¿Nido vacío?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 31/03/2014 10:34:20
por Mirtes Carneiro - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
He estado pensando en cómo nuestros hijos nos hacen estar seguros de que ha valido la pena invertir en ellos afectivamente, financieramente, con noches insomnes, dolores, desesperaciones, angustias, aunque muchas alegrías; principalmente cuando por algún motivo ellos se alejan – geográficamente, o incluso si se quedan cerca, cuando nuevos intereses se les presentan, fases diferentes de la vida – y en este espacio vacío de no saber lo que vendrá, nos quedamos pensando en cómo les irá, caminando con sus propias piernas.
Qué gratitud cuando percibimos que ellos sí andan, solos, que sí resuelven sus cuestiones como pueden, a su manera, con aquel estilo suyo un poco tímido, un poco receloso, pero también esperanzado.
Y cuánta garra, qué ganas de vencer, qué disposición para recorrer el camino que, ya se sabe, no será fácil, pero sí, ¡la voluntad tenaz les hace proseguir!
Esta nostalgia puede deberse a la edad, pues ya hemos pasado por eso; pero es muy bueno poder asistir al florecer de un joven adulto, la sonrisa llena de voluntad, el miedo vencido a cada día, despejando horizontes…
En ese momento somos invadidos por aquella sensación de “ha valido la pena”. ¡Y qué sensación maravillosa es esta! Un momentito fugaz de plenitud, de certidumbre, de inspiración infinita, de amor ciertamente.
Considero que estos son los pequeños momentos de felicidad que podemos tener, y son preciosos, son la recompensa de todos nuestros esfuerzos, de nuestras luchas, de nuestra esperanza en el mañana mejor.
Puede que todavía haya muchas piedras en su camino, y seguramente las habrá, pero parece que podemos contemplar esa circunstancia con tranquilidad, sabiendo que ellos están listos.
¡Nuestros pequeñines están listos! ¡Y qué cara de persona mayor! ¡Qué alegría! ¡Qué inmenso amor invade nuestro corazón!
A continuación un texto que me gusta mucho, cuyo autor desconozco:
“¿Sabes cómo el Águila enseña a su polluelo a volar? El Águila hace su nido en lo más alto de una cumbre rocosa. Abajo, tan sólo el abismo y alrededor el aire para sostener las alas de los polluelos. El águila madre empuja a los polluelos hacia el borde del nido. En este momento su corazón se acelera con emociones en conflicto, pues al tiempo que empuja siente la resistencia de los polluelos en no querer ir hacia el precipicio. Para ellos la emoción de volar comienza con el miedo a caer. Forma parte de la naturaleza de la especie. Pese al dolor, el águila sabe que aquel es el momento, su misión debe completarse, pero todavía falta la tarea final: el empujón. El águila se arma de valor, ella sabe que mientras sus polluelos no descubran sus alas, no comprenderán el propósito de su vida, mientras no aprendan a volar, no comprenderán el privilegio que es nacer águila, así, el empujón es el mayor regalo que ella puede ofrecerles. Y su supremo acto de amor. Entonces, empujándolos uno a uno, ella los precipita hacia el abismo y ellos vuelan libres tras descubrir sus alas. Sin embargo, como aún no han descubierto que poseen una capacidad para volar a una velocidad increíble, casi siempre la madre salva a su polluelo a pocos metros del suelo.”
Hasta que ellos se fortalezcan y se aventuren solos.
En ese sentido, el nido vacío puede tener una simbología de victoria, de deber cumplido, de alegría, y no de depresión y ausencia.
