Lo nuevo y lo viejo: una cuestión de origen de referencia
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 16/07/2009 12:51:26
por Ramy Arany - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Todos nosotros sufrimos influencias de ideas, de valores y de creencias, provenientes de lo externo, ya sea en un ámbito menor, tales como las influencias familiares y del grupo social, o bien las provenientes de lo colectivo, llegando hasta a lo planetario. Esto ocurre en función de nuestra necesidad de comunicarnos para poder aprender y así evolucionar. Esto es algo natural y muy necesario si observamos cuánto nos enriquecemos y cuánto contribuimos al enriquecimiento del otro cuando se verifica el cruce entre personas de diversas culturas, entre varias ideas o valores, entre otros.
En la naturaleza el cruce es una ley natural, ya que todo se manifiesta a partir de él. Esto es de fácil comprensión si pensamos en cuando dos seres se cruzan, y de ahí nace un nuevo ser. Así es como cada uno de nosotros fue generado y esto ocurre en la mayoría de las especies. Del cruce, ya sea entre especies, personas, culturas, siempre nacerá una expansión, o sea, algo sucederá que ensanchará la cultura, los valores, la propia especie o incluso nuevas especies.
Respecto a las ideas, a los valores y a las creencias, es preciso, no obstante, que se preste atención a las influencias de los cruces en nuestra conciencia, sobre los pensamientos, emociones o ideas, entre otros; pues a partir del momento en que miramos, oímos, pensamos, o sea, a partir del momento en que, de alguna forma tomamos contacto, naturalmente ya estamos cruzando con los contenidos y de alguna forma siendo influidos por ellos. En este sentido, es importante tener en cuenta el número de influencias que sufrimos en nuestro día-a-día, sin que tengamos siquiera conciencia de esta condición.
Recuerdo la época de un anuncio de “Coca-Cola”, que era repetido innumerables veces en las principales cadenas de televisión, y también en la prensa escrita, que decía: ‘Beba Coca-Cola, siempre Coca-Cola’. Este ejemplo me ha hecho ver que si yo no estuviese realmente atento a lo que deseo para mí, principalmente en el sentido de conocerme de veras y tener claro quién soy, qué necesito, qué busco como persona, pronto habría de sorprenderme bebiendo tal refrigerante si siquiera notar la gran influencia que sobre mí ejercía el anuncio que funcionaba como un ‘valor’, continuamente transmitido.
Es evidente que la respuesta de la gente al anuncio también podía apreciarse por el número de personas reunidas en bares, restaurantes y demás locales que se veían consumiendo el refrigerante, lo cual se convertía también en un medio de influencia sobre otras personas.
Sin embargo, vamos a sustituir el contenido “refrigerante” por otros contenidos que no siempre son divulgados en los medios de comunicación, pero que son propagados por la propia historia social, cultural o política mundial y continuamente nos afectan sin que seamos conscientes de ello; tengamos la lucidez de ver que muchas veces hablamos y defendemos cuestiones, valores e ideas que, si nos paramos a pensar, tal vez surja la pregunta interna: Pero ¿por qué hablo así? ¿Por qué pienso de esta forma? ¿Por qué me siento de esta manera? ¿Quién me ha dicho que esto es realmente así? ¿De dónde he sacado estas ideas?
Todo cuanto aprendemos como valor, como creencia, como cultura, ya sea en una dimensión mayor o menor, se convertirá en nuestros orígenes de referencias, que comandarán nuestra conciencia, y ésta determinará nuestro comportamiento. Así, todo cuanto tenemos registrado en nuestros archivos de memoria, incluso aquello cuya existencia no nos consta, acaba por convertirse en nuestro punto de referencia para todos nuestros actos; o sea, para todo cuanto hagamos “consultaremos” consciente o inconscientemente estos archivos de memoria que de modo natural nos dirigirán en nuestros actos.
Esto me llama la atención sobre lo importante y esencial de hacer de tiempos en tiempos un trabajo de auto-observación para tener claro el contenido de estos archivos de referencias, y así poder renovarlos, desecharlos, transformarlos, pues solo así tendremos la oportunidad de caminar hacia lo nuevo.
La mayoría de las personas se queja de que desea ir hacia lo nuevo y no lo consigue, pues está comprometida con lo viejo y sujeta a él; otras alegan que lo nuevo les queda lejos, y no logran alcanzarlo; otras ni siquiera se dan cuenta de que están repitiendo viejos ciclos y que sus vidas se encuentran en un laberinto dando vueltas y vueltas sin lograr moverse del mismo sitio.
Sea cual fuere la situación que tenemos que lidiar es necesario que se observen los orígenes de referencias; cuáles son las creencias, los valores que forman nuestras ideas, nuestra conciencia sobre los contenidos que la situación nos trae. Así tendremos mejores condiciones para poder lidiar con ella sin correr el riesgo de que sea inducida o determinada por unos orígenes de referencia que pueden ser caducos, tendenciosos, llenos de prejuicios o incluso completamente fuera de nuestra esencia, y que tan solo están ocupando un espacio que por nuestra propia desatención podría llenarse de nuevas ideas, de valores más esenciales que condigan con nuestra verdadera esencia y momento existencial.
Es fundamental que de tiempos en tiempos hagamos una gran “limpieza general” en nuestros archivos de memorias de referencias, o sea, en nuestras creencias y valores para poder abrir nuevos espacios internos a fin de que lo nuevo pueda realmente manifestarse en nuestras vidas y, así, impulsarnos más allá de nuestras propias referencias. Lo nuevo siempre nos trae la oportunidad de sentir la fuerza del nacimiento a un ciclo diferente, pero para ello es preciso estar abierto a lo nuevo, es preciso observar qué creencias tenemos sobre él:
- Lo nuevo es peligroso;
- Lo nuevo es arriesgado;
- Puede que lo viejo sea malo, pero ya es conocido;
- Qué garantías me ofrece lo nuevo, que no conozco;
- Ya soy muy mayor para cambiar mi vida;
- El tiempo de lo nuevo ya ha sido;
- Las oportunidades no vuelven jamás;
- No merezco lo mejor de la vida;
- ¡Ya he cometido muchos errores! De alguna forma tengo que pagar por ellos.
Sean cuales fueren las creencias y los valores que tengamos sobre todas las cosas es preciso ir más allá, pues entre lo que nos parece y lo que pensamos sobre todas las cosas, está la conciencia de lo que verdaderamente “es”.