Mente limpia, corazón abierto, espíritu puro - Hablando de obsesiones
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 19/07/2009 10:35:23
por Bruno J. Gimenes - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Mente limpia, corazón abierto, espíritu puro. Estas serían las condiciones ideales, los repelentes más eficientes en el combate a las obsesiones, ya sean del plano mental/emocional o espiritual. Por esa óptica podemos comprender que nadie está inmune a ese tipo de influencias negativas, al fin y al cabo mente limpia, corazón abierto y espíritu puro no es un estado de conciencia que sea fácil de conquistar, incluso para las almas más evolucionadas.
Este comentario es necesario tan solo para intentar simplificar ese tema tantas veces debatido e inmensamente investigado. Es preciso facilitar este enfoque y comprender de forma más profunda, en una visión de contexto más amplia. Cuando comprendamos los mecanismos de la obsesión, estaremos a un paso de la conquista de la tan soñada, debatida o comentada: Protección Espiritual. Por ello, antes de profundizar en el contenido, proponemos una observación; la mente confusa, el corazón cerrado y el espíritu impuro son imanes que atraen procesos obsesivos, de todo orden. Por ello, toda obsesión indica fallas en nuestro patrón vibratorio, que es resultante del universo de pensamientos, sentimientos y emociones.
Siendo así, es preciso pararnos a reflexionar y contemplar con nuevos “ojos” todos los casos de obsesión. ¡No existen víctimas! ¡No existen villanos! Tan solo atracción magnética entre obsesor y obsedido.
En tal sentido, intentaremos de forma rápida reflexionar sobre qué es realmente una persona espiritualizada.
Una persona espiritualizada es alguien con la conciencia expandida, principalmente dotada de la capacidad de equilibrar sus emociones, evitando confusiones o conflictos. Es una equivocación considerarnos evolucionados por haber descifrado el Tao Te Ching, interpretado el Bagavad Ghita o porque nos sabemos de memoria la Biblia Sagrada. Ninguna de esas obras divinas habrán cumplido su propósito si sus mensajes no han logrado llevarnos a más altos niveles de comprensión de nuestra propia existencia y, principalmente, a mayor capacidad de equilibrio emocional.
Parece hasta extraño decirlo, pero una persona evolucionada espiritualmente es alguien que domina sus inferioridades, se vuelve equilibrada en sus emociones y consciente de la misión de su alma. En resumen: es el individuo paciente, ponderado, que no juzga, que sabe perdonar, que ayuda al prójimo, que no se fascina en el mundo material, que hace su parte para ayudar al Planeta a evolucionar.
Ese estado sí puede ser alcanzado en una iglesia, templo, centro, etc. Asimismo puede ser alcanzado de forma autodidacta, en el contacto con la naturaleza, en la oración, en la meditación.
Nuestro mayor objetivo con este texto es animarte a tener aprendizajes prácticos en tu vida sobre esta cuestión. Podríamos permanecer definiendo, poniendo ejemplos, explicando e incluso filosofando, con todo nuestra meta es el aprendizaje real; y en la realidad de los hechos, la vida, la física, los Grandes Maestros y tantas otras fuentes nos muestran que: “semejante atrae semejante”.
La sugerencia es que, siempre que la obsesión afecte a alguien de tu entorno o a ti mismo, que no te centres exclusivamente en “exterminar” al obsesor a toda costa. Es importante que comprendas qué es lo que hay en ti que lo atrae. ¿Qué hay en ti que lo aproxima? ¿Qué afinidades hay entre él (obsesor) y tú?
El mayor aprendizaje y la mayor evolución los tendremos cuando ignoremos a culpables, villanos, víctimas o verdugos. Es preciso concentrarnos en nosotros, en un sentido profundo de reflexión consciente para detectar nuestras fallas y mejorar nuestra sintonía cada día.
Recuerda: mente limpia, corazón abierto y espíritu puro no atraen obsesiones. Por lo tanto, las influencias perniciosas son generadas por impurezas de nuestras almas, innegablemente. Desde esta perspectiva podemos concluir: La obsesión es el indicador que avisa de la necesidad latente de evolución.
