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Mediumnidad & Autoconocimiento

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 23/08/2015 11:15:30


por Maísa Intelisano - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

Mediumnidad es la capacidad de entrar en contacto con otras consciencias o espíritus, encarnados y desencarnados, y transmitirles el pensamiento, los sentimientos, las ideas y las sensaciones, bajo las más variadas formas. Y médium es todo aquel que tiene esa capacidad en mayor o menor grado. Si bien existen otras variaciones para estas definiciones, muy válidas, éstas son las más conocidas y las más relevantes para la cuestión que pretendo tratar.

Captando y transmitiendo pensamientos y sentimientos que vienen de fuera de sí mismo, el médium trabaja todo el tiempo con algo que no es suyo, con lo que no le pertenece ni nace dentro de él. Trabaja principalmente con los contenidos de otras mentes que, aprovechándose de su capacidad, intentan comunicarse.

Una de las cuestiones más presentes en las personas que acuden a mí para el curso de mediumnidad es cómo distinguir lo que es suyo de lo que es de los espíritus que se comunican, cómo saber si lo que está siendo transmitido es contenido del propio médium y no de las consciencias o entidades que se comunican por medio de él, especialmente porque se sabe que más del 70% de los médiums hoy permanecen totalmente conscientes durante el fenómeno.

Las entidades que se comunican a través de un médium pueden cambiar y variar mucho de un trabajo para otro, siendo casi imposible prever con exactitud quién va a comunicarse en cada oportunidad o qué tipo de contenidos surgirán en cada trabajo. Y esta cuestión se complica todavía más cuando pensamos en la sintonía, pues ningún fenómeno mediúmnico ocurre sin que haya una buena dosis de similitud, de afinidad entre los contenidos del médium y de la entidad comunicante, para que las ideas transmitidas sean mejor comprendidas y retransmitidas por el médium.

¿Cómo saber entonces de modo seguro lo que es del propio médium y lo que viene de la entidad? ¿Cómo distinguir entre cosas a veces muy parecidas, que pasan por el mismo canal? Además ¿cómo mantenerse exento e imparcial en las comunicaciones, cuando a menudo lo que llega conmueve al médium profundamente, tocando sus sentimientos y emociones de manera más intensa?

Sólo podemos distinguir cosas cuando las conocemos bien, cuando las reconocemos, cuando las identificamos con cierta facilidad. Al médium no le es posible, por tanto, distinguir sus contenidos de los contenidos de las entidades comunicantes, si él no conoce algo de esos contenidos, para poder identificarlos, compararlos y separarlos adecuadamente.

No pudiendo controlar los contenidos que le llegan, al médium no le queda otra opción a no ser trabajar en aquello que le es más cercano, sobre lo que tiene más control y con lo que está en contacto las 24 horas del día, los 7 días de la semana: él mismo, sus contenidos, sus cuestiones, sus patrones, su luz y su sombra.

Un buen médium, por tanto, aparte de dominar el fenómeno y las técnicas, ha de conocerse a sí mismo en profundidad, necesita trabajar constante y cuidadosamente el autoconocimiento. Un buen médium, antes de entregarse a los fenómenos, necesita saber cuáles son sus propias dudas y cuestiones, sus dificultades y limitaciones, sus cualidades y sus necesidades, para sólo entonces poder transmitir, con seguridad, aquello que le llega de otras mentes por medio de su propia capacidad de comunicación psíquica, sin el temor de estar mezclando lo que es suyo con lo que es de quien se comunica, o de estar interfiriendo en la comunicación.

Por eso siempre subrayo mucho en mis cursos que estudiar y practicar la mediumnidad es, ante todo, un trabajo de autoconocimiento, un estudio interno profundo, que debe ponernos cara a cara con todo lo que somos, con todo lo que sabemos y, principalmente, con lo que aún no sabemos de nosotros mismos.

No comprendo que sea posible ser un médium consciente, responsable y equilibrado, si no hay un sano autocontrol sobre las propias emociones, si el médium no es capaz de mirarse a sí mismo con sana autocrítica, si no existe disposición sincera para reconocer las propias características, trabajando aquellas en que se perciba desequilibrado o confuso, limitado o incómodo.

En un trance mediúmnico el médium entra en contacto profundo con mucho de lo que las entidades sienten y piensan, y ha de estar seguro de lo que él mismo siente y piensa, para no dejarse confundir o incluso engañar en los trabajos que va a hacer.

No se trata únicamente de vigilancia, o de sólo observar, sino de reconocer lo que se piensa y siente, el por qué eso sucede, qué es lo que eso nos causa, en qué circunstancias sucede, etc.

Tampoco se trata de moralismo, de acomodar actitudes a lo que otros han determinado que es la mejor conducta, o de seguir preceptos morales religiosos, sino de consultar a la propia conciencia en busca de la verdad sobre uno mismo, en busca de la esencia del ser, en busca de aquello que realmente identifica a cada uno de nosotros, con independencia de rótulos, creencias, conceptos filosóficos, etc.

Cuando un médium se conoce, no teme el contacto con otras mentes, pues está seguro de lo que está dentro de él y no será fácilmente desviado, desequilibrado o engañado. Pero cuando no se conoce, entonces se siente perdido en medio del flujo de sentimientos, emociones y pensamientos que le llegan y puede verse perturbado intentando separar lo que percibe, o cuestionándose sobre lo que le está ocurriendo.

El estudio y el ejercicio de la mediumnidad, por tanto, exigen auto-consciencia, auto-análisis, autocrítica, observación constante de sí mismo, no como juez o verdugo, sino como testigo lúcido y fiel de lo que le pasa interiormente, listo para actuar en aquello que sea necesario para mejorarse, cuando le es solicitado.

La Mediumnidad es medio de comunicación. Y toda comunicación queda muy perjudicada cuando hay ruido, cuando la señal no es fuerte, cuando el medio que la transmite no consigue ser fiel, imparcial y ético en su función. El médium que cuida de mantener aislados, aunque no escondidos o anulados, sus propios contenidos, mantiene limpios y calibrados sus canales de comunicación, garantizando recepciones y transmisiones de calidad, tanto para él como para quienes se comunican a través de él.

La Mediumnidad es intercambio de ideas, sentimientos, pensamientos, emociones y sensaciones y cuando está al tanto de eso y de sus propios contenidos, el médium consigue, no sólo recibir informaciones y orientaciones importantes para sí mismo y para los que lo acompañan, sino que también puede colaborar con sus propios contenidos, conocimientos y experiencias, ayudando a los que acuden a él para la comunicación, haciendo de la mediumnidad un intercambio rico y constructivo.

La Mediumnidad es servicio de integración de dos mundos – o quién sabe, incluso más – que funcionan de forma diferenciada, en frecuencias distintas, con diferentes características y peculiaridades. Y el médium lo sabe y procura conocer a satisfacción esas diferencias, así como las similitudes que existen, consigue acompañar todo el fenómeno de forma lúcida y con gran discernimiento, sin dejarse afectar negativamente por aquello que le llega.

La Mediumnidad es la oportunidad de trabajar por los demás, pero ante todo por uno mismo, estudiándose y aplicando lo que aprende en las comunicaciones a su propia vida.


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