La Tienda
por Jaime Benedetti em STUM WORLDAtualizado em 20/05/2008 19:33:01
Traducción de Teresa - [email protected]
Imágenes Mentales
Canalizada por: Izabel Telles
La imagen es la de un coche negro, un antiguo Ford bigote, que está parado en la calzada, en la calle de adoquines de una especie de villa, donde hay comercios a ambos lados con tiendas.
Tú abres el maletero de este coche y empiezas a llevar para dentro de esa tienda cajas y cajas de cartón, bastante pesadas, descargándolas en el interior de la tienda. Esta tienda estaba abandonada, llena de telarañas, llena de polvo, una tienda en la cual, desde hace mucho tiempo, nadie entraba. Tú descargas las cajas y dentro de esas cajas están varios objetos para la venta: potes, jarros, tejidos, canecas, cobre, alfombras…
Tú estás empezando a limpiar esta tienda. Con una escalera, un cubo, agua y cepillo, estás cepillando esos anaqueles, limpiando las paredes, encalando todo nuevamente.
Había en aquella tienda, un mostrador igual al de las tiendas de antiguamente, de aquellos de vidrio, donde permanecían expuestas las mercaderías. Tú retiras los cajones, los limpias, les cambias las cerraduras, cambias las llaves, cambias el vidrio, forras todo, limpias todo, iluminas todo, pones lámparas en el techo, muchas lámparas en el techo y empiezas a exponer tu mercancía.
El escaparate, antes abandonado – no siendo por los ratones y las cucarachas – está absolutamente renovado, con todo en exposición, el vidrio todo labrado al chorro de arena con dibujos de flores lindas, en un capricho, un suelo ahora muy limpio, una puerta con un timbre que suena cuando ella se abre, una alfombra roja en la puerta, la acera toda reparada y tú detrás del mostrador negociando, vendiendo, cambiando, agitando, prosperando… Es como si tu mente hubiese cambiado el caos por la prosperidad.
Es como si tu mente hubiese tomado una situación de decadencia, de abandono y hubiese dado a eso energía, fuerza y recursos. El aspecto de esa tienda es magnífico, todo en orden, todo limpio y las personas entran, las personas salen, las personas compran. ¡Hay una vida sucediendo por ahí!
En esa puerta, donde tú haces renacer este negocio, hay siete u ocho cerraduras y tú echas el cerrojo a la puerta cuando sales, de una forma muy cuidadosa, muy profunda, impidiendo que este lugar sea invadido o asaltado. Cuidas de todo con mucha atención, mucho cariño, estás muy alerta. Sabes cuánto ha costado esta renovación, entonces tu puerta tiene muchos cerrojos y muchas llaves y al final del día, cuando sales de ese lugar, gastas un buen tiempo, cerrando, cerrando, cerrando, cerrando llaves y comprobando si está todo cerrado, si está funcionando para que nadie consiga abrir.
Sales de ese lugar que está todo adoquinado y en el centro de esa plaza donde están todas esas tiendas, esos negocios – parece Francia o Italia también – parece cosa de villa europea, hay una iglesia alta, muy alta, con una torre gótica que llega casi a tocar el cielo, toda llena de lucecitas y tú subes la escalinata de esa iglesia mansamente, paso a paso, vagarosamente y llegando a la puerta de esta iglesia, te pones una especie de boina que traes y entras en ese templo. Es un templo bastante bonito con vidrieras traslúcidas y coloridas. Hay en él una sensación de cierta luz muy suave, muy poderosa y caminas hasta el medio de este templo, hasta su centro. Desde lo alto del cielo, allá arriba, desde la cúpula de este templo, justamente en el centro, donde tú estás, entra un haz de luz sobre tu cabeza, como si fuese una luz de neón azulado. Tú te arrodillas y con todo respeto, recibes esa luz como si estuvieses siendo bautizado o recibiendo de veras una bendición, una inspiración divina, vamos a decirlo así.
Alrededor, en los bancos de esta iglesia, las personas te miran y todos comentan unos con otros. Comentan así: Todo el mundo ha cerrado los negocios, sólo él ha logrado mantenerse de pie. Sí, Fulano quebró, él no, él ha conseguido mantenerse. Parece que en esta imagen te has vuelto el foco de atención de todas esas personas a tu alrededor, como si fueses un iluminado, como una persona diferente de las demás, como una persona que va a buscar esa bendición, esa luz, esa protección.
El día oscurece y permaneces allí mucho tiempo y sales con el bonete en la mano, cabizbajo, en una actitud muy respetuosa vienes bajando la escalinata de esa iglesia. En el centro de esa plaza, donde está esa iglesia, hay una fuente. En esa fuente tú te lavas, lavas tus ropas, lavas tu rostro, lavas tu cabeza, lavas como si hubiese allí un bautismo, como si hubiese un cambio de estado también, una limpieza, una renovación, el traer hacia ti una situación de renovación, de purificación. Un nuevo bautismo, vamos a llamarle así.
Las tiendas de esa calle están todas algo oscuras. Tu tienda es muy iluminada. Es de un verde clarito, de donde sale una luminosidad grande, dentro y fuera. Es una tienda que atrae a las personas. Recuerda mucho aquella película “Chocolate” en que la chica empieza a hacer chocolate para fuera, pero ella es tan poderosa que su chocolate hace que las personas al comerlo se aproximen las unas a las otras. Son chocolates que traen la reconciliación. Entonces su tienda acaba siendo la más frecuentada de la villa. Esto ocurre en Francia o en Bélgica y aquí hay toda una historia. Hay algo de eso, es como si tu tienda fuese aquella tienda suya de chocolate, donde simbólicamente, a través de toda la fe que ella tenía, la espiritualidad, ella transmitía a través de los chocolates aquella vivencia suya de poder unir a las personas.
Entras nuevamente en la tienda y en la trastienda hay un patio. Ese patio es de tierra y no hay nada más, es de tierra apenas para plantar alguna cosa y termina en un gran muro. Tomas una azada y plantas en ese patio seis esquejes pequeños de árboles y mientras estás plantando el segundo, el primero ya ha crecido y está dando melocotones, enormes melocotones y así, estás plantando el tercero y el segundo ya está brotando, estás en el cuarto y el tercero también ha brotado. Hay una fertilidad enorme, un progreso enorme en tu mano. Y tal como si estuvieses viviendo con tu mente la posibilidad de florecer, de prosperar y es como si estuvieses llegando de un desierto y ahora viviendo en la abundancia completa de la luz, de la tierra, del agua y de la naturaleza.
Hay un cambio de estado, de progreso en tu mente. Está sucediendo, está todavía formándose ahí, como un patrón, hay un cambio de patrón, vamos a decirlo así.Recoges esos melocotones, uno por uno, embalas esos melocotones en saquitos de seda, pones esos saquitos dentro de cajas y vas poniendo esas cajas dentro de camiones frigoríficos y esos camiones van llevando las mercaderías. Y lo interesante es que este árbol, este melocotonero, es un melocotonero que no deja de dar melocotones, tú haces la cosecha, cuando estás en el segundo árbol, el primero ya está lleno de nuevo. Es una cosecha sin fin, es una abundancia absoluta.
Dentro de tu mente también, todo esto lo estás haciendo en una soledad muy grande. Estás tú contigo mismo, no hay aquí otras personas. Es un proceso tuyo, íntimo, donde estás renovando, mudando, cambiando el patrón; es donde las cosas están renaciendo de una forma, con una productividad inagotable, casi milagrosa, Es cosa que no tiene final y tú también eres muy detallista y muy fiel a tu causa, entonces al empaquetar esos melocotones, miras la fruta, retiras cualquier hojita seca, la pones en el saquito, retuerces la boca del saquito, pones el saquito en la caja, todo colocado milimétricamente de forma organizada, de una forma bastante cuidadosa, muy bien arreglada.
¡No hay nada improvisado, todo es correcto, todo es como debe ser!