Los portales del cuerpo humano
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 05/12/2008 18:56:38
por Wilson Francisco - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Desde hace tiempo llevo a cabo pesquisas y estudios sobre medicina vibracional, buscando comprender lo que significa y cómo aplicarla. Y, recientemente, he entendido algo sobre ese tema.
Hay en el ser humano una red cristalina, localizada en su atmósfera etérica, que facilita el flujo de energías. La cantidad y calidad de esa red depende de la evolución de la persona. Así es como lo entiendo, tenemos meridianos, músculos, nervios, en fin, una serie de canales por dónde circulan energías de variados tipos. La red cristalina sería un campo organizador o facilitador, desarrollado solamente por aquellos cuyo patrón de pensamiento y emociones estén por encima y más allá de lo común de las personas.
Esa red cristalina, en el plano etérico/sutil, permite la trasudación y distribución de las energías contenidas en los florales y homeopáticos. Según los estudios de la medicina vibracional, traídos por Gurudas, los florales y homeopáticos interactúan directamente con el cuerpo sutil, a través de los portales del cuerpo humano. El cuerpo humano tiene varios portales, que puedes descubrir por la intuición; en esos portales está el acceso a los chakras. Muy bien, ¿qué aplicación tiene ese conocimiento, para nosotros?
Una internauta, relatando su experiencia, me ha dado la clave de ese proceso. Dice ella: “leía yo tu artículo Pacto de Fidelidad y me acordé de una experiencia muy interesante. Antes quiero informar que nací con un defecto en las manos, que aunque me impida hacer algunas cosas, nunca se ha convertido en un estorbo para el desarrollo de mi vida. He aquí el hecho: En una consulta a que acudí, en marzo de 2002, algo profundo y serio se reveló. Mi intención era conocer, por la terapeuta, los motivos de un sentimiento de venganza que insistía en surgir en mi pensamiento, tal vez venido del inconsciente. Yo tenía una nítida sensación de que esto estaba operándose dentro de mí y deseaba traerlo a la consciencia, tenerlo bajo control. Ella comenzó el trabajo con toques en mis pies y piernas, y cuando hizo el toque en las piernas, más arriba de la canilla, me sentí transportada al mundo paralelo.”
Lo que sucedió en aquel momento fue que la terapeuta, por una condición propia o con una asistencia de calidad esencial elevada, logró abrir un portal en el cuerpo físico de esa mujer, dando acceso a un universo de acontecimientos y experiencia importantes, precisamente por uno de esos canales a que me he referido anteriormente. Sigamos el relato:
“Fue así la escena que surgió o en la cual entré, como espectadora: mis abuelos maternos, ya fallecidos, venían por una acera con mis padres aún jóvenes, mi madre, que todavía vive y mi padre ya fallecido, todos con la apariencia de la época de mi nacimiento.
Yo lloraba y la Terapeuta nada comprendía; quiso hablar conmigo y no se lo permití, pues estorbaría al proceso. Accedí a la situación de mis primeros años, antes de los dos años, cuando muchas veces mi madre me dejaba con la abuela que vivía al lado, para irse a trabajar. Yo sentía mucha rabia contra mis padres, por dejarme en un lugar con personas tan hostiles (en mi percepción como bebé, mis padres sabían lo que sucedía mientras me cuidaban y nada hacían, y yo me veía sin poder hacer nada por mí).
Por cierto, es lo que estoy viviendo desde hace 15 años: no consigo hacer nada en mi favor. Vivo, en la actualidad, la impotencia de aquel nene. En el masaje, yo percibía que al cambiar los pañales, mientras tocaban las piernecitas del bebé, sus pensamientos (de la abuela) eran terribles respecto de mí, sólo veían infelicidad para mi futuro. Era muy doloroso ese momento y ha quedado grabada toda una serie de los comandos en mis células.
En ese encuentro, en el mundo paralelo, mis abuelos dijeron que no sabían que estaban haciéndome daño, mi padre y mi madre me pidieron disculpas, pues no tenían cómo pagar a alguien para cuidarme. Realmente su situación económica era bastante precaria. Yo lo comprendía, pero la rabia continuaba; y mandaba que se marchasen, con rabia todavía. Ellos estaban bastante fastidiados al saber las consecuencias de lo que se piensa delante de un bebé, aunque éste no hable.
Probablemente, por haber previsto sólo infelicidad, yo me hice infeliz por venganza, y ahora estoy aquí escribiéndote; mientras escribía ha sido una catarsis, verdaderamente lo comprendí, pero no he perdonado.
Mi abuelo en el lecho de muerte en 1976, aún me preguntó si yo no iba a hacer la cirugía plástica en las manos. Yo, con 20 años en aquella época, me quedé pasmada, él aún no se había resignado, quería que se corrigiese el defecto, cosa que yo jamás he querido ni he tenido necesidad, incluso porque jamás me hubiesen quedado los cinco dedos en el modelo natural. Te doy las gracias, veamos lo que esta catarsis habrá de traerme.
Muy bien, vamos a repercutir ese importante relato en nuestro corazón. Entiéndase bien, en el corazón, no en el cerebro, porque situaciones como esta han de ser medidas por el amor. Hagamos entonces esa jornada:
Yo sentía mucha rabia contra mis padres.
¿Quién no ha sentido cierta animosidad contra los padres, a veces clara, con hechos y evidencias, otras veces subliminalmente, surgida allá en lo íntimo, casi sin explicación? Tú puedes sufrir con ese sentimiento, pero no siempre se le puede arrancar de un momento a otro. Pero es importante que procures traerlo a la superficie, tener el coraje de encarar de frente ese sentimiento, tomarlo en las manos y hacer así: Mira Dios, yo estoy aquí, con este odio, esta rabia. Por favor, elimina esto de mi corazón. Siente como la mirada de Dios penetra en tu mirada y en ese momento solemne, Dios y tú os volvéis hacia el lado y contempláis a tus padres, con cariño. Es el inicio de una gran importante jornada de comprensión y perdón.
Vivo, en la actualidad, la impotencia de aquel nene.
Piensa bien, tú ya no eres aquella criatura, apea ese bagaje de tu hombro. Imagínate caminando con un ángel a tu lado, yendo a atravesar un estrecho puente. Ten coraje, sigue adelante, vas a lograrlo. En medio del trayecto, ve hasta la orilla del puente, mira las aguas del río, que van pasando rápidas y cristalinas. Toma ese bagaje con que vas cargada, la impotencia de aquel bebé, arrójalo a las aguas del río y ve corriendo, feliz, al otro lado del puente y siente que algunas personas que te aman aguardan tu llegada victoriosa.
Yo lo comprendía, pero la rabia continuaba.
Mira qué interesante. Hubo entendimiento, los padres y abuelos se penitenciaron por el error cometido y seguramente, todos en la actualidad viven bien, sin cargar con ese peso muerto, porque han resuelto esa cuestión dentro de ellos.
Probablemente, por haber previsto sólo infelicidad, yo me hice infeliz por venganza.
Estoy seguro de que ya habrás oído algo semejante. Quién no se ha casado por hacer rabiar a la madre y después sólo Dios para tener misericordia, porque casi siempre el matrimonio va a trancas y barrancas, pues ha nacido de una actitud insensata. Esa amiga ha tenido el coraje de decir eso, porque sabe que su infelicidad es, para ella, una actitud de represalia contra los padres que la dejaron con los abuelos. ¿Hasta cuándo cometerá esa injusticia consigo misma? Entiendo que ella está a un paso de realizar un milagro en su vida. Ha reconocido su error, lo ha confesado y está ahora poseída no por un sentimiento de venganza, sino por un sentimiento de amor por sí misma.