Los Bastones
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 15/08/2018 08:43:21
Autora Claudete Loth
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Traducción de Teresa
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Hace unos días charlaba con una amiga que está recuperándose de un accidente. Ella me contaba que ahora ya era capaz de andar sin el bastón que venía usando hasta entonces. Que todavía se le hacía difícil, que tenía dolores y a veces se sentía algo insegura, pero que estaba logrando andar sin el bastón ¡y eso la hacía muy feliz!
Me puse a pensar cuántas veces necesitamos bastones en nuestra vida y cuán importante es conseguir librarnos de ellos y andar por nosotros mismos, con nuestras piernas, nuestra fuerza interna.
Esos bastones pueden ser objetos, personas, costumbres… en fin, cosas o personas de que nos servimos para darnos seguridad. Hasta parece más fácil, pero si lo pensamos bien, no son más que bastones.
La verdadera andadura es cuando logramos seguir por nuestra cuenta, con nuestro equilibrio, nuestra completitud. Podemos acompañar a otras personas o dejar que nos acompañen, al fin y al cabo caminar junto a otros también es muy bueno, pero cada uno por su cuenta y apoyándose en sí mismo.
Lo que no es bueno es cuando necesitamos de otros, de situaciones o cosas que nos apoyen y sin lo cual nos sentimos débiles, inseguros y sin ánimo para seguir adelante. Sabemos que, de vez en cuando y durante un cierto tiempo, esto incluso nos ayuda y es importante, pero sólo por un tiempo… Principalmente porque, cuando por cualquier motivo nos quedamos sin alguno de esos bastones, parece que el caminar pierde su sentido, ya no sabemos hacia dónde ir, ni le vemos sentido a continuar.
Al comienzo duele, tenemos que reducir el ritmo, prestar atención a nuestros propios pasos, buscar nuestra fuerza motriz y a veces hasta nos dan ganas de parar. Pero con el tiempo, vemos que somos capaces de seguir adelante, que tenemos incluso más capacidad de lo que suponíamos.
¡Ahí es cuando empieza la verdadera andadura! Esa que hemos venido a recorrer. En ese momento empezamos a aprovechar más la jornada, absorbiendo todas las enseñanzas del trayecto. Valorando cada momento, cada encuentro con personas que forman parte, por poco o mucho tiempo, de nuestra existencia.
Párate un poco, piensa, ¿cuáles son las muletas que todavía necesitas de vez en cuando? Repara en ellas. Entiende que ni siquiera te dabas cuenta de que usabas esas muletas. Pero en el momento en que llegues a identificarlas, decide que puedes continuar sin ellas. ¡Inténtalo!
Claudete Loth