Hay días que pasan y otros que quedan
por Bel Cesar em STUM WORLDAtualizado em 15/02/2006 11:26:33
Traducido por Melissa Park - [email protected]
Cuando el día fluye, parece que nos olvidamos de él con más facilidad. Sea porque funcionamos en automático o porque nada fuera de la rutina sucedió. Pero cuando nos dejamos tocar por la diferencia de cada instante, por las sorpresas que la vida nos trae, gravamos en nuestra mente una sutil y agradable sensación de eternidad: intuitivamente sabemos que difícilmente vamos a olvidarnos de aquel momento.
Lo curioso es que muchos de esos momentos fueron consecuencia de acciones triviales, pero quedaron fotografiados en nuestra mente simplemente por que estábamos abiertos y bien despiertos!
En estos días de feriados, noté como relajarse nos ayuda a accesar a nuestro banco de buenas memorias. Cuando estamos libres de las presiones, de los deberes y obligaciones, nuestra mente encuentra espacio y oportunidad para regalarnos recuerdos sinceros, de profundo y fugaz bienestar.
El otro día, por ejemplo, mientras hacía una limonada, recordé el rostro que mi hijo hacía cuando era bebe y chupaba limón. Esta imagen vino y se fue, como el aroma perfumado de una flor que permanece en el aire por apenas algunos segundos.
Algo semejante también ocurrió cuando resolví arreglar el depósito de los “trastes viejos”: cajas con innumerables fotografías aún por seleccionar, sin hablar de las revistas viejas y todos los cascajos que están impregnados de apego por los buenos recuerdos.
Confieso que hasta hoy guardo mi oso de cuando era niña! Aún estoy convencida que él es una batería de buenos recuerdos: mi hija jugó con él y porque no dejarlo para mi nieta?
Cuando reconozco que él es un testimonio de mi inocencia, resisto desapegarme de él. Siento que aún existen recuerdos y que por medio de el consigo rescatar. Al final, cuando nos acordamos de como actuábamos cuando éramos niños, recuperamos el contacto con el lado natural y espontáneo de nuestra personalidad.
Nuestra alma se siente nutrida cuando es reconocida por su naturaleza. De esta forma, nos tornamos receptivos a nosotros mismos y nuestra auto-estima agradece por la atención que le fue dada. Ahora, sin dudas tendremos más energía afectiva para compartir con los otros.
Al pasar por el colador “lo que debo o no de deshacerme,” estos objetos nos revelan cuales asuntos aún estamos presos y precisamos dar más atención. Algunos objetos hasta parecen estar vivos cuando los tomamos en nuestras manos!
Al dedicar nuestro tiempo para acomodar los armarios que hace mucho tiempo no abríamos, nuestra mente se torna contemplativa: acomodamos lo que está afuera de nosotros para acomodarnos por dentro.
De esta forma, al reciclar nuestras memorias, nos actualizamos interiormente. Al final, cuando nos damos cuenta que lo que sentimos ahora es diferente de lo que sentimos anteriormente, sabemos cuanto ya andamos en relación a aquella emoción.
A veces, resistimos en acomodar el cuarto de un hijo que ya se fue o la casa de nuestros parientes después que ellos fallecieron. Pero, cuando nos proponemos encarar de frente este desafío es señal que estamos casi listos para dar un paso más en nuestra vida.
Cierta vez, cuando estaba viajando con Lama Gangchen, le dije que quería tomarme un día para no hacer nada. Entonces, él me dijo: “Durante el día hacemos muchas cosas, vivimos el momento presente sin darnos cuenta que en ciertas acciones creamos, en aquel instante, nuestro futuro”.
Esta enseñanza me inspira a encontrar futuro cuando me deshago de mis objetos de apego del pasado...