Investigando pensamientos tóxicos
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 15/02/2013 20:39:58
por Luiz Pontes - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
"El infierno es el lugar donde nada hay en común entre uno y otro a no ser el hecho de que todos se odian y no pueden librarse unos de otros ni tampoco de sí mismos”.
Thomas Merton
Vivimos en un mundo donde hay mucha contaminación mental y emocional. Algunos lo llaman infierno. Nuestros dramas personales, familiares y corporativos se multiplican, sin la impresión de que un día puedan llegar a deshacerse. O, por mucho que intentemos ser felices, hay siempre algo al acecho para sorprendernos, que trae aún más conflictos, sufrimiento y separación a nuestras vidas. Preocupados por sobrevivir en un mundo lleno de maldad, olvidamos que esos pensamientos tóxicos que originan emociones tóxicas minan nuestra propia salud. Nos apegamos al pasado y tememos el futuro. Mantenemos relaciones insostenibles. Y por lo regular, no reconocemos lo básico, que nuestros enojos y angustias solo dañan a nosotros mismos.
A menudo ponemos en el exterior aquello que no queremos ver en nosotros mismos. “Proyectamos” sobre alguien o algo la parte de la película de nosotros mismos que no nos gusta. O negamos nuestros contenidos inconscientes que vienen a la superficie en situaciones específicas, barriendo para debajo de la alfombra aquello que tampoco nos agrada en nosotros. Todas las proyecciones y negaciones individuales sumadas originan la contaminación mental y emocional de la familia, de la comunidad, de la ciudad, del estado, del país y del planeta. Esta es nuestra sombra.
Todo aquello a que nos resistimos, persiste. Esa es una ley. Atraemos hacia nosotros mismos la experiencia que no queremos, porque a nivel inconsciente ella ha sido negada y ahora necesita expresarse para que nuestra alma pueda progresar hacia la ascensión.
Tal como el pensamiento ecológico orienta a cada uno de nosotros individualmente a cuidar del planeta, también debemos ocuparnos de nuestra propia contaminación. La Nueva Tierra sólo será una realidad para aquellos que verdaderamente se empeñen en descontaminar sus mentes y corazones, mirando dentro de sí mismos deseosos de conocer la Verdad. Incluso aquellos de entre nosotros que se encuentran en la vida espiritual, dentro de una religión, doctrina o grupo esotérico, se enfrentan a desafíos y situaciones de vida que muestran que hay rasgos básicos de personalidad que no han sido transmutados, porque todavía no han sido investigados.
Es preciso tener el valor de mirar más profundamente para encontrar lo que aún necesita ser sanado, acabando con todas las proyecciones y negaciones. Sólo así co-crearemos la Nueva Tierra, aquí y ahora, revertiendo el ciclo de sufrimiento en que nuestro planeta se encuentra desde hace siglos. Todo empieza y termina en nosotros: para empezar nuevamente de manera diferente, o para simplemente repetir una pauta negativa que perpetúa el sufrimiento. No es sano decir que “todo está bien”, cuando en realidad no lo está.
Afortunadamente, vivimos en una época en que nunca tantas herramientas de autoconocimiento han estado tan fácilmente disponibles. Por ello hace falta criterio e intuición para elegir la que mejor se adecúa a nuestro momento de vida. Si nos dejamos guiar por el corazón, por el Profesor Interno que todo lo sabe, Él nos llevará a la herramienta más adecuada. Él también colocará en nuestras vidas las personas que podrán indicarnos los atajos del camino hacia nuestra evolución espiritual para la co-creación de la Nueva Tierra.
Los tiempos actuales piden un cambio real de actitud, que se refleje en nuestro día a día. Es momento de despertar para la realidad espiritual que muestra que todos Somos UNO, adoptando las acciones necesarias para que nosotros mismos seamos el ejemplo a seguir. De nada sirve trabajar por la paz mundial originando más estrés. Ya no hay “término medio”. Ha llegado la hora de efectivamente “ser el cambio que deseamos ver en el mundo”, como decía Gandhi.
Una sugerencia para ello es empezar por hacer un inventario de pensamientos tóxicos en uno mismo. ¿Hay todavía algún “yo” que tenga un pensamiento que origina desazón? ¿Por ejemplo, del tipo de “no soy capaz de hacer esto o aquello”, o “no merezco esto” o “no soy lo bastante bueno”? Si la respuesta es “sí” a cualquiera de las preguntas, es preciso investigar la realidad del pensamiento, a fin de poder sanarlo. Ningún pensamiento negativo resiste a la Verdad.
El inventario puede asimismo incluir pensamientos respecto de otras personas o instituciones, como por ejemplo: “mi padre (o madre) no me da la atención suficiente” o “mi esposa es muy celosa” o “mi jefe es autoritario” o “mi compañero de trabajo sólo piensa en sí mismo” o “George Bush no es trigo limpio”. Téngase en mente que lo que realmente importa no es el hecho en sí, sino la forma en cómo reaccionamos frente a él. Si el autoritarismo de mi jefe me molesta hasta el punto de que me siento emocionalmente afectado, entonces es sano que yo investigue este pensamiento, pues origina un sentimiento negativo que me hace sufrir. Para ello hay que desarrollar una sinceridad absoluta para con uno mismo.
Cuando nos demos cuenta de que podemos elegir contemplar la realidad de forma diferente, comprenderemos que no hace falta cambiar nada ni a nadie. La realidad es lo que es, como es. El mundo y las personas, principalmente aquellas más cercanas a nosotros (pues son las que más queremos cambiar), pueden ser lo que son libremente. Nosotros somos los que cambiamos. Nosotros somos los que transformamos nuestro mundo interior para mirar a través de los ojos del verdadero perdón, elevando nuestra frecuencia vibratoria y atrayendo más y más armonía y alegría a nuestras vidas, convirtiéndonos así en participantes efectivos en la co-creación de la Nueva Tierra.
Luiz Pontes
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