La Madre Tierra pide Paz
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 24/05/2010 15:32:07
por Nathalie Favaron - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
La luz irradia cuando nos calmamos y entramos en contacto con algo mayor que habita dentro de nosotros. Dicen que en la fuerza de la Trinidad, del número tres, nos conectamos con algo mayor. El tres representa la mente, el cuerpo y el espíritu.
O la paz, la unión y la fuerza.
En la fuerza habita el camino para perseverar.
La manera y la forma, cada cual deberá encontrar la suya.
A través del sonido, del canto o del movimiento
O a través de la quietud, de la calma y del silencio.
La unión empieza cuando de alguna forma nos conectamos con algo mayor.
Nuestro yo interior, Dios/Diosa, la naturaleza, no importa quién o qué es. Tan solo reconocemos que existe algo mayor, que todo lo es, y que abarca todo lo que es.
Así reconoceremos quiénes somos.
La Paz me recuerda una historia…
Se cuenta que un día un pescador que se hallaba frente a un río, vivía un dilema.
Ya no era capaz de pescar.
En sus creencias jamás había imaginado que podría estar equivocado o ser violento el pescar un pez en aquel río.
Se había criado así, pescando. Y tenía hambre.
Su padre, el padre de su padre, y muchos antes de él ya pescaban allí.
Pero en su corazón, Pedro sabía que ya no podría volver a matar a otro ser tan solo para saciar su hambre.
Lloró, imploró una luz, una orientación.
Su familia también tenía hambre y muchos dependían de él.
En medio de sus lágrimas, Pedro oyó un dulce gemido.
Parecía un susurro, allí cerca de los árboles. Despacito, Pedro se acercó y allí estaban unos seres muy pequeños, de vivos colores, vibrantes, que llamaban su atención.
Estaban bajo pequeños guardasoles de hierba y hojas, y eran muy brillantes y coloridos.
Con ellos, Pedro se acercaba a algo muy puro.
Acercó su cara a la tierra, cerca de donde ellos estaban y pudo oír un ruido cadencioso.
Era como un tambor que batía en un compás único
El del corazón de la Madre Tierra.
Y decía…
- Pedro, hijo mío, tú eres como todos mis otros hijos.
Todos son amados y especiales. Formad un grupo, un grupo de hermanos. Hermanos de todas las razas y colores sentaos juntos a la mesa y como hermanos permitid ser alimentados, cuidados y nutridos por mí, la gran madre. La madre Tierra. Yo os daré todos los frutos, flores, raíces, perfumes y nutrientes.
Con abundancia, todo será servido a todos, sin destrucción, y con eso comprenderéis qué cosa es realmente la Paz.
La Paz es Compartir Amor.
Pedro sonrió y tan solo movió la cabeza como si ya supiese qué es lo que haría a partir de aquel momento.
Y hasta los días de hoy, podemos oír en algunos lugares especiales aquellos pequeños seres coloridos y brillantes, contando esta historia en las mesas de las cenas, donde todos los hermanos comparten Amor en Paz.
Permitíos compartir Amor y Paz.
