¿Huir o contraatacar?
por Bel Cesar em STUM WORLDAtualizado em 28/10/2009 14:15:56
Traducción de Teresa - [email protected]
Cuando estamos frente a un problema sabemos que de nada sirve negarlo o simplemente aguardar a que desaparezca por sí mismo. Tampoco nos ayuda encontrar un chivo expiatorio y quejarnos de él.
Todo esto ya lo sabemos. No obstante, muchas veces gastamos más tiempo y energía intentando huir del problema que los que, de hecho, gastaríamos si nos decidiésemos a enfrentarlo. Es como correr huyendo de un problema que nos persigue y, de repente, volvernos para contraatacarlo.
Cuando conseguimos darnos la vuelta, cambiamos el curso de nuestras vidas. Como dice el viejo refrán: Un día es de la caza y otro del cazador. Conseguir encarar el problema de frente es convertirse en cazador. Aunque tomar conciencia del problema es muchas veces un paso que aún ha de ser dado.
Los problemas son complejos, al igual que nosotros mismos. Pero si no sabemos identificarlos estaremos siempre atollados en ellos.
Creo que puede ser natural el tener una visión parcial de los problemas y de nosotros mismos. Estamos en continua percepción de los acontecimientos. En algunos momentos tenemos más clareza, pero en otros, nuestra evaluación, además de limitada, es errónea.
Aquel que practica constantemente el auto-conocimiento sabe evaluar tanto sus fallos como sus dones; por eso tarda menos en localizar la raíz de sus problemas. ¡Sin embargo, aún así es pillado por la ignorancia! Quizá no de sorpresa...
Quien conoce sus límites de percepción sabe reconocer, por lo menos hasta cierto punto, su tendencia a negar la existencia de un problema o incluso a interpretarlo de manera exagerada.
Algunas veces nuestros límites son físicos, biológicos. Perdemos el eje emocional o mental simplemente porque tenemos sueño o hambre. ¡No podemos confundir el cansancio con nuestra capacidad de resolver problemas! Lo mismo que toda mujer que sufre TPM ha de aprender a reconocer la diferencia entre un desequilibrio emocional causado por una influencia hormonal y aquel que es propio de su baja autoestima.
Una persona con la autoestima baja se sentirá bien o mal según sea evaluada por los demás. Mientras que aquella que tiene una buena autoestima sabe autoevaluarse. Es decir, cuando se encuentra frente a una limitación física no interpreta su fragilidad como un fallo, sino tan solo como un desequilibrio pasajero. ¡O sea, confía en su potencial, incluso cuando no puede acceder a él!
Para ello hemos de entrenarnos. Cuando tenemos conciencia de estar más vulnerables podemos conducirnos con más cuidado y atención. En esas horas suelo decirme: No me doy permiso para actuar en este momento. Necesito más recursos. No es hora de ser espontánea...
Al fin y al cabo, tal como siempre nos dice Lama Michel: Los problemas existen y siempre existirán. La cuestión es cómo movilizar ayuda y nuevos recursos para enfrentarlos.