nuestro camino hacia delante”. (Bezerra de Menezes)
Parece una paradoja, pero por el bies del modelo emocional-conductual de cada individuo inteligente, la regresión de memoria a vidas pasadas se encuentra en sintonía con las vidas futuras, o sea, el conocimiento del pasado puede servir como factor de concienciación en el sentido de lo que debe ser modificado a partir del presente.
El patrón emocional-conductual que traemos de otras vidas, cuando asociado a las experiencias psíquicamente traumáticas de la vida actual, intensifican sentimientos y emociones negativas que nos acompañan desde hace siglos. Esa energía psíquica gana fuerza a medida que nos hacemos prisioneros de un estado de cosas que involucraba el Libre Albedrío y el resultado de las experiencias en las relaciones parentales, vía educación.
En sentido terapéutico, la regresión de memoria a vidas pasadas sirve como instrumento de importantes informaciones que tienen por objetivo, sobre todo, establecer conexiones con el dolor psíquico o nivel de sufrimiento experimentado por la persona. En la gran mayoría de los casos, el dolor se viene sintiendo desde hace mucho tiempo, pero se intensifica a medida que ocurren nuevas experiencias traumáticas en cada vivencia corpórea del espíritu inmortal.
Durante la experiencia terrena, si no ocurre un acontecimiento nuevo que altere el estado de cosas, la tendencia es a que el individuo mantenga su modelo conductual alimentado por la energía de emociones negativas que potencian el dolor psíquico a cada nueva experiencia traumática durante las fases infantiles de la trayectoria vital.
En esta dirección, Bruce Goldberg, en su libro “Vidas pasadas, vidas futuras”, afirma que solamente después del saneamiento de nuestras vidas pasadas, habiendo suavizado nuestro karma, nos queda despejado el camino para iniciar la pesquisa de nuestro futuro inmediato o incluso de nuestras vidas futuras. Esto puede ocurrir por un motivo sencillo: antes de saber de nuestro futuro, es necesario buscar referencias personales y autoconocimiento a través del conocimiento y purificación de nuestro pasado. Así, pasado, presente y futuro podrían armonizarse en un continuo temporal más claro y lúcido, con un número menor de miserias y molestias. Quizá sea posible afirmar que, cuanto más conseguimos regresar y sanar nuestro pasado, más conquistamos la apertura para ir hacia delante y tener conocimiento de nuestro futuro.
Podemos preguntarnos: pero ¿por qué la visión del futuro es tan importante? El motivo más obvio es que, cuanto más conocemos nuestro pasado, más podemos modificar el presente. En el caso de que visualicemos un futuro comprometedor en el sentido kármico, pensaremos dos veces antes de elegir nuestras opciones.
De esta forma, el futuro siempre depende de aquello que construimos a partir del presente, o sea, conociendo con profundidad nuestro presente – que es la síntesis de nuestro pasado – podremos tener un vislumbre de nuestro futuro. El desafío consiste en vivenciar nuevamente, a través de las psicoterapias de abordaje interdimensional, los acontecimientos de nuestro pasado a fin de poder mirarlos bajo un nuevo prisma, desde un nuevo ángulo, y con ello modificar todo un patrón de creencias y emociones negativas construidas en la vida actual a partir del útero materno, o en un pasado remoto, más allá de la vida intrauterina.
Por tanto, “pensar” en la próxima vida, como sugiere el título de este artículo, no significa generar altos niveles de ansiedad en relación al propio futuro, sino invertir en conocimiento de uno mismo a partir del presente. Así, el agente de su trayectoria vital estará preparando el terreno del futuro con un nivel de conocimiento que le permite expandir la conciencia mediante una mirada lúcida sobre la realidad de la vida.
¡Pues bien! Siendo la vida una escuela y la reencarnación una oportunidad de “pasar al siguiente curso”, la actitud inteligente del ser pensante es aprovechar la ocasión que nos es – una vez más – concedida y vislumbrar el futuro a partir de la alteración de un paradigma emocional-conductual que nos acompaña desde hace siglos, porque lo mínimo que logremos en este desafío, tendrá una nueva dimensión en el próximo capítulo existencial.
Como muchas personas pueden presumir, pensar en la próxima vida no es pérdida de tiempo, sino tiempo ganado en el sentido del proceso de pacificación interior, o sea, de erradicación de energías psíquico-espirituales responsables por el origen del sufrimiento humano: los dolores del cuerpo y del alma.
Vislumbrar un futuro mejor para sí – y para el prójimo – representa la búsqueda del bienestar individual y del bien común. Objetivo que se construye a través de una lúcida mirada sobre los significados de la vida en un mundo de regeneración espiritual llamado Tierra.
