Humillación: ¡pon fin a este juego!
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 09/03/2015 11:10:25
por Alex Possato - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
En nuestro proceso de desarrollo como espíritus en este planeta, a menudo somos severamente puestos a prueba. Nacimos en un hogar en que un padre o madre insensible nos humilla, exige, juzga, manipula y condena todo el tiempo. Nada que hagamos es bueno o suficiente. Se nos ridiculiza. Se ríen, se burlan... Como si todo esto no bastase, sufrimos por parte de los hermanos mayores las mismas devaluaciones. Y como somos pequeños, no comprendemos nada – sólo tragamos la humillación, y aun reaccionando, no somos capaces de liberarla. Nos volvemos agresivos o pasivos... lo mismo da. El cáncer está instalado. La humillación reposa en nuestra mente inconsciente, rodeada por la tentativa de olvido que nuestra mente consciente intenta aplicar. Y hasta lo consigue, en parte. Olvidamos que tenemos la humillación crónica en nosotros, y, muchas veces, hasta creemos que nuestra autoestima es elevada.
Pero el niño humillado no desaparece tan fácilmente. Dejamos de confiar en las personas que viven con nosotros. Y, como emoción es energía de atracción, acabo por atraer situaciones de humillación en mi vida. ¡La humillación que está dentro de mí no aceptará ser olvidada! Me humillan en la escuela. Me humillan en la facultad. Los novios y novias me humillan, me usan... y yo lo permito... pues en lo más íntimo llevo grabado que soy una persona humillada. Mi mujer me traiciona con mi mejor amigo. Mi marido sale para beber y yo tengo que traerlo a cuestas... Mi hijo comete actos que me avergüenzan, me humillan... El preferido del jefe es ascendido en mi lugar. A veces acepto el papel de amante, sólo para humillarme, sabiendo que no merezco una relación formal. Y lo peor: ¡me lo creo!
Y yo alimento una ira, un odio tremendo. Como aquel que tenía cuando era pequeño, pero tan pequeño era, que no podría reaccionar contra papá o mamá... Y poco a poco, voy dando la vuelta al juego... cuando puedo, humillo también. Manipulo a los demás. Me hago la víctima, sólo para controlar. O me sirvo de la fuerza, de la inteligencia, para retener a los demás a mi alrededor. Finjo que ayudo, y después tiro de la alfombra. Doy, pero siempre esperando que el otro se arrodille a mis pies, en reverencia, reconociendo que soy mejor que él. Y no satisfecho, pateo la cabeza de aquel ser humillado ante mí. Y al poco rato, me entran remordimientos, me siento lleno de culpa... Y me entrego a dejar que me humillen en otras situaciones... Para pagar mis pecados, creo ciegamente... en este juego que no tiene fin.
Pero sí tiene fin
Un día despierto de la pesadilla. Papá ya murió... mamá también... aquel crío ya no es un niño desde hace décadas. Papá fue criado por un hombre estúpido. Mamá murió muy pronto. El abuelo era alcohólico. La abuela era humillada por todos sus ocho hermanos. El destino quitó todo el dinero a la familia, humillando a todos... La bisabuela perdió muchos hijos... se sintió incapaz, frágil, defectuosa... La humillación forma parte de mi historia. Y yo la estoy repitiendo... Atado a algo del pasado, que ya debería estar enterrado hace tiempo...
Sí, dolió mucho... dolió mucho lo que me hizo papá... lloré de vergüenza. Dolió mucho ser desplazado, debido a las comparaciones y los juicios... Llevé muchos palos... Me defendí como pude, de todas las maneras posibles, pero el dolor continuó vivo. Siento este dolor ahora... Doliendo en las entrañas... La cabeza mareada de los golpes energéticos que he recibido... Ya no puedo soportar el cargar con esto. Este dolor es tuyo, papá. Esta humillación es tuya, mamá. Ya no puedo hacerme responsable.
Estoy fuera de ese juego. ¡Digo no! ¡No! ¡No! ¡Yo soy libre! ¡Basta de agredir, basta de ser agredido! Reconozco mis actos y a las personas que he lastimado. ¡Y digo que basta! Y reconozco a las personas que me han herido. ¡Adiós! Me aparto de ambas. El agresor está muerto. La víctima está muerta. Descansa en paz, papá. Descansa en paz, mamá. Me quedo únicamente con la fuerza que adquirí, y con todo ese aprendizaje. He aprendido la lección, y puedo pasar a un nuevo curso. Posgrado...
Elijo la paz. Elijo el amor. Elijo la compasión. Elijo el silencio.
