La oración como factor de elevación del psiquismo
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 14/12/2011 12:12:56
por Bruno J. Gimenes - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Si todo en este universo es materia o energía, y aquello que pienso o siento también genera una energía, que es la esencia básica de mi cuerpo espiritual; todos los pensamientos y emociones que tenemos pueden mejorar o empeorar esa frecuencia vibratoria.
Estamos todo el tiempo interactuando con distintas vibraciones energéticas; también produciéndolas, o sea, emitiendo y recibiendo esos variados patrones. Dentro de ese contexto o perspectiva basada en el concepto del universo energía, podemos clasificar una oración o plegaria como el agente capaz de producir una elevación del psiquismo individual y colectivo, que resulta en la capacidad de alterar positivamente nuestras energías de forma general.
En resumen: tiene la capacidad de sutilizar las vibraciones.
La oración es la capacidad que tenemos de buscar un patrón vibratorio mucho más elevado que la condición natural en que estamos inseridos. Según esa observación, el ser humano difícilmente logrará evolucionar, durante su experiencia física, si no desarrolla un estilo de vida en que el estado de plegaria sea una constante.
El gran reto: mantener interiormente un psiquismo de carácter más sutil, del cual nuestro cuerpo físico esté impregnado, proporcionándonos así una evolución natural constante, basada en nuestra capacidad interior de co-crear un patrón más sutil, a todo momento, ilimitadamente. Desde el punto de vista práctico y energético, ese es el fenómeno de la ascensión, porque posibilita al individuo seguir progresando en su evolución, minuto a minuto, sin límites. Es innegable que se nos otorga la posibilidad de ser mejores a cada instante.
La oración, sin duda, es una creación psíquica donde podemos convertirnos en co-creadores de las bendiciones universales. Mediante la sintonía creada en la intención y en el pensamiento enfocado, pasamos entonces a conectarnos con las atmósferas sutiles, fuentes de energías superiores, respetuosas con la ley del semejante que atrae a semejante, o ley de la resonancia o ley de la atracción, como le queramos llamar.
Analizando desde ese ángulo, siempre, en todos los casos, el primer paso para la fundamentación de una plegaria es la creación en nuestro interior de una vibración elevada, de moral superior, con bases amorosas y de naturaleza leve. Una condición que nos permite “preparar el terreno” para que la simiente germine. Siempre somos nosotros los responsables, cada cual prepara su terreno.
Fíjate en la importancia de comprender el “Orad y vigilad” del Gran Maestro. Probablemente, Él ya quería infundirnos la comprensión de que cada emoción positiva o sentimiento superior es un agente generador de nuevos acontecimientos y virtudes, advirtiéndonos asimismo de que las emociones negativas, tan corrientes y abundantes, son oraciones a la inversa. Dios nos concede la hazaña de ser co-creadores de nuestra propia condición, de ser obreros de nosotros mismos, ¡y eso está claro! En las más antiguas escrituras y en las enseñanzas de los Grandes Maestros, que en función del modernismo y del futurismo puede que hayan cambiado sus ropajes, pero nunca su sentido o su contenido; ello porque los principios divinos nunca quedan obsoletos.
Lo más importante, en la comprensión de los mecanismos implicados en la oración, es darnos cuenta de que ella es un portal para la conciencia suprema, de luz y elevadísimas vibraciones. Que podemos tener acceso a ella y abastecernos en cualquier momento, y que la negligencia para con esos flujos naturales puede causar grandes catástrofes en la vida de los profanos, alienados de su conciencia espiritual.
Está claro que los Grandes Maestros, que vivieron en ambientes y civilizaciones sumergidas en la ignorancia, en los misticismos contradictorios, en la fe ciega y fuera de lugar, no podían referirse al universo como un ser único, vibrante, ordenado y preciso. Tampoco de forma sofisticada. Los niveles de conciencia no estaban debidamente cristalizados hasta el punto de capacitar tamaña carga de verdades universales. Sus mensajes tuvieron que adaptarse, al igual que un pedagogo infantil ha de ser hábil para enseñar a los pequeños mediante fuentes creativas y simplistas. Pero ¿en qué época estamos actualmente?
Estamos viviendo un movimiento evolutivo en lo que se refiere a tecnología, información y avances que jamás podríamos concebir se retrocediésemos 50 años.
Cada vez más se comprueba que somos responsables por nuestras realidades de vida, ya por el cientificismo de la física cuántica del siglo XXI, ya por los adelantos espiritualistas de los estudios universalistas, o bien por las almas evolucionadas que encuentran verdad en las leyes de la intuición y del corazón.
No importa el mecanismo ni tampoco la época, la fuerza de la oración se mantiene intacta, inviolable, pues no pasa de moda. Ningún adelanto tecnológico, cultural, espiritual, puede negar esa realidad imperecedera. Pese a todo, la experimentación y la observación nos muestran que podemos alterar las bases que fundamentan la generación del patrón vibratorio, pues siempre seremos sensibles por la ley de semejante atrae a semejante, tal como lo somos por la ley de la gravedad. Y esto ¿qué significa?
Que exactamente lo que tú vibras y produces por medio de tu psiquismo, tu intención enfocada y tu sentimiento, es lo que sintonizas. Y ¿cuál es la importancia de la constatación de esa ley natural?
Que una oración mal hecha puede producir resultados también de su mismo patrón.
Entonces ¿es posible hacer una oración de forma incorrecta?
¡Sí!
Piensa que al hacer las plegarias con fundamentos y bases egoístas, la vibración quedará pairando tan solo alrededor de quien ha generado esa energía, produciendo una frecuencia cuya característica es el egoísmo. Muchas personas relatan: “Yo rezo, rezo y rezo, pero nada sucede, Dios no me oye”. Esto pone de manifiesto que el foco de la energía generada es tan solo la propia persona, o sea, aunque ella no se dé cuenta, se trata de un sentimiento egoísta y no altruista, que no genera flujo y reflujo con el universo. Con esa conducta, la persona no se abre a las vibraciones de las ilimitadas fuentes de Dios, pues está vuelta únicamente hacia sus intereses de orden personal, y, como sabemos: “semejante atrae a semejante”, que en este caso quiere decir: egoísmo atrae más egoísmo.
“¡Dios no oye las plegarias, sino que responde energéticamente a sus vibraciones!”De ahí que las máximas: “orad y vigilad”, “ama a tu prójimo como a ti mismo”, “a cada uno se dará según sus obras” siempre han tenido y tienen tanto fundamento, porque nos está libremente permitido construir interiormente todo aquello que deseamos que ocurra.
Siendo así, podemos concluir que muchos de nosotros no sabemos rezar. Ello porque concentramos un patrón de vibración, siempre encaminado a pedir, pedir, pedir. Orientado a intereses personales, ya que no tenemos la conciencia altruista que pocos pueblos o culturas en el mundo tenían o tienen. ¡Somos todos uno! Si yo pienso en el todo, en el colectivo y de forma altruista, no me limito a un sistema cerrado, sino que me conecto a un universo infinito.