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La espiritualidad es un estado de espíritu

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 14/04/2010 16:10:05


por Bruno J. Gimenes - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

El estado de espíritu de una persona es una energía que transporta sus emociones, pensamientos, sentimientos. Esa energía puede estar impregnada positiva o negativamente, según la calidad de estos aspectos. Si una persona almacena pensamientos, sentimientos y emociones negativas, obviamente su estado de espíritu resultante repetirá ese patrón.

Es nuestro genuino campo de fuerza. Tenemos la capacidad de moldearlo en todo momento, abasteciéndolo o desabasteciéndolo con vitalidad.

Ninguna indicación sobre la consciencia y probablemente ninguna otra fuente de información cualquiera, entre las miles existentes, serán eficientes si la persona no logra traer esas mejoras a su estado de espíritu. De nada sirve que la persona sea una eximia teórica sobre la espiritualidad si no pasa toda esa vivencia para su corazón. Tampoco sirve de nada que la persona sea vidente, sensitiva y paranormal. Eso me remite a algo que ya hemos oído mucho: “Aunque hablase la lengua de los ángeles, sin amor en el corazón, de nada valdría.”

Esa consciencia de que hablamos todo el tiempo trasciende la del solo campo mental. Es la consciencia que fluye de todas las células, cargada de amor y fe, y por eso no está limitada al nivel mental, sino que es cuántica.
Una persona que busca la espiritualidad puede considerarse victoriosa cuando eleva su estado de espíritu a un nivel que genere amor, felicidad y paz, plena, constantemente (esporádicamente no sirve), aprendiendo a crear internamente esa luz y expandiéndola hacia lo externo.

Conozco muchas personas que lo saben todo técnicamente sobre la espiritualidad, pero cuando me acerco a ellas no consigo sentir una vibración amorosa; eso manifiesta que hay algo que no está bien. Quiere decir que su estado de espíritu no lo constituyen las mismas cosas de las que hablan. Esto es la legítima expresión de boca para fuera.

En cambio, respecto de algunas personas que mal saben leer o escribir, a veces ni siquiera hablar bien, poco escolarizadas, siento una energía acogedora, en su presencia magnética de amor y bondad. Un estado energético que me hace sentir profundo amor, porque esos seres en su sencillez, consiguen desarrollar profundo amor, de dentro a fuera, y lo que es mejor, con tanta exuberancia que lo desbordan hacia todos a su alrededor. Y esa es la clave, elevar tanto el estado de espíritu, que influenciar positivamente a los demás se haga tarea simple y natural.

Ese es el estado de espíritu a que me refiero, capaz de transformar ambientes en segundos, trayendo beneficios inmediatos para todos los presentes.

Hay personas con intenciones positivas y deseo de ayudar a los demás y al planeta, que muchas veces se sienten confusas por no saber cómo empezar a ayudar. Se sienten llenas de deseos de ayudar, pero no saben cómo. No saben si buscan hacer obras de caridad, proyectos sociales, hospitales, personas necesitadas, etc., una duda significativa. En ese caso siempre pienso que la mejor forma de ayudar es nutriendo la propia espiritualidad, convirtiéndose en un resplandeciente punto de luz, irradiador de energía positiva por todos los lugares a donde va la persona.
Lo fantástico es que ese estado de espíritu emana energía incluso a distancia, a través del pensamiento enfocado. Eso quiere decir que si tienes un estado de espíritu exuberante, lleno de amor y positividad, solo el hecho de que concentres tu pensamiento en un lugar o persona, ya le hará llegar una irradiación de bendiciones. Una fuerza positiva va a traspasarse al foco del pensamiento. Recordando siempre que lo contrario de esto obedece a la misma ley natural.

Siempre ha existido mucha preocupación respecto de los posibles efectos nocivos de las magias negras, macumbas, hechizos, etc., solo que hemos olvidado que la peor magia negra que existe es la fabricada por el propio pensamiento negativo embebido en un estado de espíritu destructivo. Otra ocasión más en que el “Orad y vigilad” es el mejor instrumento que tenemos.

Se advierten estados de espíritu desequilibrados y negativos cuando cerca de nosotros se producen acontecimientos como los citados a continuación:

- Lámparas que se funden constantemente, aunque no haya problemas en la red eléctrica;
- Las cosas se rompen, se estropean, se deterioran, se damnifican en tu presencia;

- Has de esperar demasiado tiempo en las colas en general, algo excesivo;

- Todas las personas de tu entorno siempre te vienen a dar cuenta de problemas, dolores, enfermedades, etc., justamente a ti, en realidad parece que les encanta contártelo, y aunque haya más gente, tú eres el elegido;

- Todo autobús, tren, avión o coche en que entras, de manera extraña acaban por retrasarse, o estropearse o presentando problemas, con más frecuencia de lo normal.

- Tienes fama de cenizo;

- Las personas de tu convivencia son complicadas, inconvenientes y siempre tienes que incomodarte con ellas;

- Tú y las personas de tu entorno sois frecuentadores asiduos de hospitales, consultas médicas, farmacias, etc.;

- Las cosas a tu alrededor o incluso contigo suelen caerse al suelo, romperse, se producen estragos inusitados;

- Cuando no consigues cerrar los ojos y concentrarte, aunque sea solo por cinco minutos. Esto es una tortura y tus pensamientos no paran;

- Rezar es tarea difícil, no logras terminar una oración, y cuando haces alguna, la haces de manera mecánica y sin profundidad, sin fe o de forma no amorosa;

- Reservar unos minutos en tu rutina diaria para estar en silencio y solo observar tu vida es algo imposible, al igual que tampoco reservas tiempo para nutrir tu espiritualidad. Leer un libro edificante, practicar la meditación o dedicarte a tu propio equilibrio espiritual es casi un trastorno;

- Llevas tu vida con el piloto automático, prácticamente no ves siquiera la vida pasar, entras en la rutina del día a día y difícilmente procuras pensar tu papel, tu espiritualidad y tu misión aquí en la Tierra;

- Estás alienado de la espiritualidad, no piensas en esa cuestión, no meditas, no rezas, no haces nada más allá de las cosas necesarias para tu supervivencia, tu enfoque es la vida material. Karma, dharma, libre albedrío, Dios, no son palabras de tu vocabulario;

- Los problemas se suceden en tu vida, de formas diferentes, con escenarios diferentes, sin embargo siempre con la misma dificultad. Se producen cíclicamente, como si no se resolviesen;

- Tú no recibes elogios sinceros de las personas. Éstas casi no hablan de ti, y cuando lo hacen, normalmente no es para subrayar tus cualidades; Cuando se comprenden los efectos, tanto positivos como negativos, que pueden ser desencadenados por los estados de espíritu, la persona pasa a utilizar esa consciencia en pro de su crecimiento, prosperidad y éxito personal. Pasa a sentir en carne propia los efectos de las leyes del libre albedrío, de la acción y reacción, así como de atracción. Eso genera una disciplina capaz de producir maravillas en la vida de cualquier persona, incluso porque cualquier distracción en ese cuidado puede significar grandes trastornos;

- Novedades en tu vida, solo si son para cosas negativas y, para eso, consideras que no son ninguna novedad, ¡al fin y al cabo tu vida no es más que un fracaso!


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