La importancia de la meditación
por Rosemeire Zago em STUM WORLDAtualizado em 30/11/2010 15:51:27
Traducción de Teresa - [email protected]
Poco a poco la práctica de la meditación viene siendo más divulgada, conocida y aceptada. Pese a formar parte de la humanidad desde hace siglos, todavía hoy encontramos muchas personas que por falta de información dejan de beneficiarse de esa técnica milenaria. No podemos negar que el mundo hoy invade nuestro cotidiano e incluso nuestros momentos de descanso y placer con presiones que se acumulan, tumultuando nuestra mente, haciendo así cada vez más difícil volvernos hacia dentro de nosotros mismos y visualizar la causa de nuestras angustias.
Todos sabemos que las respuestas para la mayoría de nuestras preguntas están dentro de nosotros, pero las personas insisten en buscar las respuestas fuera, demorando cada vez más el encontrarse. Y la meditación es uno de los caminos para ese encuentro con nosotros mismos. La práctica de la meditación nos ayuda a limpiar la mente, ensancha la capacidad de recordar, y sobre todo, proporciona prodigiosas percepciones que pueden ayudar a resolver los problemas. Es como si alguien hiciese aparecer la idea dentro de ti – lo que llamamos percepción. Y todo comienza cerrando los ojos, relajando los músculos, tranquilizando la respiración. ¡Tan simple y tan poderoso! Y algunas personas, desgraciadamente, alegan que no meditan por falta de tiempo; pero si necesitan ir al médico encuentran un momentito, después otro momentito más para ir a la farmacia a comprar los medicamentos, que casi siempre son paliativos, pese a contar con un recurso poderoso, que solo depende de ellas, pero aún siendo así, van tan lejos. Pero esto nos hace reflexionar de qué manera esta cuestión está totalmente relacionada con la falta de confianza en sí mismo. ¿Cómo creer que puede curarse si no cree en su capacidad para conseguir cosas menores? Es preciso reflexionar sobre esa cuestión.
Un nuevo campo en la pesquisa médica, denominado psiconeuroinmunología – la integración de la mente con el sistema inmunológico – ha venido obteniendo muchas curaciones. Relajación, visualización y meditación pueden, de modo seguro y eficaz, ser utilizadas para eliminar estrés, tensión, miedos y fobias. Muchas enfermedades cardiovasculares son agravadas por el estrés, por el miedo, por el agotamiento – la necesidad de competir, de producir más y más, de alcanzar el éxito, casi como condicionamientos persecutorios. La reducción del estrés es un factor importante en la prevención de dolencias y la meditación puede reducir el nivel de estrés. En la meditación ocurre como si cada respiración expulsase del cuerpo la tensión y los elementos nocivos, y la persona se deja llevar por la luz, que pasa a envolver su cuerpo, curando todo, alejando la enfermedad, fortaleciendo.
Reserva, si posible, todos los días, diez, veinte minutos a la meditación; a la medida de tu persistencia esta práctica se hará cada vez más fácil. Lo importante es mantener la regularidad para alcanzar niveles cada vez más profundos de relajación. La meditación ejercida de manera regular es un medio poderoso para la recuperación y mantenimiento de la salud. Jung utilizó método semejante con el nombre de Imaginación Activa desde 1916. La ventaja de este método es el de traer a la luz una gran cantidad de contenidos inconscientes. Su objetivo es en primer lugar terapéutico. En esa técnica la persona no permanece pasiva, por el contrario, hay una secuencia de imágenes y recuerdos, originada por la concentración intencional. Mediante la participación activa es posible sumergirse en los procesos inconscientes, y abandonándose a ellos, se logra dominarlos e identificar las causas de muchos conflictos. Esta técnica está indicada para hacerla con el acompañamiento de un profesional. Pero hay muchas técnicas sencillas que pueden hacerse en casa, y muchos libros que la explican y vienen con un CD, basta oír y relajar.
A través de la meditación vivenciamos una belleza interior que nos hace repensar todo cuanto nos rodea, y a nosotros mismos. Un momento de gracia, de luz, de elevación. Al utilizar y encaminar nuestras energías hacia la purificación de nuestro cuerpo y de nuestra mente, descubrimos el desarrollo de nuestra espiritualidad. ¡Un momento todo nuestro, todo tuyo!
La meditación desarrolla una progresiva capacidad de concentración y focalización. Sí, la meditación exige práctica, paciencia. Pero el propio acto de meditar genera cada vez más paciencia, lo que importa es que tú te orientas hacia el encuentro de la parte más bonita, acogedora y productiva de ti mismo - ¡tu porción hecha de luz! Somos, sí, seres luminosos e iluminados. Cuanto más profundo nos lleva la práctica de la meditación, más nos distanciamos del plano de las apariencias y de las tensiones, más nos envolvemos con la capacidad de amar, de comprender que esa visión de la vida y del mundo está dentro de nosotros. Al descubrir que poseemos ese don tan precioso, repleto de belleza, nos sentimos dignos de ser amados y de alcanzar la felicidad.
Hay formas básicas de meditación que puedes experimentar ahora, sin depender de otra persona. Siéntate en posición y asiento cómodos, en una sala o cuarto tranquilo y silencioso. Cuida de no ser perturbado ni interrumpido durante al menos quince minutos. Es mejor que tus pies reposen sobre el suelo y tus manos, bien relajadas, sobre el regazo. Si lo prefieres, también puedes hacerlo acostado. Cierra con suavidad los ojos y relájate por completo. Comienza con 3 respiraciones profundas, lo cual ayuda a soltar la tensión. Poco a poco ve relajando cada parte del cuerpo, empezando por los pies, subiendo despacio hasta llegar a la cabeza. Respira profundamente por la nariz, concentrándote hasta que tu respiración se haga suave y regular. Si empiezas a divagar, trae tu atención de vuelta a la respiración. Imagina una luz azul, violeta, envolviendo todo tu cuerpo. Y durante todo el proceso no huyas del centro de ti mismo, de tu verdad personal, de aquello que tú realmente eres en lo más profundo de tu ser. La práctica de la meditación nos lleva al encuentro de nuestro “yo” más poderoso y esencial. Nuestra tarea en el plano físico es aprender. Amar a los demás y a nosotros mismos. ¡Ese es el reconocimiento que nos convierte en simplemente divinos!