MÁS ALLÁ DEL YO
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 27/10/2011 09:30:25
por Mani Álvarez - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
La autoimagen es un momento necesario en la constitución del “yo”. Si no fuese por mi nombre y por aquellas referencias que oía de pequeño sobre mí – yo no tendría en qué apoyarme para ver el mundo. Mejor dicho, ni habría mundo.
¡Pobre condición humana! Tiene que verse separada para después buscar la unión. Somos todos ángeles caídos. La caída es eso: separación. Para que nos acordemos de esto, nuestra alma vuelve a la materia y volvemos a experimentar la separación por medio del corte del cordón umbilical, del destete, de la dolorosa pérdida del regazo materno. Tenemos que pasar por el dolor y por la soledad de la condición de desunidos para comprender que Somos Todos Uno.
Comprender… ¿por qué necesitamos comprender eso? ¿No basta sufrir? No. Los seres vivos de otros reinos sufren, pero no saben que sufren. No aprenden con la experiencia. No poseen la inteligencia humana que asocia causa con efecto y por ello percibe que hay una Ley manifestándose. No habría transformación si no hubiese aprendizaje. Aún estaríamos todos en la Edad de la Piedra si no hubiésemos comprendido las relaciones causales entre nuestros actos/pensamientos/emociones y la realidad.
Así fue con las civilizaciones que nos han precedido: los lemurianos, los atlantes, los arios. Vemos que, del sexo promiscuo a las enfermedades venéreas, de la codicia y la avaricia a las enfermedades respiratorias, del desequilibrio mental de las formas-pensamiento a la locura cancerígena de las células biológicas y sociales, hay una línea de causa y efecto manifiesta. Por la conciencia tomamos ciencia de las leyes de la vida, por la conciencia tomamos en las manos las riendas de nuestra evolución humana.
En este proceso, nuestro “yo” va pasando por modificaciones internas y, en la mejor de las hipótesis, va dejando de lado sus ropajes identificadores. O sea, aquel Nombre ya no es así tan determinante… incluso, a veces, asumimos otro. Aquellas auto-referencias ya no dicen mucho sobre nosotros… ¡hasta somos capaces de reírnos de nuestros fetiches! ¿Los apegos? ¡Ah! Es difícil lidiar con los apegos, nuestras pseudo-necesidades, nuestros falsos ídolos. Llega un día en que descubrimos el “ego”, aquel villano camuflado al que echamos la culpa de todo lo que somos y deseamos.
¡Pobre condición humana! Tener que reconocer que siempre se ha vestido de trapos, que todavía los necesita en muchas situaciones, pero que no son más que… trapos. El ego ha sido necesario, ¡y cuánto! Pero llega un momento en que se convierte en el obstáculo. ¿Cómo trabajar ese momento?
Nuestra época es, en cierta forma, privilegiada. Ya no necesitamos mucho sacrificio para entrar en contacto con antiguas fuentes de sabiduría. El conocimiento esotérico se ha democratizado y hoy está al alcance de quienes lo buscan. La Transpersonal, por ejemplo, es un método que reúne esos saberes y procura aplicarlos de acuerdo a nuestra época, a nuestra psicología occidental, a nuestras necesidades modernas.
Su mayor contribución es indicar un posible “más allá del yo” sin traumas, sin fugas, pero sin treguas. El estudio de la conciencia es la gran revolución de este milenio. Y nuestra conciencia es transpersonal por esencia.
Mani Alvarez
Psicoanalista de Orientación Transpersonal
