Las consecuencias de ser diferente en la familia
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 19/04/2010 12:38:44
por Andre Lima - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Ser diferente en la familia puede traer conflictos emocionales intensos. Un hijo que tenga una actitud diferente, más osada, más activa, que esté mejor financieramente, que no sea permisivo como quizá sean los padres, muchas veces sufre serias consecuencias. Si es diferente para algo considerado como “peor”, si es más pasivo, sumiso, menos activo, menos próspero puede también sufrir serias presiones de la familia. Hay cierta resistencia al cambio. El sistema familiar quiere mantenerse con los mismos patrones emocionales: juegos de culpa, dependencia emocional, dominación, sumisión, control, etc.… La madre dominadora usará todas las herramientas de que disponga para mantener la dominación: chantaje, amenazas emocionales, etc. El hijo que ose salir de la dominación sufrirá las consecuencias. El que hace el papel de víctima se resistirá a salir de ese papel, yendo contra todos los argumentos y consejos que le sean ofrecidos.
El cambio trae incomodidad. Saca a las personas de la zona de confort. Cuando algún miembro tiene una actitud diferente de aquello a que la familia está acostumbrada, esto puede producir un gran malestar. Y la reacción puede ser en forma de crítica y varios tipos de punición y presión para reprimir la acción que lleva a otros familiares a salir de la zona de confort.
Tenemos dificultad para expandir la zona de confort porque es un tanto doloroso. Aun cuando sabemos que el cambio puede proporcionarnos una vida mejor, nosotros mismos adoptamos acciones y reacciones para no salir del nivel que nos resulta conocido, y por tanto, confortable (aunque sea menos bueno).
Atendí a una clienta que se quejaba de no conseguir mantener los noviazgos durante mucho tiempo. Para toda dificultad siempre existe una razón. Yo procuro investigar las causas y éstas van apareciendo durante la sesión.
Ella relataba que sus padres eran muy pasivos. Que todo el mundo hacía lo que quería: había familiares que “se aprovechaban”, y ellos nunca reaccionaban. Y desde pequeña ella consideraba aquello extraño. En su propio núcleo familiar, siempre protestaba cuando algo no era de su agrado y, cuando fue creciendo, pasó a defender a sus padres cuando veía que algún familiar trataba de aprovecharse. Decía las verdades de manera airada.
Los demás hermanos procedían de forma pasiva, semejante a los padres. Ese comportamiento era elogiado por la madre: “¡Fulano y Mengana (hablando de los hermanos) sí que tienen buen carácter, tú lo tienes terrible! ¡Nadie querrá casarse contigo siendo así, vas a morir en soledad!”
Imagínese oír esto durante toda la vida. ¿Qué interioriza la criatura? “Para que mi madre diga eso, hay algo muy equivocado en mí, y nadie realmente querrá estar en mi compañía”. Esta herida se arrastra hasta la vida adulta, produciendo serios daños en la autoestima y problemas de relación.
Las palabras de la madre son interiorizadas en forma de creencia, la cual se convierte en profecía. Las relaciones empiezan a fracasar y la clienta piensa que la madre realmente tenía razón, y eso refuerza la creencia. Lo que no percibe la clienta es que ella misma, por haber oído todo aquello que ha afectado profundamente a su autoestima, viene adoptando actitudes que sabotean sus relaciones – desde la elección de las parejas hasta la dinámica de la relación; actitudes esas que muchas veces nada tienen que ver con las actitudes que la madre consideraba “equivocadas”.
Cuando se fue haciendo mayor empezó a defender a sus padres de los familiares y sufrió las consecuencias. Sus padres nunca apreciaban lo que ella hacía como algo positivo. Ella era reprendida y tachada de complicada, crispada, pendenciera… Los padres jamás han visto su propio comportamiento como negativo. Para ellos, la equivocada era la hija y merecía ser reprendida.
Véase qué enmarañado emocional. Los padres pasivos, sumisos, aceptando todo, considerando que eso es un comportamiento saludable. La hija era diferente desde pequeña. Era castigada, comparada negativamente con sus hermanos para que desistiese de ser diferente, manteniendo el sistema familiar como siempre había sido. No alcanzaba a entender por qué los padres no podían comprender su punto de vista, y ella, a su vez, tampoco lograba relajarse viendo a sus padres ser como eran, o sea, tampoco los comprendía. Todo esto generó serias dificultades de relación entre ella y sus padres. Generó también, en mi clienta, sentimientos de rabia, de rechazo, que obviamente tuvieron repercusión en su autoestima y en sus relaciones con los hombres.
Ya he atendido a casos de hijos que lograron sobresalir financieramente mucho más allá del nivel de la familia. ¿El resultado? Rabia, envidia, exigencias excesivas, punición por parte de los familiares… El diferente, el que se ha salido mejor, importuna los sentimientos de incapacidad, de frustración de los demás, que no han conseguido destacar. Esto hace al exitoso sentirse culpable, lo cual le hace arrastrar el pesado fardo de ayudar económicamente a todos. Puede ocurrir además que eso se vuelva un juego interminable de insatisfacción y culpa: el que es exitoso se siente culpable, ayuda a todo el mundo, nadie aprovecha, ni reconoce, nunca lo consideran suficiente y además lo rechazan, y él sigue ayudando para ver si cambian las cosas un día.
Lo que ocurre muchas veces y ni siquiera nos damos cuenta, es que en algunos casos deseamos ser diferentes, mejores, pero como sentimos de alguna forma que esto va a perturbar a los demás miembros, terminamos saboteándonos para no crecer.
Está claro que no en todas las familias ocurren estos extremos. A niveles más o menos intensos, en algunas áreas más y en otras menos, esas resistencias siempre van a existir dentro de una familia. Es más común de lo que imaginamos y no tenemos ni idea de cuánto saboteamos nuestro crecimiento para no afectar a los demás familiares, a fin de evitar el rechazo, o la falta de identificación. Ser parecido genera una identificación mutua que no deseamos perder.La diferencia entre un trabajo tradicional y uno con la *EFT (técnica para auto limpieza emocional, véase cómo recibir un manual gratuito al final del artículo) es que, después de identificar los sentimientos, usamos esa técnica para disolver las emociones guardadas. Las emociones negativas son lo que nos mantiene actuando de forma repetida, aun cuando tengamos conciencia racional de lo que deberíamos cambiar.
Comprender racionalmente es el comienzo. Sin embargo, si los sentimientos son descubiertos a nivel racional, pero no son disueltos, poco o nada cambia. Ahí es donde la EFT marca una gran diferencia. Tomamos conciencia de los sentimientos y podemos disolverlos con la EFT. Esto aporta un resultado incomparablemente más rápido en la modificación del comportamiento. Cuando disolvemos los sentimientos, surgen nuevas percepciones, sacando a la superficie más sentimientos que es preciso sean eliminados.
André Lima – Práctico en EFT, Terapeuta Holístico, Maestro de Reiki e Ingeniero.
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