Juego
por Elisabeth Cavalcante em STUM WORLDAtualizado em 11/09/2008 18:52:33
Traducción de Silvana Partucci - [email protected]
Uno de los mayores secretos de la vida es encararla como un juego. Para los individuos excesivamente serios, sesudos, a los cuales se les enseñó que jugar es cosa de gente loca, en la cual no se puede confiar, ésta afirmación puede parecer absurda.
No llevar la vida en serio es un perfecto ejercicio para abandonar de una vez la pretensión de querer ser perfecto, superior. Cuando relajamos nuestro propio corazón y nos entregamos a la simplicidad del acto de existir, la presión ejercida por el resto del mundo sobre nosotros, automáticamente desaparece.
Nuestro corazón puede, entonces, latir tranquilo, alegre y sereno, pues dejamos de ser nuestros propios jueces y capataces y, “de yapa”, paramos de importarnos con el comportamiento ajeno.
Los grandes maestros Zen se comportan como verdaderos niños, son graciosos, inocentes y juguetones. Viven la vida como un eterno juego, en la cual aprender se vuelve algo placentero y relajado.
Esta claro que existen situaciones en que la seriedad precisa estar presente, pero solamente en algunos momentos críticos es que nuestro yo serio debe entrar en acción. Cuanto más libremente expresemos nuestra tristeza, reconociéndola como legítima en algunas circunstancias, mas fácilmente conseguiremos liberarnos de esta energía, al revés de permanecer para siempre sintonizados en ella.
Su polo opuesto, la alegría, surgirá naturalmente, sin que precisemos hacer cualquier esfuerzo en este sentido. Lo importante es que no nos dejemos apegar demasiado a la postura de víctimas del destino, ni aceptemos pasivamente la miseria interior como una condición natural.
En el libro “El secreto”, uno de los maestros relata una experiencia realizada con enfermos, para los cuales fue recomendado que viesen, diariamente, programas de comedia. El resultado es que ellos se recuperaron mucho más fácilmente de sus patologías. Lo que viene a probar la eficacia de la risa y de la alegría para el reencuentro del equilibrio del ser humano.
Permitirse volver espiritualmente a la infancia, es una de las terapias más eficaces que una persona puede ofrecerse a si misma, cuando percibe que está viendo la realidad de un modo excesivamente serio.
“La danza y la risa.
La danza y la risa son las mejores puertas, las más naturales, las más fácilmente accesibles para entrar en la “no mente”.
Si tú realmente danzas, el pensamiento para. Danzando sin parar, girando, girando y volviéndote un remolino, todas las fronteras y todas las divisiones desaparecen. Ni tú mismo sabes donde el cuerpo termina y donde la existencia comienza. Te disuelves en la existencia y la existencia se disuelve en ti.
Y si tú estas realmente danzando – no controlando la danza, sino dejando que ella te conduzca – si estás poseído por la danza el pensamiento para.
Lo mismo sucede con la risa. Si tú eres poseído por la risa, el pensamiento para. Y si tú conoces algunos momentos de no mente, estos vislumbres te asegurarán muchas más recompensas que irán a surgir.
La risa puede ser una bella introducción a un estado de no-pensamiento.
El día en que el hombre se olvide de reír, el día en que el hombre se olvide de jugar, el día en que el hombre se olvide de danzar, él no será más un hombre; él habrá caído a una especie sub humana. El juego lo deja leve, la risa le da alas.
Danzando con alegría él puede tocar las estrellas más distantes, puede conocer el propio secreto de la vida.”
Osho, A Sudden Clash of Thunder/e Zarathustra, The Laughing Prophet.