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Lo que he aprendido tras 10 años de estudio sobre la energía de las plantas

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 05/07/2013 10:11:42


por Bruno J. Gimenes - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

Cuando empecé a estudiar las plantas “en serio” yo simplemente tenía la atención vuelta hacia lo que veía. Yo olía las hierbas, evaluaba el color, el sabor, el aroma, los aspectos físicos. Todo esto lo hacía con mucho amor y dedicación, es cierto, pero a pesar de todo, estaba hipnotizado únicamente con aquello que los ojos físicos pueden ver. Me di cuenta de que el mayor error, al proceder así, era que simplemente estaba nadando sólo por la superficie, pues el alma de la planta, la fuerza vibracional presente en ella, tiene una magia, un encanto y una profundidad capaces de conducirnos a un mundo de posibilidades nunca antes imaginado.

Yo acababa de hacer el curso de Reiki nivel I (¡a quienes no lo han hecho les recomiendo que elijan un buen profesor y empiecen ya!) y al volver para casa empecé a sentir fuertes impulsos para estudiar las hierbas de las infusiones. Y eso es lo que hice…

Pero algo empezó a ocurrir que realmente me hizo comprender que mi foco estaba equivocado, y que mi mayor contribución no sería estudiar las propiedades fitoterápicas de las plantas, algo muy bien estudiado y organizado por los investigadores y autoridades en la cuestión. Mi contribución no era en la Fitoterapia (utilización de los principios activos químicos de las plantas), sino que era en la Fitoenergía (el principio sutil, energético o vibracional).
Las pesquisas empezaron cuando asocié un poco de lo que yo sabía del método científico que adquirí trabajando nueve años como químico industrial, la visión sutil, y la bioenergía humana, con el concepto holístico que empieza a mostrarse más fuerte en los primeros años de este siglo.

Pero yo no estaba tratando aquella pesquisa con la dedicación que ella merecía, creo que estaba haciendo de aquel estudio una especie de pasatiempo. Si bien alcanzaba diariamente resultados alentadores, diferentes, exuberantes e intrigantes, aun así yo no lograba reconocer, al menos en aquel momento, la importancia del estudio que estaba iniciando.

El tiempo fue pasando, la intuición para dar más profundidad al trabajo seguía viva en mi mente, pero aun así yo me dejaba llevar por la correría del día a día y acababa haciendo la tarea sin la dedicación exigida.

Ya me pasaba por la mente la idea de abandonar el empleo en la empresa donde trabajaba como químico industrial para dedicarme al trabajo que nacía, pero me preguntaba:

¿Estaré loco? ¿Cambiar lo cierto por lo dudoso? ¿Y cómo pagaré mis cuentas?
En aquella época los cursos de Fitoenergética, que hoy ya pasan de los 2000 alumnos formados, no eran sino semillas… Yo sólo podía estar loco, o al menos eso era lo que yo pensaba en aquella ocasión.
Un día, al salir de la ducha, ya en las primeras horas de la mañana, cuando me arreglaba para ir a trabajar, mientras me secaba el cabello frotando la toalla en la cabeza, yo simplemente oí una voz que partía de dentro de mi cerebro. Esa voz decía:
“Si no lo haces tú, le vamos a pasar ese trabajo a otro”…
¿Qué? ¿Me he vuelto loco? Creo que he frotado la cabeza más de la cuenta con esa toalla...

Y la voz se hizo nuevamente saliendo de dentro de mí:
“Si no lo haces tú, le vamos a pasar ese trabajo a otro”.

Esa vez lo entendí, sin duda alguna, el mensaje era demasiado claro como para ignorarlo.
Hice cambios, hice terapias para desapegarme del antiguo trabajo y también para tener el coraje de enfrentarme a algo incierto.
Después de esto, me sumergí profundamente en el desarrollo de la que sería una terapia o técnica (como prefieras llamarla) inédita en el mundo, que revela el poder oculto de las plantas y cómo esa energía actúa en el alma humana curando el verdadero origen de las enfermedades, que es la matriz espiritual o conciencia.
En estos 10 años de estudio y dedicación, he visto las plantas desfilando a nuestra disposición ofreciendo todo su amor y su sanación…

He visto personas que estaban siendo reanimadas para la vida;
He visto heridas que estaban siendo cerradas y cicatrizadas por la acción de la energía de lo verde;
He visto corazones endurecidos que estaban siendo reciclados por la acción acogedora del fluido vital;
He visto personas que estaban viendo la verdad de sus almas;
He visto dones, potenciales y talentos que estaban floreciendo por el estímulo de la fitoenergía;
He visto los más diversos tipos de mensajes ofrecidos directamente del corazón verde del reino vegetal, y cada uno de ellos plenamente cargado de amor, rectitud, verdad y sencillez.
He visto mi propio corazón y mi propio escepticismo sucumbiendo a la fuerza avasalladora presente en una simple hojita de menta, malva o romero.
¡Quien tenga ojos, que vea! ¡Quien tiene corazón que sienta! El espectáculo de luces y bendiciones del reino vegetal está a la vista, a los ojos del mundo…
Con amor a lo verde, respeto y gratitud, yo me despido feliz por haber compartido este momento que pocas veces he revelado en mi historia de profesor de Fitoenergética junto a la también profesora y compañera Patrícia Cândido.


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