La ilusión de la codicia
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 03/12/2015 10:22:11
Autor: Isha - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
La codicia nunca está satisfecha, no importa lo que consiga nunca es suficiente, siempre hay algo más que adquirir. ¿Tiene el coche de sus sueños? Ahora necesita dos. ¿Por qué estamos siempre a la espera de algo más?
La mayoría nos pasamos la vida esperando. Esto se ha vuelto tan habitual que incluso cuando las cosas que estamos esperando (la promoción, la pareja, los hijos), finalmente llegan, no somos capaces de disfrutarlas en su totalidad, pues estamos muy ocupados esperando otra cosa (la jubilación, las vacaciones, el divorcio). Esto se debe a que realmente no sabemos lo que queremos. La codicia nos dice que queremos cosas, pero en realidad sólo queremos sentirnos satisfechos. La codicia nos dice que queremos algo que está por llegar en el futuro, pero en realidad simplemente no queremos enfrentar la realidad aquí y ahora. Este momento es el único que siempre habrá. Lo demás es especulación e ilusión. Estamos condicionados con el refrán: “Con paciencia y una caña, se pesca hasta en la montaña”, pero si no somos capaces de abrazar la perfección de este momento, somos incapaces de disfrutar de la vida. En realidad, no importa lo mucho que consigamos materialmente, si nuestra avaricia nos mantiene presos en la necesidad de más, ¡nuestra riqueza no traerá nada más que una forma más cara de la miseria!
En mi camino como maestra espiritual, he enseñado a personas con formas de vida diferentes, incluyendo a ricos y famosos. Claro que ellos tienen libertad material, pero no la plenitud. Basta contemplar nuestras celebridades para ver que la riqueza material no trae la felicidad; los innumerables casos de depresión en las celebridades, el abuso de sustancias y las relaciones rotas son bien conocidos por todos nosotros.
La riqueza material está supervalorada. No digo que haya algo equivocado en ella, sólo que nunca es suficiente. Vivimos nuestras vidas como si estuviésemos en una carrera, persiguiendo la zanahoria proverbial hasta lo infinito. Siempre estamos tratando de llegar a alguna parte, si no a un lugar físico, al menos de carácter emocional o mental. Por debajo de todo eso subyace el deseo de estar en cualquier otro sitio, pero no aquí.
¿Qué hay de malo en lo que ya tenemos? Cuando estamos realmente presentes, percibimos que la respuesta es: nada. Percibimos que en realidad no estamos corriendo hacia la felicidad, estamos huyendo de nosotros mismos. Pues este es el quid de la cuestión: lo que no queremos enfrentar en este momento es nuestra propia insatisfacción. El agujero en nuestro interior, la sensación de insatisfacción es lo que estamos evitando con tanta insistencia. El problema es que no importa a dónde se vaya, allí estará.
Podemos soñar con la paz y la tranquilidad de una isla tropical, pero como Tom Hanks en El Náufrago, incluso en un paraíso perfecto, tendremos que enfrentarnos a nosotros mismos, y no pasará mucho tiempo antes de que empecemos a relacionarnos con los objetos inanimados (como Wilson, la pelota de voleibol) para escapar a la monotonía.
Cuando tú te amas incondicionalmente, la codicia se evapora en la plenitud del ser. Entonces, tu apego al dinero y a lo material cambia por completo. Irónicamente, cuando esto sucede, tú atraes todo en abundancia absoluta. Sin embargo tu atención ya no se centra en la adquisición de cosas, sino en el amor. Soltar la codicia no significa necesariamente soltar las posesiones, pero quizá verás que no deseas tanto como pensabas. Quizá sólo quieras que todo sea más simple.