Lidiando con personas difíciles
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 02/03/2011 13:05:39
por Maria Silvia Orlovas - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Según las enseñanzas de los maestros, la convivencia es el gran instrumento de elevación espiritual. Puede que esta idea no parezca muy bonita, pero ciertamente esa tesis está cubierta de verdad. Porque es muy fácil hacer meditación en un grupo, tener ideas iluminadas sobre trabajo, amor o vida personal, mientras se hace un viaje astral. Lo difícil es traer al mundo objetivo la concretización de los sueños, y no hay impedimento mayor que la convivencia diaria con personas difíciles. Pero intentemos analizar un poco mejor qué entendemos por personas difíciles.
Alguien puede ser muy difícil para mí y para otra persona puede incluso mostrarse como persona tranquila y de buen humor. A menudo, cuando en terapia hablo con personas que se quejan de sus relaciones, encontramos ese tipo de disonancias. Son matrimonios en desarmonía, hermanos que compiten unos con otros, rivalidades en el trabajo que crean un ambiente confuso y sin educación. Y ¿por qué todo esto? ¿Por qué vivir en desarmonía con las personas de nuestro entorno?
Fue la cuestión que llevó a Lucía, profesora universitaria, a plantearse hacer conmigo una Sesión de Vidas Pasadas. Casada desde hace 15 años, con dos hijas preadolescentes, ella se decía atacada por el mal humor de su marido. En las Vidas Pasadas vimos a una persona atrapada, sin expresión, en una vida de campesina. A continuación vinieron historias de guerra, combate y muerte, que trajeron a esa persona un sentimiento de impotencia. Trabajamos la limpieza de la energía y ella se encontró mejor.
Terminado el contacto mediúmnico, me expuso que hacía de todo por llevarse bien con su marido, pero la convivencia iba de mal en peor. Sufrida, me contó que él le gritaba sin respetar la presencia de las niñas, pero ante los amigos se mostraba sonriente y amistoso. Entre lágrimas, se preguntaba cómo contornar la situación.
Estaba claro que, por varios motivos, Lucía ya no sabía establecer límites en las relaciones. Había ido bajando la guardia, haciendo concesiones en el matrimonio, aceptando ser maltratada y con eso su autoestima se había ido dilapidando. Ya no sabía qué cosas podía aceptar y en qué momentos debía decir no. Y desgraciadamente, amigo lector, he de decir que ese tipo de situaciones es bastante más frecuente de lo que cabría suponer. Cuántos matrimonios, cuántas relaciones se van perdiendo en la falta de respeto, en la falta de cariño. Un cuadro así puede cambiarse, pero en primer lugar, la persona que intenta todo el tiempo contemporizar, agradar, ha de observarse a fondo a sí misma, y comprender hasta qué punto puede ceder.
No podemos ni debemos ceder siempre. Mucho menos permanecer acumulando el enojo dentro de nosotros. Forma parte de la evolución espiritual aprender a establecer límites, a valorarse, a desarrollar la comprensión para con el prójimo. Pero al mismo tiempo, no asumir una postura omisa. Cuando algo molesta es sano comprender el por qué. También lo es aprender a decir no sin enojo. Porque si guardamos nuestros sentimientos o nos permitimos encolerizarnos, perdemos la razón.
Lamentablemente el mal humor, sinónimo de mala energía, enferma a mucha gente. Tú no verás a personas evolucionadas carcomiéndose de mal humor… y no porque tales personas no tengan problemas o desafíos. Pues enfrentar dificultades forma parte de la vida, lidiar con otras personas nos implica a todos. Lo que han aprendido los más evolucionados espiritualmente, cuyo ejemplo debemos esforzarnos por seguir, es que tenemos luz para actuar, y no debemos intentar escondernos de lo que nos molesta. Si algo no está bien, observa el problema. Sírvete de tus instrumentos para lidiar con la cuestión. Reza bastante, medita, intenta encontrar la luz dentro de ti. Pero con coraje, humildad y paciencia. No dejes de adoptar actitudes prácticas frente a cuestiones en desarmonía. Dios también se revela en las transformaciones.