La Fuerza de una Sonrisa
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 12/04/2014 08:31:33
por Maria Cristina Tanajura
Traducción de Teresa - [email protected]
El otro día tuve que someterme a unas pruebas de salud algo complicadas y estaba un poco tensa. ¡Lo cierto es que tenía miedo! Aunque luchando contra este sentimiento, orando, continuaba en contacto con él.
¡Al llegar a la clínica, esperé un poco y fui llamada por un enfermero de mediana edad, alto, con una sonrisa enorme en el rostro! Lo que sentí en aquel instante y durante todo el tiempo en que él me atendió es lo que quiero explicar ahora. Para mí, fue como si una fuerza animosa me llenase el ser y fui capaz entonces de cambiar mi actitud. Puede parecer pueril o incluso exagerado lo que estoy diciendo, pero créeme que para mí no lo fue. ¿Sabes cuando un rayo de luz ilumina un local oscuro? ¿O como cuando sentimos una brisa amena en un día de calor intenso? Así fue como aquella sonrisa me llegó…
Tantas personas competentes estaban por allí trabajando, yendo de acá para allá, pero todas, sin excepción, con el rostro serio, contraído, sin prestar atención a los sentimientos de los clientes que llegaban con muchos interrogantes y preocupaciones.
Sólo aquel enfermero era diferente ¡y yo tuve la suerte de ser atendida por él! Al término de todo – que corrió muy tranquilamente – ¡le agradecí mucho el cariño de aquel rostro iluminado! Ni siquiera sé si me comprendió del todo.
Ya había asistido, en un centro espírita, a la llegada de una hermana desencarnada que había pedido comunicarse, a fin de agradecer una sonrisa que un hermano le había dedicado un día, cuando todavía andaba por aquí y estuvo en una de nuestras reuniones. Esto había ocurrido hacía mucho tiempo, pero para aquel ser aún era presente y jamás lo había olvidado.
¡Qué sutil puede ser la vida! Muchas cosas importantes suceden de forma sencilla, sin que nadie lo note. Y son cosas duraderas. Sé que jamás olvidaré la fisionomía de mi amigo enfermero, pues estará conmigo donde yo vaya. Me ha dejado una lección muy importante: cómo marca la diferencia la forma en que nos dirigimos a los demás, la manera en cómo encaramos la vida todos los días.
¿Por qué la tristeza constante? ¿Por qué la falta de solidaridad, de entusiasmo, de alegría, de apertura a lo nuevo que está ocurriendo a cada fracción de segundo?
¿Por qué ensartarnos una máscara fría y dura en el rostro y dejar que ésta sea nuestra tarjeta de visita? Con este planteamiento, ¿qué es lo que esperamos recibir como retorno?
¡Estamos todos tan carentes de acogimiento, de aceptación, de contacto, de una mirada solidaria! ¿Cómo vamos a encontrar todo esto en los demás, si no les damos nada mientras vivimos en este planeta actualmente tan lóbrego, tan complicado, tan vacío de sentido y de humanidad?
¡Es dando como se recibe! Esta es una ley cósmica, que está vigente en todo el Universo con independencia de dónde se viva. Siendo así, hemos de aprender a dar. Dar de uno mismo. En una mirada llena de atención, solidaria, en una sonrisa cálida. Todos formamos parte de una gran familia y vamos todos en el mismo barco planetario. Lo que está ocurriendo con aquellos que murieron en el avión y sus familias y amigos, en Malaysia, está claro que nos afecta también, pues sabemos lo que es el dolor de un adiós repentino, de una partida súbita, y más cuando durante tantos días perduró la duda atroz sobre lo que realmente había ocurrido. Sé cómo es el dolor de mi hermano porque lo conozco. Somos humanos.
¡Podemos sonreír más! Iluminando la vida de quienes se crucen en nuestros caminos. Ciertamente esas personas también empezarán a sonreír, como respuesta, y así estaremos suavizando un poco las dificultades de esta vida.
¡A cambio, sonriendo, seremos también más felices, pues la sonrisa nos hace parecer mucho más guapos, alegra el alma y alimenta la esperanza!
Que Jesús proteja y bendiga a mi amigo enfermero en su labor diaria, nada fácil, de intentar tornar más suaves los momentos de preocupación de tantos. Seguramente él ya se habrá olvidado de mí, ¡pero yo juro que jamás lo olvidaré!