Las siete leyes de la sabiduría - Parte 6
por Graziella Marraccini em STUM WORLDAtualizado em 27/05/2009 14:47:45
Traducción de Teresa - [email protected]
Esta semana abordaremos la Sexta Ley Hermética, la Ley de Causa y Efecto.
Esa Ley también se denomina Ley de Karma.
La Ley dice:
Toda Causa tiene su Efecto; todo Efecto tiene su Causa; todas las cosas suceden de acuerdo a la Ley: el Acaso es simplemente un nombre dado a una Ley no reconocida. Hay muchos planos de causalidad pero ninguno escapa a la Ley.
Este principio hermético contiene una gran verdad que hace posible la comprensión de todas las leyes que rigen nuestro Universo: él explica que nada sucede por acaso, que no existe el acaso, y que acaso es simplemente un término dado a un fenómeno existente y cuyo origen no conocemos, y por tanto no reconocemos en él la Ley a la cual se aplica. Este Principio Hermético es uno de los más polémicos, pues también implica en el hecho de ser responsables por todos nuestros actos. Sin embargo, este principio está aceptado por todas las filosofías de pensamiento, desde la Antigüedad. No reconocer esta Ley convierte en nulos los pensamientos filosóficos antiguos o actuales que sustraen los fenómenos del universo a un Orden cósmico inmutable. La ciencia a veces no explica un determinado fenómeno, pues no sabe en qué Ley se aplica, pero reconoce, en cambio, que es preciso que haya un orden para él.
No reconocer la Ley de Causa y Efecto es como decir que algo (cualquier cosa materializada y existente) puede ser independiente, puede sustraerse de forma inexplicable a ese universo fenomenal, puede no quedar sometido a la Ley Universal.
Tal cosa ¿sería entonces superior al TODO? ¿O sería el propio TODO, sustraído a esa Ley? La existencia de tal cosa haría quedar sin efecto entonces todas las Leyes Naturales y abocaría el universo al desorden y al caos. ¿Imagináis qué pasaría si de repente las galaxias, los sistemas solares, los planetas, todo lo que existe, se hurtase de repente a este Orden Invisible y empezase a enloquecer?
Pero hablemos del ACASO. Esta palabra tiene en su raíz la palabra ‘caer’, (del latín ad-cado, verbo cadere=caer) que da la idea de que un acontecimiento fruto del acaso ‘cae’ de repente, así de la nada, sin nexo ni orden. Es en ese sentido como normalmente empleamos ese término. Así, podemos decir que si tiras los dados al ‘acaso’ ellos caen de cualquier manera, sin nexo ni orden. Pero sabemos que los jugadores experimentados (e incluso matemáticos) logran prever con cierta lógica la secuencia en la propia caída de los dados. Hay una especie de secuencia que les hace caer de una determinada manera. Es difícil de comprender, pero es cierto. Entonces, no existe el acaso. Todo obedece a la Ley. Siempre hay una Causa y un Porqué para todos los acontecimientos.
Bueno, pero en nuestro caso, vamos a examinar lo que llamamos Ley de Karma, a la cual atribuimos todos nuestros males y que tanto nos hace sufrir, inútilmente. Muchas veces escucho la pregunta: Pero ¿para qué sirve la Ley de Causa y Efecto si la Causa se produce en una encarnación y el Efecto en la otra? ¡Total, no me acordaré! ¡Tonterías! Nosotros recordamos, o mejor, nuestro espíritu recuerda. Nuestra mente racional no quiere creer en la intuición, intuición esa que es fruto de la sugestión que el espíritu nos transmite. ¡Y el espíritu SABE! ¡Somos nosotros los que no escuchamos! Nuestra mente (que los cabalistas llaman Lucifer pues ella nos traiciona con sus pensamientos racionales) no quiere prestar oídos a nuestra intuición, proveniente de nuestro YO INTERIOR.
Así, nada ocurre sin una Causa, o incluso sin una cadena de causas. Nuestros actos ordenan la eventualidad de los futuros acontecimientos, al igual que éstos son el fruto de los acontecimientos precedentes. Ningún evento crea otro; simplemente forma parte de un eslabón precedente en la gran cadena ordenada de eventos que provienen de la energía creativa del TODO (El Caibalion).
Vamos a razonarlo, ningún evento crea otro quiere decir que hay una continuidad en todos los acontecimientos (anteriores y posteriores), incluso no directamente ligados a un determinado acto. Ejemplo: Una piedra cae de un lugar montañoso elevado y rompe el techo de una cabaña en el valle. A principio podemos considerar este acontecimiento como algo casual, pero podemos, con un poco de raciocinio, percibir que es fruto de una cadena de hechos: la lluvia que ablandó la tierra, que desplazó la piedra, la falta de árboles para sostener la tierra, la erosión, etc., etc. Es una cadena de acontecimientos ¿o no?
De la misma forma sucede en la cadena de las encarnaciones. ¡No es absolutamente correcto decir que lo que ocurre en esta encarnación es consecuencia de la precedente! ¡No sucede todo de forma tan directa! Innumerables son las variantes, pero todas se someten a la Ley. Esta es una Verdad. Todo tiene un propósito, ¿recordáis? Y, de cualquier manera, nuestros actos pueden ser también subsiguientes a actos procedentes EN ESTA MISMA ENCARNACIÓN y no en la precedente, ¿no es cierto? Sabemos que aprendemos con nuestros errores, ¡por lo menos si somos un poquito inteligentes! Y si atendemos para no cometer errores nos libraremos de sufrimientos futuros.
Cuando trabajamos con consciencia nuestra encarnación actual, nos volvemos más actuantes en cuanto a nuestro destino individual. El Conocimiento nos lleva a proceder de forma directa, a tornarnos responsables por nuestros actos. Al hacer un análisis de Mapa Astrológico Cabalístico suelo decir a mis clientes que debemos salir del Destino Colectivo para ingresar en el Destino Individual y, si posible, desarrollar nuestra Consciencia Individual para al final, como el Cristo, el Buda y otros Maestros, llegar a encontrar la Consciencia Cósmica. Este es el Camino, esa es la Senda. Cuando tomamos las riendas de nuestro destino, cuando evolucionamos de forma consciente, sin tratar de esquivarnos de las Leyes Universales, estamos de alguna forma cumpliendo el Propósito del Plano Superior.
No quiero alargarme sobre el tema del Libre Albedrío que entra en juego cuando hablamos de evolución cósmica consciente. Pero es un hecho que, si cuidamos de nuestras palabras, de nuestros actos y de nuestros pensamientos, si nos hacemos Señores de nuestro Destino, podemos tomar las riendas de nuestra vida para no ser unos simples peones o dados tirados al acaso por la Ley de Causa y Efecto. Los Maestros no escapan a la Causalidad de los planos más elevados, pero concuerdan con las Leyes Superiores, las reconocen y proceden de acuerdo, dominando así las circunstancias en los planos inferiores. Ellos, los Maestros, conocen las reglas del juego y no procuran esquivarse (¡ni siquiera el Cristo se esquivó de su martirio en la cruz!) y se proponen seguir el Gran Plano sin escapar a las consecuencias como simples instrumentos del TODO. Cuando servimos al Plano Superior podemos actuar y gobernar el Plano Inferior o Material.¡Cuántas verdades contenidas en esta Ley! ¡Cuántos cuestionamientos! ¿Cómo vemos la aplicación de esta Ley en nuestro día a día? ¿Cómo podemos proceder para adecuarnos a esta Ley? ¿Podemos mejorar nuestro destino?
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