Metas, realizaciones y resultados
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 08/04/2020 11:34:28
Autor Tom Coelho
[email protected]
Traducción de Teresa
[email protected]
"Los talentosos alcanzan metas que ningún otro puede alcanzar. Los genios alcanzan metas que ningún otro consigue vislumbrar". (Arthur Schopenhauer)
Una meta, cualquiera que fuese, sólo puede conceptuarse así cuando ha sido trazada según cinco variables: especificidad, mensurabilidad, factibilidad, relevancia y temporalidad.
En el mundo empresarial, las cosas no siempre funcionan así. Observamos el reinado del "auto engaño". Se establecen metas para justificar inversiones, para agradar a accionistas. Se fijan objetivos con base en expectativas irreales, previendo un crecimiento del orden de dos dígitos sin tener en cuenta incertidumbres políticas y económicas. Podrían incluso ser alcanzables dentro de un espacio de tiempo adecuado. Pese a todo, como no se pretende tocar las variables tiempo y factibilidad, se alteran las variables mensurabilidad (de ahí los balances maquillados, o mejor, "la contabilidad creativa") y la relevancia (de ahí que cualquier medio sea justificable, incluso romper la Carta de Valores, practicar downsizing a costa de lo que sea, desviar el foco del negocio, promover fusiones y joint ventures desprovistos de fundamentación).
Las personas buscan realización. Más que un acto, un estado de espíritu. Más importante que el hecho concretizado, la satisfacción de haberlo hecho. Las empresas, a su vez, persiguen resultados. Más que la conclusión, el fin es algo en sí mismo.
Estos resultados pueden estar representados por más ganancias, más espacio en el mercado, más clientes. O sea, invariablemente debe significar "más", si bien no raramente acabe por convertirse en "menos". La consecuencia es un gran teatro con planificaciones creadas, estrategias inventadas, profesionales desmotivados, valores corrompidos. La verdad se ve enmascarada, la integridad, volatilizada.
Hay, desgraciadamente, una distancia casi incompatible entre metas corporativas y metas personales.
Salvo excepciones, conciliarlas puede ser únicamente retórica barata. El ejecutivo pretende vigilar su salud, asistir a su familia y obtener realizaciones concretas en su ambiente de trabajo. La empresa dice que lo apoya, pero le exige una pesada carga de trabajo, le impone la necesidad de resultados expresivos, cultiva su estrés y su inseguridad.
Particularmente, yo no pacto con esa dictadura. Los resultados no lo son todo, ni tampoco es el cliente quien manda en la empresa. Hay que buscar resultados con persistencia, así como los clientes han de ser atendidos con maestría. Pero el fin de todo debe ser el sentimiento de realización, la satisfacción del deber cumplido. Aunque la contabilidad diga que tú has puesto seis en lugar de media docena.
Por eso, establece el foco y mantenlo. Varias flechas no garantizan acertar en el blanco, y varios blancos confunden al arquero. Has de estar preparado para los tropezones - un obstáculo no es más que una de las etapas de tu plan. Emplea la vanidad y el dinero como buenos estímulos, pero jamás como objetivos. Redacta tus metas de forma nítida, cuidando de que sean específicas, mensurables, alcanzables, relevantes y temporales. Pon en ellas todo tu esfuerzo e imaginación.
Finalmente, recordando a Richard Carlson, "Piensa en lo que tienes, y no en lo que te gustaría tener. La felicidad no puede alcanzarse cuando estamos todo el tiempo deseando nuevas metas. Cuando enfocas no lo que se desea, sino lo que se tiene, terminas obteniendo más de lo que te gustaría.
*Tom Coelho es educador, conferenciante en gestión de personas y negocios, escritor con artículos publicados en 17 países y autor de ocho libros. E-mail: [email protected]. Visita: link y link