Individualidad y Egoísmo…¿son una misma cosa?
por Sirley Bittú em STUM WORLDAtualizado em 27/10/2006 15:54:09
Traducción de Teresa - [email protected]
Es especialmente común la confusión entre individualidad y egoísmo. ¿Por qué estas dos cosas se entremezclan tanto? ¿Cómo desarrollamos nuestra individualidad y nuestra capacidad de relacionarnos íntimamente? ¿Dónde aprendemos cuál sentimiento es feo o es bonito?
Somos educados para los demás, para lo social… “di gracias cuando recibas algo de alguien – principalmente de extraños” . ¿No es esto muy raro?? Entonces ¿la intimidad lleva consigo la falta de respeto? ¿La desvalorización? Cuántas veces hemos oído: “Tú eres de la casa… no hay problema… él (ella) espera”… o aquella vieja y conocida frase: … “¡primero las visitas!”
Difícilmente nos dicen: … “¡aprende a respetarte!”… “Sé agradecido por lo que recibes, pero no por eso te conviertas en eterno deudor”… o lo contrario… “da solamente de lo que tienes, o correrás el riesgo de convertirte en eterno acreedor”… “Saborea tus victorias dando valor también a tu capacidad y a tu potencial que te han ayudado en tus conquistas”…y no apenas “ofrezcas” los créditos a los demás, o al acaso… o a la eterna “suerte”.
Cierta vez he escuchado una definición interesante: “¡suerte es el encuentro entre el talento y la oportunidad!”, y es de esa interacción: yo (talento) – mundo (oportunidad) de lo que estoy hablando.
Soy psicoterapeuta desde hace más de 10 años y puedo contar con los dedos de una mano el número de las personas que he conocido, educadas para respetarse a sí mismas en primer lugar. ¿Y la culpa? Y la duda… ¿no será “eso” egoísmo o falta de educación?
Nacemos emocionalmente mezclados con el medio, mientras somos bebés nuestras sensaciones, deseos y percepciones todavía no son sentidas como nuestras, formamos parte de un todo confuso y complejo. Fantasía y realidad todavía se encuentran indiferenciadas. En ese momento somos “naturalmente egoístas”, el otro no existe, todo es yo.
Nuestra percepción, nuestra manera de entender, sentir y encarar la realidad, nace de aquello que aprendemos y descubrimos durante ese proceso de formación de la identidad, a través de nuestras relaciones. Nuestras creencias, nuestros valores, nuestra fe en las más diversas cosas emergen de la sustancia de la ilusión compartida en parte por la humanidad y en parte por el cribo de nuestra familia y de las personas que han ayudado a construir nuestra matriz de identidad.
Todas las vivencias y las experiencias por las que pasamos, son filtradas por nuestros parámetros, que tienen influencia sobre nuestra mirada. Por tanto, no existe una única realidad, existen innumerables maneras de entender y comprender la misma situación. Como dice la jerga popular: “depende del punto de vista”.
La individualidad podría ser vista como esa forma particular de sentir, percibir y decodificar el mundo que nos rodea. Para poder ejercitarla y desarrollarla es necesario respeto. Definiendo el respeto como la capacidad de permitir al otro “ser”, expresar sus particularidades, sus características genuinas, su potencial creativo y espontáneo; se trata de la aceptación del otro tal como es.
Para ello necesitamos coraje y humildad, para percibir que existen varias verdades y en diferentes órdenes jerárquicos, o sea, lo que para ti es importante puede ser importante para mí no necesariamente en el mismo orden, o puede simplemente no serlo; por tratarse de valores o visiones diferentes. Las demás personas no están hechas a “nuestra imagen y semejanza”, son diferentes, ya que son resultado de su propia historia y de sus singularidades. ¿Quién te ha dicho que lo que tú consideras acertado es lo realmente acertado?
El egoísta solamente se relaciona consigo mismo, no percibe al otro, porque su mirada está confusa, perdida en su propia imagen.
El auto-respeto es diferente del egoísmo. Desarrollamos nuestra capacidad de relacionarnos, de manera saludable, en el difícil aprendizaje de asumir gradualmente la responsabilidad por nuestra propia vida, por nuestras opciones y por nuestras características, buenas o no. Paralelamente descubrimos la importancia del otro en nuestro desarrollo y su influencia en nuestro crecimiento emocional.
La persona que respeta su propia individualidad percibe que existe con independencia del otro, ella es, pero al mismo tiempo se torna independiente del medio, en una relación de intercambio, en una danza delicada y placentera.