Moral moderna: ¿cuál es la tuya?
por Adília Belotti em STUM WORLDAtualizado em 08/11/2007 15:18:16
Traducción de Teresa - [email protected]
Estaba releyendo algunos fragmentos del libro Pergunte a Platao, de Lou Marinoff, cuyo subtítulo al mejor estilo auto-ayuda – Terapia para quien no necesita de terapia o cómo la filosofía puede cambiar tu vida – no debe hacerte torcer la nariz considerando que es una bobada, porque no lo es. Entonces, allí estaba yo precisamente releyendo el capítulo en el cual el autor, profesor de filosofía en Nueva York, habla de “ética”. Y explica que las cuestiones éticas difícilmente – o casi nunca – pueden ser expresadas de una forma simple, en términos, por ejemplo, de 2 + 2 = 4. Los dilemas humanos se parecen más a ecuaciones, de aquellas “melenudas”: x + y = 30. ¿Te acuerdas de ellas?
No existe un valor correcto de x independiente del valor de y, ¿cierto? Pues así son las dudas éticas: sin contexto, es imposible emitir juicio. Y esa definición de contexto empieza justamente en nuestro ombligo. ¿Cuál es el filtro que usamos cuando el asunto es la ética?
Lou Marinoff enumera diez maneras que han encontrado los grandes filósofos para reflexionar sobre esas cuestiones. Y yo he decidido “inventar” un test con ellas. ¿Quieres experimentar?
Digamos que estás tomando tu desayuno con calma – sí, ya sé que no tomas un desayuno calmo sabe Dios desde cuándo, pero utiliza tu imaginación. Lees que alguien de las altas instancias del gobierno está implicado en un caso de corrupción. ¿Has visto que fácil? El Diputado Fulano ha utilizado dinero público para sobornar al diputado Mengano a fin de que facilitase la votación de la siguiente ley, cuyo autor es el ilustre diputado Fulano de Tal: para cada edificio construido en la ciudad, el constructor deberá comprar un terreno del mismo tamaño, precisamente al lado, para construir y mantener una plaza. Solamente para ponerlo más fácil, vamos a fingir que aún no sabemos que el Diputado Fulano es socio de una empresa que produce equipamientos para plazas...
En ese momento, tú:
1. Te atragantas con el café e, indignada(o), decides mandar ahora mismo un e-mail al periódico pidiendo la inhabilitación tanto de uno como de otro, al fin y al cabo, ofrecer soborno es tan inaceptable cuanto someterse a ese tipo de acuerdos.
2. Pides a tu marido (mujer) que te acerque la mantequilla mientras comentas que “por lo menos, al fin los críos tendrán plazas donde jugar”.
3. Reflexionas que “es una pena que a veces sean necesarios recursos tan poco correctos para conseguir algunas cosas tan fundamentales” y entablas una discusión acalorada con tu hija acerca de la importancia de la educación para criar a ciudadanos virtuosos.
4. Te encoges de hombros y comentas, entre un trozo de tostada con jalea y un trago de café, cualquier cosa medio incomprensible, pero que suena como “deja estar, que Dios no va a dejar impune a ese bando de corruptos”.
5. “Si él tuviese de veras un mínimo de decencia, habría tenido el valor de venir públicamente a pedir votos para su proyecto, en vez de ponerse a hacerlo todo bajo cuerda”, proclamas, ya de pie, lista para hacer un discurso.
6. “Apuesto a que ese Fulano es socio de alguna empresa de instalación de columpios”, rezongas, condescendiente, mal sabiendo cuánto estás en lo cierto... pero no sería mejor si, en vez de plazas, ellos construyesen, yo qué sé, un carril-bici?”
7. “¿Qué delicia de jalea, esta de dieta, eh? Ah, sí, es absurdo, pero no hay qué hacerle, hay gente que ciertamente ha nacido para ganar pisando el derecho de los demás y, lo que es peor, no sirve de nada mandarles a la cárcel porque no van a enmendarse...”
8. Entre un bostezo y otro, tú viajas: “Bueno, por lo menos él ha pensado en los críos, en los viejecitos, tanta gente puede usar una plaza... y ¿no sería además una cosa estupenda para la ciudad esa zona verde? Imagina, ni siquiera tendríamos que preocuparnos por las inundaciones en verano, Fulano, en el fondo roba, pero hace cosas.”
9. “Incluso las acciones más nobles pueden causar grandes males” reflexionas con un suspiro, pensando en si algún día vas a conseguir marcharte a la India...
10. Después de escuchar pacientemente a tu hijo hacer el discurso de “los fines justifican los medios, ¿no, mamá?”, das por terminada la discusión con un “va contra la ley, ¿cierto? Entonces está mal, no hay nada que pensar...”
Bueno, ahora vamos a los resultados...
Los del 1 siguen, aunque sin darse cuenta, la línea deontológica de la ética. En la práctica, quiere decir que sometes toda la realidad al cribo de un conjunto de reglas inmutables. Eso vale tanto para los Diez Mandamientos como para el famoso “imperativo categórico” del filósofo Immanuel Kant, que decía más o menos así: “haz apenas aquello que tú desearías que todo el mundo hiciese todo el tiempo”. Para ti, las reglas del juego están siempre allí, a mano, es práctico, ¿no? Pero la vida está tan llena de excepciones...
Los del 2 adoptan una ética teleológica para vivir. “Telos” es palabra griega que significa “finalidad”, “propósito”. ¿Ya lo has adivinado? Sí, es ciertamente eso: “los fines justifican los medios” y punto final. Una acción para ti es legítima si beneficia a un número grande de personas, y a cuanta más gente, mejor. Seguramente eres persona muy práctica, que valoras los resultados y la eficiencia de las cosas. ¿El problema? Bueno, ¿quién ha dicho que uno siempre sabe lo que es bueno para los demás?
Los del 3 siguen a lo que Lou Marinoff llama “ética de la virtud”. Según el profesor, Aristóteles, Buda, Confucio forman el “abc” de ese tipo de pensamiento, que es muy, muy antiguo. Nadie nace “bueno” o “malo”. El mal es como un virus, que se pega del aire. Y el bien es algo que se aprende, cosa que nace de la práctica y del ejercicio diario de preferir la “virtud” al vicio.
Cuestión de educación. Para ti, la gente bien educada debería naturalmente “preferir” vivir de este modo y cuántas más personas compartiesen estas buenas prácticas, más fácil sería reglamentar los valores según esos ideales y más cerca estaríamos de un mundo justo y armonioso. Lindo, ¿no? Pero ¿será que uno consigue ser de veras “virtuoso” todo el tiempo?Los del 4 son pautados por Dios. Si eres buena y lo haces todo bien, entonces en otra vida serás recompensada. Y también serás castigado(a), si optas por el mal. De una u otra forma, la justicia divina interviene en la vida de los humanos para preservar el equilibrio y la armonía, aunque en la “otra vida”. Tú sigues tranquilo(a) por la vida, con la certidumbre de que Dios siempre cuida de nosotros, aunque a veces desconfiemos de Sus razones. No importa, aquí lo que vale es la esperanza... pero ten cuidado, desde hace milenios los seres humanos matan y mueren tan sólo para demostrar que “su” dios es mucho más poderoso y fuerte y protector que el dios del vecino...
Los del 5 son existencialistas, enseña el profesor Marinoff. Toda esa historia de Bien y Mal son tonterías, diría un existencialista de primera, de aquellos que frecuentaban el apartamento de Sartre, uno de los padres del Existencialismo. Nosotros somos aquello que hacemos. Para empeorarlo, Dios no existe y, por lo tanto, somos todos huérfanos, entregados a nuestra propia suerte o sino. No por ello uno se va a desanimar, al contrario, nuestra misión es vivir orgullosamente nuestro destino de huérfanos de Dios y asumir con la cabeza erguida la responsabilidad de todas nuestras acciones. ¿El desafío? Intentar no transferir la autoridad de Dios para nosotros mismos o para el líder más fuerte de la manada...
Los del 6 siguen una ética objetivista. Según nuestro profesor, la mentora de ese pensamiento bastante difundido entre nosotros, los occidentales, es Ayn Rand, cuyo sitio web visitarás haciendo clic aqui. Según esa filósofa moderna, el bien individual es más importante que el bien colectivo. Siempre que se invierten estos términos, los seres humanos se vuelven animales de sacrificio en manos del grupo. Incluso cuando ayudamos a alguien, estamos haciendo esto por nosotros mismos. Porque hacer el bien es bueno para nosotros. Y para evitar que volvamos a vivir colgados de los árboles en algún bosque de África, ella propone un modelo de sociedad donde se incentivaría la competición saludable entre todos. Porque si cada uno de nosotros buscase la excelencia, entonces todos juntos naturalmente mejoraríamos... ¿o no siempre? Ah, otra cosa, ¿has pensado ya en quién va a ser el líder de esa pandilla?
Los del 7 siguen una ética apoyada en la biología. La sociobiología fue fundada en la década de 1970, por E.O.Wilson y Richard Dawkins. Para todo hay una explicación y esa explicación está registrada en alguna sección de nuestro ADN. Entre los humanos y las abejas... bueno, ¡punto para las abejas! Nuestras opciones morales se llevan a cabo en función de los ritmos de nuestro cuerpo, de las oscilaciones de nuestro metabolismo, de nuestra eficiencia al adaptarnos. Llevándolo al extremo, no somos responsables por nada, ni podemos nunca modificar nada en nosotros: nuestro destino está impreso en las células de nuestra piel. Brrrrrr... Qué miedo, ¿eh?
Los del 8 pautan su vida en una idea expresada por Emmanuel Levinas, un filósofo francés también de nuestra época (ha muerto en 1995) de que todo lo que conseguimos pensar en términos de ética y moral nace de nuestra relación con los demás. Pensar en los demás, esa es la clave de la moralidad. Somos responsables por el vecino tanto como lo somos por nosotros mismos. La acción correcta nace de ese contemplar al otro como a alguien que merece siempre y en cualquier circunstancia nuestro respeto. Para él, mi felicidad solamente será posible si yo la ecuaciono en relación a la felicidad de todos. Lo difícil es convencer a todo el resto del mundo de que es posible vivir a partir de esa idea...
Los del 9, aun cuando son budistas, siguen la ética propuesta por Siddharta Gautama, el Buddha, en torno al siglo 6. Todo cuanto causa sufrimiento es malo. Todo lo que alivia el sufrimiento es bueno. Todos los hombres, ricos o pobres, blancos, negros, amarillos o verdes, sufren. Y cada uno que alcanza ese estado permanente, a prueba de sufrimientos, hecho de serenidad y de compasión, vuelve para ayudar a los demás. Como grandísima parte de la población está lejos de ese ideal, la pregunta es: ¿será que es posible vivir así en algún lugar a más de un paso de distancia de los templos frescos y silenciosos?
Los del 10 son tal vez los más sencillos. Su ética se funda en el lema: “¿Es legal? ¡Entonces está bien!” He conocido a muchos así. Viven los patrones morales de su época como si fuesen verdades absolutas, eternas e inmutables. O mejor, transforman las leyes en patrones morales absolutos e inmutables. Estas son las criaturas que suelen decir “yo tan sólo obedecía órdenes...”
¿Y bien? ¿Te ha gustado el “test”? ¿Tienes alguna otra idea de pensamientos éticos para añadir a nuestro “test”?
No dejes de comprar el libro Pergunte a Platão, de Lou Marinoff, es una lectura deleitosa y muy oportuna para quien desea conocer mejor a sí mismo y a los demás. El libro es de la editora Record.