¡La importancia psicológica de reconocer la existencia real del OTRO!
por Luís Vasconcellos em STUM WORLDAtualizado em 22/09/2009 11:49:33
Traducción de Teresa - [email protected]
La percepción de la acción y de la presencia de los Opuestos en nuestra vida psicológica es el primer paso en la andadura de la conciencia en busca del auto-conocimiento. NADIE que sea unipolar puede percibir con clareza ni a sí mismo ni a nadie. Conseguir clareza y apertura de visión para la comprensión del OTRO es un desafío portentoso para nuestros EGOS (Arquitectos de la Realidad), acostumbrados como están a complacerse en sus propias creaciones.
Confrontamos el mundo que nos llega a través de nuestros “propios y personales” puntos de vista (con origen en las experiencias individuales o colectivas) y, las más de las veces, rechazamos todo cuanto no nos sirva, lo que sea diferente, no familiar, desconocido, extraño, incomprensible... Así, rechazamos – “con la mayor naturalidad” –, posibilidades de experiencia, valores, estéticas, concepciones, enfoques, experiencias que personalmente no hemos tenido y que así no podemos comprender, ni aceptar, ni entender o ni siquiera tolerar... No solo rechazamos “concepciones”, sino además personas, instituciones, razas, prácticas religiosas, teorías y/o sistemas políticos, hinchas del equipo adversario, soldados del ejército enemigo, nuestro cónyuge, nuestros familiares, nuestros ex amigos, nuestros ex todo...
Al alejarnos de aquello que nos incomodó, al rechazar su existencia y su sentido, podemos asumir dos posturas antagónicas, a saber:
1) La pasiva, que se traduce por el reflejo de alejarnos del estímulo desagradable; y
2) La activa, que nos lleva a atacar y destruir el objeto, persona o institución amenazadora (...de la santa paz de Dios en nuestras vidas).
La historia de la humanidad es la historia de un combate incesante entre antagonismos y separatismos egoicos (lo cual quiere decir prejuicios de percepción y de juzgamiento oriundos de la experiencia personal, pero también predisposiciones a ser, sentir, pensar y actuar de origen social / familiar / colectivo, o sea, adquiridas y desarrolladas en los lugares en que nacimos y crecimos. A través del empeño siempre redoblado de nuestra conciencia, vale el esfuerzo para trascender estos “puntos de vista locales”, de nuestro sistema de creencias adquirido, y uno de los más altos peldaños del entendimiento es el de CONSEGUIR RELATIVIZARLO.
En algunos sentidos este es el único recurso palpable que tiene – y tendrá – nuestra conciencia para aplacar la exacerbación de los ánimos y posibilitar la convivencia dentro del ámbito de cualquier colectividad. Con todo, tan pronto como se desarrollan y se establecen estos folklores perceptivos, tenemos los nacionalismos, los antagonismos de naturaleza racial, clasista, política o religiosa. De una esfera personal pasamos a una esfera mayor, más amplia, abarcando un horizonte más extenso; pero siempre hay una frontera donde se delimita lo FAMILIAR y, más allá de ella, reside la dimensión del OTRO, del diferente, del amenazador, del enemigo. Así son, las más de las veces, percibidas y juzgadas las Polaridades (Dimensiones / categorías / cualidades) opuestas a aquellas con las cuales nos identificamos.
Si así es en el ámbito personal, también así se comporta la Psiquis unipolar ante el OTRO. Ya este otro sea un cónyuge, otro tipo psicológico, un país o una organización oponente, el mismo fenómeno se repite. No me consta que se pueda hacer cualquier alteración o manipulación psicológica en los conflictos entre países y razas, entonces, por ahora el objeto que puede ser “tratado y curado” es el ámbito de las relaciones interpersonales. Y ahí tenemos las relaciones, sus resultantes, sus escenarios, sus escenografías, sus papeles, sus características de espacio / tiempo históricas.